El bombodombón,
la bombodombera,
¡quién fuera lanzón!
¡Quién lanceta fuera!
Quien lo que quiere no puede,
no quiere lo que podría
ni se canse, ni se quede,
mas eche por otra vía;
no mude la fantasía
el que muda la manera:
¡Quién lanceta fuera!
Procurar empresa vana
es de muy gran majadero.
Yo deseo ser barbero,
porque hiere y porque sana.
Y, aun es cosa muy humana,
señora, en esta ocasión:
¡Quién fuera lanzón!
Nunca vaya por rodeo
quien desea lo imposible;
procure ser invisible
que es más dulce devaneo;
mas en la ocasión que veo
de entrar en la sangradera:
¡Quién lanceta fuera!
Aún te vea yo sangrada
y traída al retortero,
pues a tanto caballero
traes la sangre quemada.
¡Oh pena bien empleada
y mejor el que la diera!
La bombodombera.
Sangría sin ocasión,
si es con arrebatamiento,
da muy grande alteración
y poco contentamiento.
Si te sangrares de asiento,
yo barbero y tú barbera,
la bombodombera.
Saca la sangre, traidora,
con que tanto mal hiciste
desde el punto que quisiste
mostrarte mi matadora;
tú animosa, tú señora,
yo siervo sin corazón,
el bombodombón.
Salga la sangre que pudo
tu hermosura alterar,
y al mezquino tartamudo
que te comenzó a hablar
acabó con sospirar
la palabra y la ocasión,
el bombodombón.
Quien da general tormento
sángrenla de la elección,
por nuestro quebrantamiento
y su mala condición;
no se pase la ocasión
antes de la primavera:
¡Quién lanceta fuera!
En sangría de verdad
con que la salud se cobra
hay tanta necesidad
de instrumento como de obra;
si aprovecha lo que sobra
en semejante razón,
¡quién fuera lanzón!
Y si lanzón no pudiera:
¡Quién lanceta fuera!
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