Cierto galán de luz con doña Flora
deseó tener cópula seis años,
y después de mil castos desengaños,
y haberle dicho tierno que la adora,
aplazó puesto y señalada hora.
Con efectos de amor, gustos estrambos,
quitose el martingala, quedó en paños,
y púsose en postura la señora.
Con el escudo solo, como diestra,
el encuentro del joven esperaba,
mas aflojó la lanza y doblegose.
Y, aunque ella en aquel acto era maestra,
viendo que sin provecho le animaba,
quedó por suyo el campo y retirose.
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