Marica, la de la viuda

Marica, la de la viuda,
y Perico, el del Doctor,
ella muchacha de quince,
y él niño de veinte y dos,

mientras él va a matar sanos,
y la viuda va al sermón,
con saltar unos muchachos
entretiénense los dos.

Muchos juegos comenzaron,
mas ninguno les armó,
sino sólo el del argolla
que le tienen devoción.

Sobre cuántas irá el juego
están en gran confusión:
y, en fin, conciertan que vaya
a cuantas diere el reloj.

Sonó en esto la campana,
él cuenta y ella contó,
el porfía que son diez,
mas ella le respondió:
«Cuéntalas bien, que las once son».

En fin, el juego fue a once,
mas Perico que es chuzón,
porque al jugar no le estorbe,
la cinta se desató.

Entró Perico en diez rayas,
y por la postrera echó;
la bola llegó cansada
y en la barra se encerró.

Él dice que acabó el juego,
y ella da voces que no,
hasta que Pedro le dice:
«Marica, tenme atención

una sola fue sencilla,
y cinco fueron de a dos;
haz por los dedos la cuenta,
verás si tengo razón.
Cuéntalas bien, que las once son».

Ya echaron por otro juego
cuando la puerta sonó,
que la viuda reverenda
viene de ver al Prior.

Perico esconde las bolas,
y ella la argolla escondió,
porque no lo sienta el ama
que es de mala condición.

Halló por barrer la casa,
y el brasero sin carbón;
Marica por desculparse
jura que las diez no son.

Pero la buena beata
dice: «Maldígate Dios,
que ya han comido los frailes
y tocan el esquilón.
Cuéntalas bien, que las once son».

Estaba Pedro esperando
en qué para esta cuistión,
cuando el Doctor en su busca
muy enojado llegó.

Y porque tome escarmiento,
con un gentil correón
a cuestas de Mariquilla
muchos azotes le dio.

Iba contando Perico,
«Uno, señor, dos, señor»,
y porque le dieran menos,
por once, doce contó.

Tomó gran hincha su amo,
que es tieso de condición,
y azotándole de nuevo
le repite esta canción:
«De una de dala de tela canela,
zumaque de vela, de vela, velón:
Cuéntalas bien, que las once son».

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2020-02-15T19:51:28+00:00

Un comentario

  1. Javier Blasco 12 septiembre, 2018 en 12:54 pm - Responder

    El juego de la argolla consiste en hacer pasar unas bolas de madera, empujándolas con una pala acanalada, por un aro o argolla de hierro clavado en el suelo. Al vocabulario de este juego pertenecen las palabras rayas (v. 26) y barra. (v. 29) : enfrente de la argolla, las barras estaban señaladas con unas rayas atravesadas; de ahí la expresión estar en barras : estar en el punto de embocar (otra palabra de uso frecuente en la literatura erótica) la bola por el aro. Alzieu, Jammes, Lissorgues.

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