Antón y Teresa,
Bras y su mujer
jugaban al juego
del esconder.
Echó el brazo al cuello
Antón a Teresa,
mil veces la besa
y ella gusta de eso,
porque tras de aquello
piensa de hacer
el juego del esconder.
Tapaban a Bras
con un cernaguero
y dice el pandero
que le atapen más,
porque jura Bras
que puede bien ver
al juego del esconder.
Metiérase Antón
detrás de una artesa,
llamó a su Teresa,
diérale un cordón,
que en tal ocasión
no quiere perder
el juego del esconder.
Bras alzó el artesa
y saliera Antón,
con un gran chichón
y otro su Teresa;
pero no les pesa,
porque es gran placer
el juego del esconder.
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