No me dirás, prima mía

Carta 73.
Habiéndole enviado una cinta para una sangría:
¿No me dirás, prima mía,
qué linaje de dolencia
es el tuyo, que me siento
mejor cuando me le pegas?
No me dirás, dueño mío,
como, siendo tú la enferma,
es tu primo el que se muere
de achaque del mal de ausencia?
Herido me tienes, prima,
tú me tiraste la flecha;
no hay que negarme la herida,
pues tú me envias la venda.
Cinta que sirvió a tu planta,
pongo sobre mi cabeza;
porqué de tus lazos puede
amor hacer diademas.
Que son tus prendas divinas,
la misma envidia confiesa:
y aunque no merezco, gozo
de mi dueño algunas prendas.
De tu sangría procede
emparentar con poeta;
pues cuando no por la sangre,
lo seremos por la vena.
Matizada de arreboles
me hizo cosquillas la venda,
porque estuvo lo encarnado
en tu carne de doncella.
Hija, hechizado me tienes
con tu pluma y con tu lengua:
con cantaridas escribes,
y con piñones recetas.
¡Qué poco, prima, te dueles
de mis amorosas quejas!
que es lisonja de la ingrata
el dolor del que se queja.
Y mal haya yo que pude
cogerte un dia en tu celda
sangradade pie! que nunca
por pies a mi te me fueras.
Claro está, que por si yo
he tirado por la iglesia
el pie de altar de mi prima,
¿quién quitarmele pudiera?
Pasarme del pie a la mano
fuera allí lo más que hiciera;
y si no con gusto tuyo;
en medio hicieramos venta.
Porque todo tu mal es
de corazón; si te aprietan
el dedo de enmedio, tengo
por cierto que estarás buena.
Si quando te vi en la cama,
aquel sueño verdad fuera,
lo que yo hiciera, bien sé:
no sé yo lo que tú hicieras.
Si como yo estoy por ti
muerto, tu estuvieras muerta,
hicieramos; pero un cuento
lo dirá, como le atiendas.
Mira, prima: entre las culpas
de un penitente se cuenta,
que dijo: "Acusóme, padre,
que se lo hice a una muerta."
No hay que extrañar el estilo,
que son las palabras mesmas:
y en cosas de confesión,
yo no encargo mi conciencia.
Pero has de saber que el padre
dijo arqueando las cejas
"¿A una muerta? No es cristiano,
quien con una muerta peca."
Y entonces el penitente
aclarando la materia,
dijo: "Padre, no se altere:
repare su reverencia
que la mujer con quien tuve
que ver por mi gran flaqueza
estaba muerta por ello;
y así es menester que advierta,
que la tal mujer no estaba
difunta, aunque estaba muerta."
Y entonces respondió el padre:
"Pues eso yo me lo hiciera."
Margarita, deseando
estoy que por mi te mueras,
para poderte meter
el árbol de las ciruelas.
(No es este su nombre propio,
que le callo por modestia);
prima mía, aplica el cuento,
no apliques la reverencia,
que el fraile que ronda, trae
estoque con vaina abierta.
Mi vida, de tu colonia
me he puesto dos agugetas:
en la [Anterior]bragueta[Siguiente] la una,
y la otra en la bragueta.
Por no haber papel, no escribo
en orden a la comedia
que me pides; hablaremos
más largo en otra estafeta.
De esta tuya, Alcalá, hoy, viernes, diez de Mayo. A Dios, morena.
2019-11-02T01:47:35+00:00

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