A una dama que dijo a un galán que la besase en el ojo
Del ojo pienso me hacéis,
pues decís que os bese el ojo*.
Si es acaso algún antojo,
os ruego que os declaréis.
Decidme lo que queréis
que yo no soy adivino,
aunque, si en mi pro imagino,
vuestro pensamiento alabo,
si es que hacéis al pobre rabo*
alcahuete del vecino.
Un inconveniente veo,
y es que parecerá mal
andar por el arrabal*,
señora, del Coliseo.
Haréis burla de mi empleo,
pero en llegando a besar
en el otro pienso dar.
Que vos lo tendréis por bueno,
y el señor ojo moreno
In albis se ha de quedar.
¡Quién tuviera tal ventura
de besaros en el rabo!
Quizás, por dar en el clavo,
¡los pegara en la herradura!
Cosa fuera mas segura
el que más a pelo os viene,
que al fin un gusto entretiene.
Si allí me dejais besar,
prometo que le he de dar
más besos que pelos tiene.
Pero el besaros el ojo,
por la buena vecindad,
al compañero avisad
que eche su barba en remojo.
Que yo os templaré el antojo,
gozando de la ocasión,
Y al hermano motilón
que he de sobornar, confieso,
no dando en el ojo el beso,
sino al compadre, un jabón.
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