Por ti, gorda escogida
de todas las demás para mi gusto,
mi lira canta ahora
la causa que me olvida
de todo lo que no fuere robusto.
Escúchame, señora,
pues eres gorda y gorda me enamora.
Si no es gorda la dama,
para hacer penitencia será buena.
Es potro de dar tormento,
y más si está en la cama,
jugando de cadera: causa pena.
Las gordas es contento,
porque tienen sus cosas buen asiento.
Con flacas me lastimo
en aquello que en gordas nunca encuentro.
Si acaso, por ventura,
el acicate arrimo,
entrando en la carrera allá en su centro,
topando en coyuntura,
la carrera fenece en pena dura.
¡Oh quién, columnas bellas,
el “Non plus ultra” a estampar llegara,
y por el cuerpo enhiesto
cubriendo las estrellas
con sus brazos, cual yedra os enredara
y, ciego de amor, puesto
con ellas, fuera otro Sansón funesto!
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