Corrido va el abad
por el cañaveral.
El abad de Oriejo,
viendo qué aparejo
tiene la de Alejo
para oír su mal
por el cañaveral,
vase allá derecho;
en amor deshecho,
le da de su pecho
bastante señal
por el cañaveral.
Ella se lo oía,
y le respondía
que le curaría
su llaga mortal
por el cañaveral.
Él, con esperanza,
dentro se abalanza,
sin temer mudanza
de mal temporal
por el cañaveral.
Él que se lanzaba
y Alejo que entraba,
que entonces llegaba
de su higueral
por el cañaveral.
Viendo Alejo al zote,
asió de un garrote,
y del pie al cogote,
le hizo cardenal
por el cañaveral.
En El peregrino en su patria, Lope da una versión a lo divino del arranque del poema:
Corrido va el abada,
corrido va.
Corrido va el abada.
Corrido va el mundo
de que no dio gusto,
porque el alma al justo
sólo Dios la da.
Corrido va.
Corrido va el abad.
También Cervantes en La casa de los celos, se sirve de idénticos materiales adaptando la versión a sus necesidades:
¡Corrido va el abad
Por el cañaveral;
Corrido va el abad!
Corrido va y muy mohíno
Porque, por su desatino,
Cierto desastre le vino,
Que le hizo caminar
Por el cañaveral.
Confiado en que es muy rico,
No ha caído en que es borrico;
Y por aquesto me aplico
A decirle este cantar,
Por el cañaveral.
Varios manuscritos consevan versiones