A consentir al fin en su porfía
vino una dama con su enamorado,
porque por su nariz hubo juzgado
que tanto a buena cuenta metería.
Mas al revés salió su profecía,
porque él tenía poco, ella sobrado;
de suerte que él quedaba tan holgado
que no sintió si entraba o si salía.
La dama, mal contenta, dijo: «¡Ay, triste!
¡Cuán mentirosa la nariz ha sido!»
Mas él la replicó, como hombre diestro:
«Ese defecto, amiga, no os contriste;
que si mi gran nariz os ha mentido,
a fe que ha dicho la verdad lo vuestro».
Pertenece al conjunto conocido como Jardín de Venus.