Casose Catalina con Mateo
y hubo esa noche muchos convidados,
los cuales los dejaron acostados
porque cumpliese el novio su deseo,
el cual se entregó bien y, a lo que creo,
gozó de la primicia de sus prados;
mas fueron sus placeres muy aguados,
porque a la novia le faltó el meneo.
Mas él usó de maña, y en el rabo
le puso la una mano, no sé cómo,
y diole un retorcido tan terrible
que la novia saltó y enclavose el clavo.
Y él díjole riendo: "¿Que es posible
que más sentís de ancas que de lomo?".
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