Marica jugaba
con un frailecillo de haba.
Fue al habar Marica,
ayer, con licencia
de su teverencia
fray Ginés García;
donde todo el día
en su mano andaba
aquel frailecillo de haba.
Y si no se pierde
por frailes la loca,
con la misma boca
la cabeza muerde
de un haba verde,
que en su mano andaba
aquel frailecillo de haba.
Toma una habilla
de mediano tomo
y, de en medio el lomo,
saca una tirilla,
con que la capilla
ponía y quitaba
de aquel frailecillo de haba.
En cuanto al frailecillo (o frailecito, o frailecico ), es, como dice el
diccionario de Autoridades, un « juguete que hacen los niños para entretenerse,
cortando la parte superior de una haba, y, sacándole el grano,
queda el hollejo de modo que recuerda a la capilla de un fraile ».
Pero ya hemos visto, en el segundo de los refranes citados arriba, que
las habas pueden tener un sentido metafórico menos inocente. Si añadimos
que Marica parece haber pasado la edad de los juegos infantiles,
y que aquel ponerle y quitarle la capilla al frailecillo es muy sugeridor
(v. 20-21), llegaremos a la conclusión que esa capilla tiene mucho de
capullo, y que este fraile se parece bastante a Matihuelo, el que hace
su autorretrato en el romance 136.