Décimas a un capón preciado de valiente
Di, capón, que en bravo das,
pues eres, y con razón,
con las gallinas capón,
con los gallos ¿qué serás?
¿De qué sirve tu zis, zas.
con que tu lengua sin freno,
usurpando el nombre ajeno,
hace de valiente alarde.
siendo un capón tan cobarde,
que aun para cantar no es bueno?
En tus arrogancias hallo
que en cantarlas te deslenguas,
por disimular las menguas,
que de tus hazañas callo;
tu presunción es de gallo.
de gallina todo el resto,
siendo a todos manifiesto
que eres, con valor sucinto,
tan impotente en el quinto
como incapaz en el sexto.
Fanfarrón, ¿de qué te importa
seguir tus vanos estilos?
que tu espada está sin filos.
que la de un capón no corta.
Tus arrogancias reporta,
y a otro fin las endereza.
Helada está tu fiereza,
que eres hielo, siendo ascua.
Mira que viene la Pascua,
y está a riesgo tu cabeza.
Como tienes sin aceros
la potencia natural.
haces la lengua puñal,
cuyas heridas son fieros.
cuyas heridas son fieros.
No presumas de Gaiferos,
pues siempre fuiste Masfisa; [sic]
que ya tu humor nos avisa,
que tus tajos y reveses
son como los entremeses,
los papeles de la risa.
No más viento, amaina, amaina.
de tus bravatas la vela,
y pues eres churumbela.
no te vendas por dulzaina.
La espada y el rumbo envaina.
que aunque eres capón con molla,
te tendrá alguno por olla.
y piando con rumor,
para calza de asador
podrá pegarte en la cholla.
Pues capón, convierte en rueca
la espada con que braveas,
que sin huevos cacareas
por lo que tienes de clueca;
en toca y chapines trueca
tus rumores de matraca,
y vete en tu mula o acá
a chacona o a tampico,
donde, por la voz y pico,
te llamarán doña Urraca.
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