Al consentir al fin en su porfía
vino una dama con su enamorado,
porque por su nariz había sacado
que tanto a buena cuenta metería.
Mas al revés salió su fantasía,
porque él tenía poco, ella sobrado;
y en fin que ello entraba tan holgado
que no sintió si entraba o si salía.
La dama dijo, viendo aquesto: «¡Ay, triste!
¡Cuán mentirosa la nariz ha sido!».
Mas él la replicó luego como diestro:
«Ese efecto, amiga, no os contriste;
porque si mi nariz os ha mentido,
a fe que ha dicho la verdad lo vuestro».
[Fuente: ver facsímil]
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Al consentir al fin a su porfía
vino una dama con su enamorado,
porque por su nariz había juzgado
que tanto a buena cuenta mantenía.
Mas al revés salió su profecía,
porque él tenía poco y ella sobrado
de saber que se entraba tan holgado
que no sabía si entraba o si salía.
La dama, mal contenta, dijo “¡ay, triste,
que mentirosa la nariz me ha sido!”
Mas él respondió luego:
“Ese defeto, dama, no os entriste,
que si mi gran nariz os ha mentido,
a fe que ha dicho la verdad lo vuestro”.
[Fuente: Roma. Biblioteca della Accademia dei Lincei. Manuscrito Corsini n. 970, f. 178r]
Otras fuentes, según BIPA (Philobiblon):
– Madrid. Biblioteca Nacional de España. Ms. 3913, f. 34v.
– Florencia. Biblioteca Nazionale. Ms. Magliabechiano, VII-354, f. 260.
– Madrid. Biblioteca Nacional de España. Ms. 3915, ff. 4r-4v.
– Rávena. Classense. Ms. 293, f. 129v.
– Madrid. Biblioteca de Palacio Real. Ms. II-973, f. 268v.