Al corral salió Lucía
y lucía en el corral,
echó al sol, como el sol mismo,
todo su particular.
Desató su servidumbre,
concediendo libertad
a las aguas y a los vientos,
por delante y por detras.
Con tal prisa , que pudieran
a toda priesa amainar
las velas, y en alto vuelo
moler en el Quintanar.
Salieron los elementos
de aquella cautividad,
como suele en el agosto
tenebrosa tempestad.
Dos columnas la sustentan
que pueden determinar
la tierra, mas no hay plus ultra
do quiera que ellas están.
¡Oh qué buen tomo que tiene!
Más fácil era abarcar
dos postes de los que tiene
una iglesia catedral.
Mienten pintores de Venus,
poetas bien lo dirían,
que vos sola sois la diosa
del amor y del amar.
Maltrató sabrosamente
sus carnes, porque verán,
las manos que eran de nieve
entre la rosa y coral.
Al fin, se rascó Lucía
cuando aquí, cuando acullá,
desde el principio del mundo
hasta la posteridad.
Dio vuelta a Fuenterrabia
y recorrió su arrabal,
y acabó donde comienza
el pecado original.
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