¿Hay quien me compra un juguete
que ni hiere, ni mata, ni pica, ni muerde?
Yo lo vendo por travieso,
y no porque a nadie ofende;
es alegre y juguetón,
y por las niñas se pierde.
Niñas, guardaos de enojalle,
que vive Dios que arremete,
y cuando estéis más seguras,
por vuestros postigos entre.
Que ni hiere, ni mata, ni pica, ni muerde.
Es alegre a todas horas
y, amanece o no amanece,
hay vecina que daría
cuanto tiene por tenelle,
porque le conocen ya;
y a fe que son más de siete
las noches que, por pecar,
ha amanecido a la muerte.
Que ni hiere, ni mata, ni pica, ni muerde.
Es su condición tan noble,
que, cuando más furia tiene,
las niñas juegan con él
al juego del esconderse;
a mí me daba Juanilla,
la esposa de Antón Llorente,
una hora de descanso
por un palmo de juguete.
Que ni hiere, ni mata, ni pica, ni muerde.
Deja tu comentario