EJEMPLO/S
El era corpulento, ella pequeña,
empinarlo intentó, pero fue en vano:
ya con el dedo práctico le enseña
el paso del estrecho gaditano,
y ofreciendo al bajel la senda clara
las dos columnas de Hércules separa.
Aquel angosto y delicioso ojal,
con los bordes teñidos de clavel,
entre dos blancas rocas de cristal,
más rubio el crespo pelo que oropel,
aquello en que unos dicen hallan sal
y otros son de dictamen que hallan miel,
con mil cosquillas y respingos mil
hospedó el instrumento varonil.
(Perico y Juana)
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