Aquel correr a escuras a la dama,
y echarle luego la mano a la camisa,
y aquel su resistir y mucha risa,
y aquel pediros que miréis su fama;
aquel perder después la nueva trama,
luego despacio luego más apriesa,
y aquel besar, brincar, y andar a priesa,
al tiempo que lo dulce se derrama;
estas palabras tan azucaradas
ansi por mil rodeos adquiridas,
aunque adore el hombre a las mujeres;
y con dificultad siendo alcanzadas
hacen, como acontece a los maridos,
que por ella no dan dos alfileres.
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Aquel cogelle en brazos a la dama,
y echalle luego mano a la camisa,
aquella resistencia, aquella risa,
aquel pediros que miréis su fama.
Aquel urdir los dos luego la trama,
despacio agora, luego más depriesa,
y aquel hablar, gemir, hablar depriesa,
y aquel meneo que lo dulce llama.
Aquellos gustos tanto deseados
en medio del deseo conseguidos
hace que el hombre adore a las mujeres.
Y sin dificultad siendo alçanzados,
hace como acontece a los maridos
que por ellas no den dos alfileres.
[Fuente: Roma. Biblioteca della Accademia Nazionale dei Lincei. Ms. Corsini, n. 970, ff. 181r-181v]
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