Madrugastes, vecina mía,
a sacar pollos;
plega a Dios no os encuentre el duende
y os coma el coco.
Dicen las vecinas
que ceban palomos,
y las que del huerto
cogen los cogombros,
que apenas se acuestan
y cierran los ojos,
cuando, con un hueso
de la mano al codo
las dan por las piernas
golpes tan sabrosos
que crujen los dientes
de dentera todos.
Madrugastes, vecina mía,
a sacar pollos;
plega a Dios no os encuentre el duende
y os coma el coco.
En cas de mi padre
conocí yo a otro,
que me revelaba
los secretos todos;
también me enseñaba
lo que en mi casorio
era conviniente
saber a mi novio;
dábame liciones
de alegría y gozo,
que agora las pongo
dentro de mis ojos.
Madrugastes, vecina mía,
a sacar pollos;
plega a Dios no os encuentre el duende
y os coma el coco.
Estas señas tiene
el oste demonio,
y el Señor os libre
de él y de su chorro;
santiguaos, comadre,
y sonaos los mocos,
que, en haciendo aquesto,
huye más que un corzo.
Madrugastes, vecina mía,
a sacar pollos;
plega a Dios no os encuentre el duende
y os coma el coco.
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