A la malcasada

A la malcasada
le dé Dios placer,
que la biencasada
no lo ha menester
.

Triste y ocupada,
la tiene el marido.
Y ella en su querido
está transformada.
Del uno celada,
del otro celosa;
llorada y llorosa
por más padecer:
que la biencasada
no lo ha menester.

Quiere salir fuera,
no le dan licencia
por el bien que espera.
Como si fuera
esclava de allende,
su vida se ofende
a más no poder:
que la biencasada
no lo ha menester.

Por gala tendría
el monjil y toca,
y a palabras locas
sorda se haría.
Más no llega el día
que aguarda el deseo,
ni tiene remedio
el mal que ha de ser:
que la biencasada
no lo ha menester.

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2018-09-12T11:36:28+00:00

Un comentario

  1. Javier Blasco 12 septiembre, 2018 en 3:52 pm - Responder

    Sugerimos la lectura del poema a la luz del siguiente parlamento de PINCIANO: “…sí como Sócrates mandaba a sus discípulos que se mirasen muchas veces al espejo para que los feos de rostro procurasen hermosearse con virtudes y los que fuesen hermosos no se afeasen con vicios, así también las mujeres casadas para este fin tienen licencia de mirarse a sus espejos, y aun para ataviarse y componerse cuando lo hacen, por agradar a sus maridos; que más honra gana la mujer fea cuando es [Anterior]bien casada[Siguiente] que la hermosa, porque es argumento que la quiere su marido por su bondad. Otro argumento había que también se guarda hoy medianamente mal: que las mujeres no tuviesen voto ni parescer en ninguna cosa más de seguir y obedescer el de sus maridos, porque querer lo contrario es querer más seguir a los ciegos que a los que tienen vista. Mandábanles también que honrasen a sus maridos y los llamasen “señores”” (Cfr. Juan ARce de Otalora, Coloquios de Palatino y Pinciano, ed. José Luis Ocasar Ariza, Turner, Madrid, 1995). A la vista de lo que es ley para la biencasada, no es extraño que estas, como sugiere el poema, envidien a las malcasadas.
    Conviene leer este texto a la luz del que sigue de Diego Fernández (Cancionero Musical de Palacio):
    De ser mal casada
    no lo niego yo;
    cativo se vea
    quien me cativó.

    Cativo se vea
    y sin redencion;
    dolor y pasion
    con el siempre sea;
    Su mal no se vea,
    pues el mio no vió
    cativo se vea
    quien me cativó.

    Yo triste cuitada
    la muerte deseo
    y nunca la veo,
    que soy desdichada.
    tan triste casada
    ya nunca se vió;
    cativo se vea
    quien me cativó.

    Mugeres casadas
    que tal padeceis,
    si vida teneís
    sois muy desdichadas;
    sereis lastimadas,
    si sois como yo;
    cativo se vea
    quien me cativó.

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