No me tengáis por hombre sin gobierno,
señora, siendo vos tan peligrosa,
que si es pediros celos baja cosa,
mayor bajeza es sufrir cuerno.
El ver que sois de corazón tan tierno,
tan dulce, toda blanda y amorosa
con todos, que conmigo rigurosa,
ya dejan de ser celos y es infierno.
Llamáislos con los ojos al señuelo,
acuden como abejas a ‘colmena,
y assi como las aves al reclamo.
Si decís que me engaño con el celo,
queréis, señora mía, una y buena,
no hay vino que vender, no pongáis ramo.
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