EJEMPLO/S
1. La humilde sor Quiteria ya profesa,
hija de aquel seráfico divino,
llevando al
refitorio el pan y el vino,
rompio el brocal, presente la abadesa.
Al punto de la culpa se confiesa,
la cual le dijo, el rostro muy mohíno:
¡Oh cazo te atraviese díamantino,
y cuánto tu descuido a mí me pesa!.
Ella, los ojos bajos y modestos,
se fue a la porteria diligente,
y alzó las faldas con muy gran paciencia;
y halló dos frailes mozos y dispuestos,
que el cazo le atraviesan reciamente,
cumpliendo con su gusto y obediencia.
2. A vos, Dona abadessa,
de min, Don Fernando,
estas doas os envío,
porque sei que sodes essa
dona que as merecedes:
quatro caralhos franceses,
e dous a la prioressa.