Al pasar del arroyo del alamillo,

Seguidillas que se cantan como
«hágame una valona»

I. – AL PASAR DEL ARROYO …

Al pasar del arroyo
del alamillo,
las memorias del alma
se me han perdido.

Al pasar del arroyo
de Manzanares,
vi una junta de Evas
y de Adanes.

Al pasar del arroyo,
caí de nalgas,
y soltóseme un pedo
para tus barbas.

Al pasar del arroyo
del alamillo,
apretando las piernas,
se me fue el virgo.

Al pasar del arroyo,
le vi las piernas.
¡Ah hi de pucha, bellaca,
qué blancas que eran!

lI. – AL ENTRAR EN LA IGLESIA…

Al entrar en la iglesia
de San Francisco,
un bellaco de un fraile
me dio un pellizco.

Al entrar de la iglesia,
dije: «¡Aleluya,
sacristán de mi alma,
toda soy tuya!».

IIl. – LA VENTA.

En llegando a la venta,
dije al ventero
que me diese una moza
por mi dinero.

Y el ventero responde,
casi enojado:
«Tome moza y cama
por un ducado».

Respondí: «Bueno es eso
algo corrido,
que en Madrid las como esas
van a cuartillo.

– Bellaco, ladronazo,
no cae en la cuenta
que en Madrid todo sobra
y aquí es venta.

– No repare en eso,
muéstrelas acá,
que, chicas con grandes,
se las pago a real.

– ¡Voto a tal!, que no puedo,
que un fraile estuvo
en la venta, y peores
las pagó a escudo.

– Sin duda que el frailazo
no era muy carnal;
yo pondré que las come
sin grano de sal».

IV. – NO ME CASE MI MADRE …

No me case mi madre
con estudiante,
porque es corto de bolsa,
largo de talle.

No me case mi madre
con pastelero,
porque pica la carne
en el carnero.

Me case mi madre
con hombre chico,
que le llevo delante
por abanico.

No me case mi madre
con hombre grande,
que me sube en el poyo
para besarme.

No me case mi madre
con hombre gordo,
que, en entrando en la cama,
güele a mondongo.

No me case mi madre
con hombre flaco,
que me mete los huesos
con el carajo.

V. – SUELTAS.

Una libra de carne
vale seis cuartos,
una mujer honrada
no más de cuatro.

Ya no suben al cielo,
madre, los virgos,
como mueren pequeños,
se van al limbo.

No me llegue al manto,
que me destoca,
que me tiene mi madre
para ser monja.

A cazar pajaritos
íbase la niña,
y en los pechos del papo (sic)
lleva la liga.

Una puta vieja ,
de aquesos días,
me mandó que la hiciese
las niñerías.

Veinte y dos años tengo,
madre, casarme,
que me duelen los dedos
de tanto hurgarme.

De tu cama a la mía
pasa un barquillo,
aventúrate y pasa,
moreno mío.

Quíteseme de encima,
tenga conciencia,
que me tiene metida
más de una tercia.

No me dé tanto gusto,
que daré voces,
y sabrán en la calle
cómo me pone.

2020-02-17T18:57:28+00:00

Un comentario

  1. Javier Blasco 17 febrero, 2020 en 6:49 pm - Responder

    Como reflejan los textos de esta entrada, curas, frailes y monjas son objeto de una forma de sátira que toma la materia erótica como piedra arrojadiza contra los representantes de una institución que siempre manejó la doble moral en el tratamiento de tales contenidos, siendo siempre mucho más comprensiva con las debilidades de los suyos que con la fantasías de los ajenos.
    José Vargas Ponce (1760-1821), un ilustrado de las Cortes de Cádiz, que se carteó con Jovellanos, ejemplifica muy bien la continuidad de esta tradición en el siglo XVIII:

    1.
    El Prebendado indolente,
    Delicado y sibarita,
    La quiere joven, fresquita,
    Que sea rabicaliente;
    Empero cuando ya siente
    Ménos robustez y anhelo,
    Temiendo la ira del Cielo,
    Y del infierno la llama,
    Se compone con un Ama,
    O con dos si viene á pelo.

    2.
    La Monjita, si es discreta,
    Cuando vá al Confesionario,
    Presenta su tafanario
    A la rejilla secreta.
    Hácela allí la puñeta,
    Con el dedo, el Confesor,
    O si se puede, mejor,
    Aunque sea con trabajo,
    Urgala con el carajo,
    Mientras ora con fervor.

    Otras se suelen meter,
    A falta de un buen pepino,
    Los dedos en el chumino
    Hasta que les dá placer.
    Tambien se suelen joder
    Una á otra en ocasiones,
    Y aunque no tienen cojones,
    Juntado ámbas el coñito
    Consiguen tener gustito
    Con aquellas frotaciones.

    3.
    Viuda, doncella, casada,
    ¿Cuál es la que no ha probado
    De un Fraile desenfrenado
    La lujuria encarnizada?
    Para él seis vainas es nada;
    Y la mujer de respeto
    Y buen gusto que en secreto
    A joder cita al Hermano,
    Pilla un nabo largo, sano,
    Tieso, gordo y bien repleto.

    Es el suyo un anticlericalismo bienhumorado, pero plenamente consciente:

    Joderá el género humano,
    mientras haya pija y coño,
    en primavera, en otoño,
    en invierno y en verano.
    Querer quitarlo es en vano
    ni por fuerza ni consejo,
    pues, si está cerca el pendejo
    y la polla se endurece,
    puede más Naturaleza
    que no el Testamento Viejo.

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