Aquel que viene, no viene;
aquel si sale, no sale,
no hay sabor que se le iguale
de cuantos el alma tiene.
Aquel hablalle a la dama
y decille mill cosillas,
y el ponerse de rodillas
estando sobre la cama,
y el decir cuando le viene:
“Amor, niño, dale, dale”.
Aquel decir: “¡Ay, señor!
Hazeldo con muy gran tino,
no pierda yo casamiento.
Mirá no estraguéis mi flor”.
Aquel: “¡Ay, qué recio viene!
Pasito, no se resbale”.
Y el irse a acostar templano
para mortigar la llama,
y hacer estar a la dama
con la candela en la mano.
Y él: “Mirad con qué brío viene.
¡Si para carrera vale!”
El disgusto y la dentera,
la pena y la congoja
cuando al galán se le afloja
y le deja en la carrera.
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