Sobre dos muslos de marfil Tarquino
embarcó su deseo y, con tormenta,
de la mar de Lucrecia el golfo tienta,
que para todo un rey halla camino.
La casta, que al romano Cola tino
del limpio lecho luego ha de dar cuenta,
resiste a su furor, que más aumenta
del ciego amante el loco desatino.
Ella se enoja, aprieta, aparta y muerde;
mas del gallardo mozo compelida,
con un lento gemir sufre la carga,
y en medio de la folla el rigor pierde,
que es mujer de razón y comedida,
y, al fin, aunque lo escupe, no le amarga.
Es muy conocida la historia de Lucrecia, mujer de Tarquina Colatino, forzada por Sexto Tarquina, hijo de Tarquina el Soberbio, que fue por esta razón el último rey de Roma. Ese episodio de la historia romana es recordado a menudo por los autores del Siglo de oro, a causa, sin duda, de su evidente paralelismo con la historia del rey Rodrigo,
el último godo.