No me quejo, Gila, yo
de que me hayas olvidado,
sino de haberme calzado
zapato que otro dejó.

Caber en mujer olvido
regla muy general es,
que por muy poco interés
olvidan lo más servido.
Nada de esto siento yo,
que ya estoy desengañado,
mas pésame haber calzado
zapato que otro dejó.

Aquel estar al sereno,
de noche, tragando vientos,
por un lascivo contento
de mil impropicios [sic] lleno…
Y, aunque aquesto me enfadó,
más me enfada y ha cansado
saber, Gila, me he calzado
zapato que otro dejó.

Mudándolo en varias formas,
vendes a escondido rato
el desbocado zapato
cursado de tres mil hormas.
A otro busca, que a mí no,
que yo estoy determinado
de dejar por desechado
zapato que otro dejó.