El vulgo comúnmente se aficiona
a la que sabe que es doncella y moza,
porque ansí le parece al que la goza
que le coge la flor de su persona.
Yo, para mí, más quiero una matrona
que con mil arteficios se remoza,
y, por gozar de aquel que la retoza,
una hora de la noche no perdona.
La doncella no hace de su parte,
cuando la gozan, cosa que aproveche,
ni se menea, ni da dulces besos.
Mas la otra lo hace de tal arte,
y amores os dirá, que en miel y leche
convierte las médulas de los huesos.
El vulgo comunmente se aficiona
a la que sabe que es donzella y moça,
porque assi le pareze al que la goça
que le coge la flor de su persona.
Yo para mi mas quiero una matrona
que con mil artificios se remoza,
y por gozar de aquel que la retoza
una hora de la noche no reposa.
La donzella, nada haze de su parte,
quando la goçan, cosa que aproveche,
ni se menea ni da los dulces besos;
mas la otra lo haze de tal arte
y amores os dira, que miel y leche
convierte las medulas de los huesos.
(Foulché-Delbosc, 1899)
Distintos gustos en el amor
Sugiero la lectura del “medulas que han gloriosamente ardido”, del famoso soneto de Quevedo, a la luz del último terceto de este soneto.