-Madre, la mi madre,
que me come el quiriquiquí.
-Rascate, hija, y calla,
que también me come a mí.
-Madre, no sé qué me ha dado
que no lo puedo sufrir :
deste mal he de morir
sí no es presto remediado.
Nunca por nadie ha pasado
tanto mal como por mí.
– Ráscatele, hija, y calla,
que también me come a mí.
– ¿Qué me aprovecha el rascar,
que más lo hago encender?
Otra cosa es menester
para haberle de curar;
y no se ha de dilatar
porque estoy fuera de mí.
– Ráscate/e, hija, y calla,
que también me come a mí.
– Dadme otro medio mejor,
dejémonos de esas cosas,
las uñas son enconosas
y acrecientan el dolor.
Dadme otro rascador
cual convenga para mí.
– Ráscatele, hija, y calla,
que también me come a mí.
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