Debajo de un olivo fructuoso
por do se van mil vides retorciendo,
con gran lujuria, vide estar hodiendo
a una dama, un galán furioso.
Ella los pies al cielo luminoso
tiene, con que en los lomos le va hiriendo,
y con dulces meneos va haciendo
se encienda más el fuego lujurioso.
Y al derramar la esperma y regucijo,
dijo el galán : "Mi vida, pues acabo,
sl puedes, di aceituna», y quedó mudo.
Ella, que sin compás menea el rabo
"Acei…. acei… , acei… aceite", dijo,
que decir "Aceituna" nunca pudo.
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