Ninfas que en las tasqueras

Sátira de Alonso Alvarez de Soria

Ninfas que en las tasqueras
del compás, resolana y S. Ber[nar]do,
sobre humildes esteras
tendéis el pobre y traqueado fardo,
y por virtud del hongo
es v[uest]ra ambrosía parago y mondongo.
Mientras del sol matando
estáis el pacientís[im]o piojo,
y en el bosque rascando
arrancáis con las uñas junto al ojo
la ladilla hambrienta
que entre granos y parches, se alimenta,
oídme hacia la noche
quando en chamiza, cantos o madera,
sin ser corchete o broche
doce miembros tomáis cada ramera
y con cincuenta cuartos
volvéis contentas ante los lagartos.
Yo soy un hombre pobre
en el trato putesco, leva y chanzas,
corriente como cobre
pues he corrido más de cuatro lanzas
en manflas y bodegas,
do se gastan por vidas y reniegos.
Inclinome mi estrella
a esto que llama el vulgo amor, y amando
quise una ingrata bella,
por quien perdiera si la viera Orlando
el seso, y si la hallara
un teatino entiendo q[ue] pecara.
Amome tiernamente
que en esto quiso Venus regalarme;
yo adoraba la ausente,
con extremo tan grande,que en soñarme
con ella entrepernado
recordaba el harapo almidonado.
Soplaba n[uestr]a llama
la madre de Cupido tan cachonda
que en vernos en la cama
nos andaba mirando a la redonda,
requiebros aprendiendo
para decirle a Adonis en viniendo.
Poníaseme encima
tomando el bello tuétano en la mano,
y la una y otra lima,
gordas cual calabazas en verano,
dejando en el postigo,
metía lo demás hasta el ombligo.
Después con gozo inmenso,
a compás de primores culeando
íbamos por extenso
n[uest]ro suave bien solemnizando,
y al darnos lengua en boca
paraba el ejercicio, cosa poca.
En conclusión venía
después de mil palabras amorosas
a estar helada y fría
la boca ante quien nada son las rosas
y con una vida toma
destilaba el licor de su redoma.
Otras veces de lados,
a los cantos, gatesca, arrimadilla,
nos vio amor enlazados
gastando a puros chascos las ternillas
porq[ue] esto era de forma
que estaba el genital siempre en su corma
gozando desta gloria
aquí fue Troya, ninfas, socorredme,
borró mi dulce historia
un coronista que en galeras reme
pues con nombre de padre
fue a mi gusto madrastra, al suyo madre.
Dio sin saber yo nada
en enviar billetes y regalos
el sollo, y la pescada
el safio, lamprea y los robalos
y del carnero eunuco
hasta el pabo que pocas veces muco.
Hice algunos conjuros
y con ellos y andar alerta el ojo
vieron mis celos puros
mis contentos aguados y en remojo,
y para mayor pena
al Deograçias dar trece por docena.
Estando ansi suspenso,
mirando por lo roto de un tabique
vi al padre fray Lorenzo
a quien el rabo un turco le salpique,
con un feo visaje
mezclar su a[r]roz con el ciernas potaje.
Remataron sus cuentas
y con ellas también mi sufrimiento
sacando estas afrentas
del todo la paciencia de su asiento
y a no llegar Genara
yo la frailesca esperma derramara.
Esta era una vecina
anciana, muy honrada y reuerenda
a quien dio Celestina
virtudes, santidad, dotes, y tienda
y viendo aqueste aprieto
me asió del brazo y dijo con secreto:
Señor celoso, paso,
meta la espada que furioso empuña,
pues de interés el mazo
jamás dio, ni clara golpe en su cuña
que si otros han entrado
con martillo de plata se han hincado.
Pues no pecha, de larga
si viere, sufra y calle, pues es franco,
o a la pesada carga
se obliga de tener en pie el estanco
ques mucha golloria
arderse en celos, bolsa q[ue] está fría.
Tuvieron fuerza tanta,
de la dueña las últimas razones,
que no tuve garganta
para hablar, y dando a los talones
su propio movimiento
deje la casa hecha vil convento.
Huí cual huir suele
el que rabia del can que le ha mordido,
o el cuatrero que guele
la santa vieja a quien favor le pido
contra aquesta capilla,
que en Peralvillo entone una letrilla.
Este discurso breve.

2019-10-21T19:35:07+00:00

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