ROMANCE A LA MUJER DE UN SUFRIDO
Romance a la mujer de un sufrido.
Vive a tu gusto, Belilla,
pues tiene tu esposo necio
muy poco de matador
y mucho de matadero.
En la guerra de Cupido
Fabio, que es soldado viejo,
porque tú general eres,
Él lleva el cuerno derecho.
Como la barba te hace
con su apacible silencio,
tú le haces el copete
con el calor de tus hierros.
Por lo rizo su melena
es un turbante turquesco,
Tomándose por remate
la media luna del cielo.
Él no se mete en historias
de tus hechuras o hechos,
con ser grande historiador
por Tácito y por Cornelio.
Camaleón, de tu gusto
colores toma diversos;
sólo de azul no se viste,
Porque significa celos.
Sin ser robador de Europa,
revestido de cabestro,
para hacer particulares
se dirije a los encierros.
Siempre de tres carnes come
Y, si se quita el sombrero,
no hayas miedo que le digan
que comió carne sin hueso.
Ambos campáis con los ojos,
pues enamoran a un tiempo:
Los suyos, con lo dormido.
Los tuyos, con lo despierto.
Estáis los dos un adagio
como un confite partiendo,
que es Belilla la soltura
cuando su velado el sueño.
Mirándose el otro dia
para peinarse, al espejo.
Te dijo: “Por tí, Belilla,
tiene horquilla mi cabello
Y, pues tú para matarme
me hiciste volver en ciervo,
Temo que para matarme
los señores te den perros”.
Al fin, para tu buen trato,
tienes de marido aquello
que basta para venderte
más cara a los forasteros.
Y aunque corone sus sienes
de tantos duros concetos,
lo mayor de su cabeza
se quedará en el tintero.
Téngase en cuenta, para la lectura de este texto, el refranero: “Hazme la barba, hacerte hé el copéte”. Refr. con que se dá à entender estar uno convenido secretamente con otro, para lograr cada uno el fin que desea, sin encontrarse ni embarazarse en los médios de su consecución”.