A una dama que fingiendo descuido enseñó las
ligas al doctor
ligas al doctor
Cubrid las ligas, amiga,
sin meterme en tentación,
que no soy yo gorrión
para que me arméis con liga.
Hallaisme ya tan de paz,
y tan templado a los viejos,
que no bastan rapacejos
para tornarme rapaz.
No esperéis a que os lo diga
por segunda monición,
que no soy yo goirion [sic]
para que me arméis con liga.
La receta que os parece
que ha de ponerme osadía
es rosa de Alejandría,
que me estraga y enflaquece.
Acabad de echar, amiga,
a la jaula el pabellón,
que no soy yo gorrión
para que me arméis con liga.
Aunque puede en la refriega
armar la liga morada,
no es de la liga esta armada
ni contra el turco navega.
No penséis que me perdiga,
tan moderada ocasión,
que no soy yo gorrión
para que me arméis con liga.
para que me arméis con liga.
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