Fue un casado a comprar pan a la plaza
y, saliéndole en vano su trabajo,
un costal de carbón de encina trajo,
y echolo su mujer en una hornaza.
Cada cual puesto al fuego se arregaza,
que ambos a dos andaban a badajo,
y con el gran calor de allá debajo
seis veces fue el hurón a buscar caza.
Ella, aunque del un papo había ayunado,
recibió por el otro colación
tal que dijo al marido muy contenta:
“Marido, si volviéredes al mercado
y no halláredes pan, trae carbón,
pues que con su calor también sustenta”.
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