¡Ay de mí, desventurada!,
mi gallina se murió,
con cinco pollos echada,
¡cómo no me muero yo!
La mi gallina murió
con su buen entendimiento,
y sus alas extendidas
y con el su pico abierto.
Dábale mantenimiento,
respondióme clo, clo, clo,
con cinco pollos echada,
¡cómo no me muero yo!
¡Ay, triste de mí, mesquina!
si mi gallina viviera,
por la más rica vicina
un cornado no me diera.
Criadora y ponedora
¿cómo se fue y me dejó?
con cinco pollos echada,
¡cómo no me muero yo!
Mi gallina, cuando polla
un güevo, so me ponía
tan grande como una bolla,
que un gentil cuarto valía.
El cura me lo pedía,
y así se le daba yo:
con cinco pollos echada,
¡cómo no me muero yo!
Los pollicos cuando vieron
que la madre se moría,
sus piquitos extendieron
alzando gran gritería.
Mirad, pues, qué sentiría
la madre que las pario.
con cinco pollos echada,
¡cómo no me muero yo!
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