No me le digáis mal,
madre, a Fray Antón;
no me le digáis mal,
que le tengo en devoción.
madre, a Fray Antón;
no me le digáis mal,
que le tengo en devoción.
Madre, yo no niego
que él burla conmigo,
y de aqueste juego
siempre le castigo;
mil veces le digo:
«¡Padre, tentación!».
No me le digáis mal,
que le tengo en devoción.
que él burla conmigo,
y de aqueste juego
siempre le castigo;
mil veces le digo:
«¡Padre, tentación!».
No me le digáis mal,
que le tengo en devoción.
Cuando estamos juntos
ambos de rodillas,
sácame por puntos
algunas cosillas;
háceme cosquillas
en el corazón.
No me le digáis mal,
que le tengo en devoción.
ambos de rodillas,
sácame por puntos
algunas cosillas;
háceme cosquillas
en el corazón.
No me le digáis mal,
que le tengo en devoción.
Yo tengo reposo
con su Reverencia,
que tiene presencia
de buen religioso;
aunque es peligroso
en mi salvación,
no me le digáis mal,
que le tengo en devoción.
con su Reverencia,
que tiene presencia
de buen religioso;
aunque es peligroso
en mi salvación,
no me le digáis mal,
que le tengo en devoción.
Es fraile polido
de muy lindo talle,
que desde la calle
viene apercebido;
arroja el vestido,
y queda en jubón;
no me le digáis mal,
que le tengo en devoción.
de muy lindo talle,
que desde la calle
viene apercebido;
arroja el vestido,
y queda en jubón;
no me le digáis mal,
que le tengo en devoción.
Cuando quiere entrar
viene muy honesto,
mesurado el gesto
por disimular:
háceme turbar
su Visitación;
no me le digáis mal,
que le tengo en devoción.
viene muy honesto,
mesurado el gesto
por disimular:
háceme turbar
su Visitación;
no me le digáis mal,
que le tengo en devoción.
Respecto al “sacar por puntos” (v. 15) parece remitir a un procedimiento relacionado con la confesión: me baso en el refrán que recoge Correas: “Asolver si querer y nunca sacar por puntos
(Confesión de morisco o vizcaíno).