Si no hay quien dé limosna de su papo,
¿de qué sirve el pijón al mendigante?
Diera Dios treinta pijas a un tratante,
y al Fúcar ciento, y al mendigo un trapo.
¡Decir que no está siempre hecho un sapo,
más largo y más fornido que un gigante!
Hará Dios impotente a un almirante,
y dame miembro a mí que apenas tapo.
Cuanto yo gano a pie gasto a caballo;
blanca a blanca, me hode la pobreza,
que aun la bolsa me vacía a los cojones.
y hubiera ya tratado de cortallo,
a no pensar hacer por su grandeza
d[e] él, cuando viejo, cuatro o seis bordones.
“Kien tiene ko, tielle tesó; kientiene kará, tiene trabá”, según reza un pintoresco refrán de cabo roto conservado por Correas (Vocabulario, p. 413 al. A ese mendigo le hubiera convenido vivir en tiempos de Santa Nefija, « la que daba su cuerpo por limosna » (La lozana andaluza, I, 23; ibid., IIl, 51 : « Santa Nefija, que daba a todos de cabalgar en limosna ».) o, por lo menos, de doña Urraca, cuando, desheredada, pensaba dar « su lindo cuerpo… / a los moros por dinero, / a los cristianos de balde ».