Si tuviese la voz y la elocuencia

EN LOOR DEL CUERNO

Si tuviese la voz y la elocuencia
que merece sujeto tan subido
y de tantas virtudes y excelencia,

no temiera las fuerzas del olvido,
porque basta quebrar las del infierno
este nombre que tantos han temido.

Supremo, excelente, invicto cuerno,
dame tú la virtud que me fallece
con que pueda hacer tu nombre eterno,

porque para decir lo que merece
tu subido valor, no hay quien se atreva,
si tu mismo favor no favorece.

Solamente el que fue marido de Eva,
de cuantos en el mundo se han casado,
la cabeza sin tu divisa lleva.

Y aquesta fue la culpa del pecado,
por gustar la manzana tan amarga
que tanto su amargor nos ha durado.

Dos pesados, ninguno siente carga,
¡oh virtud excelente!, con tenerlos
algunos de más bulto que una adarga.

Los justos pueden solamente verlos,
que los demás harían de sí historia
si pensasen que pueden merecerlos.

Cornue ei[u]s exaltabitur in gloria
dice David, si el hombre los divisa,
y por eso su vista no es notoria.

No pienses, por tener la frente lisa
y no poderlos ver, que no los tienes
y que tú solo quedas sin divisa,

que Dios, que sin pedirlos te da bienes,
dice “confringant cornua” al pecador,
dejándole raíces en las sienes.

Mas ha venido el mundo a tal error,
que ya todos los tienen por afrenta,
sin saber conocer su gran valor.

¡Oh necios! si cayesen en la cuenta
de la virtud que el cuerno da a la gente
¡cómo procurarían tener cincuenta!

Solo él vemos que nace sin simiente,
solo él merece andar en la cabeza
por ser de calidad tan excelente.

Solo él vemos sanar de la pobreza,
por él vemos que muchos abatidos
vinieron a subir a gran alteza;

por él vemos que a más de mil maridos
les sobran amistades y dineros,
que vivieran sin él no conocidos;

por él vemos que muchos caballeros
mantienen y conservan su memoria,
que murieran sin él sin herederos.

La fama de Moisés es tan notoria,
y del Magno Alejandro y otros tales,
que no quiero contar aquí su historia.

Mirad hasta los brutos animales,
que los que para el hombre son dañosos
sin cuernos los veréis por los jarales.

Puercos monteses, leones, tigres, osos
jamás les veréis cuernos en las frentes,
ni en las onzas y lobos, ni raposos.

Mas los otros que sirven a las gentes,
vacas, cabras, carneros y venados,
cuernos tienen crecidos y eminentes.

Y los del unicornio, tan nombrados
por quitar de las aguas el veneno,
son de todas las gentes estimados,

y, aunque el del unicornio sea tan bueno,
es casi como estiércol comparado
al del hombre, que está de gracias lleno.

Éste tiene virtud, siendo cortado,
porque da la virtud de continencia,
la cual de esta arte en pocos se ha hallado.

No hay quien deciros pueda su excelencia,
ni la mucha virtud que en él se halla,
aunque tenga de Tulio la elocuencia.

Los cuernos dan la fuerza en la batalla:
por él vemos que es tan conocido
el rey llamado Mais de Cornualla.

Mirad en cuánto debe ser tenido,
que no hay cosa que dándola se os quede
si no es un par de cuernos bien cumplido,

que aunque uno plante cuernos, cuantos puede,
siempre le queda un par bien enjerido
y aun ésta su virtud a muchos hiede

ahora que es oír, mi grave pena,
las blasfemias que dicen contra el cuerno,
por ser como lo es cosa tan buena.

En este siglo nuestro, más moderno,
no hallo quien conozca su clemencia
como el Prí[n]cipe Ilustre de Salerno,

el cual los tiene en tanta reverencia
que los tiene por armas en su escudo
y los hace traer en su presencia.

Un día vino a mí uno muy agudo
diciendo: “Escucha un poco, si te agrada;
mostrarte he cómo nunca fui cornudo.

Yo tengo a mi mujer tan encerrada
que no la puede ver hombre nacido
y está siempre con ella una criada.

Yo tengo por muy cierto y entendido
que me diría la moza lo que viese,
si por dicha sintiese algún ruido;

y, si lugar y tiempo se le diese
para hacer cualquier cosa, yo la tengo
por tal que no la haría aunque pudiese.

Allende de esto, nunca me detengo
media hora sin tornar a visitalla
y nunca ella me siente cuando vengo.

Y tampoco me acuerdo de topalla
en cosa que pudiese dar sospecha,
ni en cosa que pudiese yo tachalla.

Está de mi persona satisfecha
y yo lo estoy también, aunque es muy fea,
porque la tengo a mi voluntad hecha”.

“Hermano”, dije yo, “aunque eso sea,
y aunque dentro en tu seno esté metida,
al fin tiene de hacer lo que desea.

Y ten por cosa cierta y entendida
que para estar siguro en lo del cuerno,
hay un solo remedio en esta vida,

y aun ése diz que vino del infierno;
Ariosto dice de él que es trabajoso,
el cual es excelente autor moderno.

Dicen que un pintor muy temeroso
del cuerno, por huir de tal vocablo,
de su mujer vivía receloso

y, estando trabajando en un retablo,
acaso entre otras cosas que pintaba,
necesario le fue pintar un diablo.

Estándole pintando imaginaba
que no hay seguridad para un casado
el tiempo que sin su mujer estaba.

Después, aquella noche, ya acostado,
como suele acaecer según natura
que viene hombre a soñar lo que ha pasado,

soñaba que veía una figura
de un diablo que decía: “Mira, hermano,
yo soy el que pintaste en tu pintura

y, porque veas que no trabaja en vano
cualquiera que se emplea en mi servicio,
te quiero hacer mercedes de mi mano.

Por eso, pide cualquier beneficio,
que yo te lo prometo como amigo,
por lo que me has servido con tu oficio.”

El bueno del pintor pensó consigo:
“Cualquier cosa que a éste yo le pida,
al fin ha de venir del enemigo;

pero, pues a pedille me convida,
quiero pedille sólo algún secreto
que los pasos de mi mujer impida”,

y díjole: “Yo tengo ruin conce[p]to
que mi mujer pretende encornudarme
y aun temo que lo pone ya en efe[c]to;

por esto te suplico quieras darme
algún remedio, y esto sólo pido,
que pueda en este caso asegurarme”.

El diablo respondió: “Tú me has pedido
cosa que es imposible, mas cumplillo
habré, pues que lo tengo prometido.

Toma, trae en el dedo aqueste anillo,
el cual es por tal arte fabricado
que si lo hace, tú podrás sentillo;

y mira que no tiene Dios criado
ningún otro remedio para ello,
por eso tráelo siempre a buen recado,

metido dentro el dedo has de traello
porque si lo sacares ten creído
que, sin sentillo tú, podrá hacello”.

El demonio se fue con gran ruido,
dejándole el anillo tan preciado
y el pintor despertó despavorido

y, acordándosele de lo soñado,
se fue a tentar la mano por ventura
a ver si era verdad lo que ha pasado.

Y halló la mano puesta en la natura
de su mujer y dentro el dedo todo;
y allí conoció claro su locura

y dijo: “Si no estando de este modo
se lo puede hacer cuando quisiere,
el que es celoso póngase de lodo,
que cornudo ha de ser mientras viviere”.

2019-11-06T09:37:45+00:00

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