– ¿Qué hacéis, hermosa? -Mírome a este espejo.
– ¿Por qué desnuda? – Por mejor mirarme.
– ¿Qué veis en vos? – Que quiero acá gozarme.
– Pues, ¿por qué no os gozáis? – No hallo aparejo.
– ¿Por qué desnuda? – Por mejor mirarme.
– ¿Qué veis en vos? – Que quiero acá gozarme.
– Pues, ¿por qué no os gozáis? – No hallo aparejo.
– ¿Qué os falta? – Uno que sea en amor viejo.
– Pues, ¿qué sabrá ese hacer? – Sabrá forzarme.
– ¿Y cómo os forzará? – Con abrazarme,
sin esperar licencia ni consejo.
– ¿Y no os resitiréis? – Muy poca cosa.
– ¿Y qué tanto? – Menos que aquí digo,
que él me sabrá vencer si es avisado.
– ¿Y si os deja por veros regurosa?
– Tenerle he yo a este tal por enemigo,
vil, necio, flojo, lacio y apocado.
Ejemplo de los roles masculino y femenino en el combate amoroso y poder de las convenciones. Sancho en Quijote II, 45 desenmascara a una mujer que acusaba a un ganadero de haberla forzado.