Porque el perfecto deporte

Cancionero.
Comienza, un aposento que se hizo en la Corte al Papa Alixandre, cuando vino
Legado en Castilla: el cual Aposento feé hecho, en la persona de un hombre muy
gordo llamado Juvera.

Porque el perfecto deporte,
os prenda, Señor, do estáis,
es muy justo que sepáis,
las nuevas de nuestra Corte.
Porque, según la clarece
la virtud que d[e] ella mana,
la gente que la guarnece
más a nombre pertenece
de divina, que de humana.
Pero, guardeos Dios de tal:
qu[e] está d[e] un oro dorada
d[e] un príncipe, que no [e]s nada
ser del mundo principal,
de una princesa preciosa,
d[e] un concierto sin fatiga,
d[e] una gente tan donosa,
tan gentil y tan graciosa,
que no hay hombre que os lo diga.
Y el magnífico perlado
cimiento d[e] este edeficio,
pensaréis qu[e] el tal bollicio
lo traya desconcertado.
Nunca vistes tal hazaña
de magnífica persona,
como dar una castaña
tiene a Roma, tiene a España,
encima de su corona.

Quiero dejar este cuento
que no es razón que yo cuente
sino a hombre tan [e]sciente
que su tres valga por ciento.
Porque, bien parando mientes,
aunque yo poco lo fundo,
sin tirar inconvinientes,
tales príncipes ni gentes
nunca fueron en el mundo.
Este es el cabo que acaba,
lo que no está comenzado;
y comienza otro tratado
qu[e] el enojo menoscaba,
Y es, del recebimiento,
qu[e] el Legado recibió,
y de su aposentamiento,
según su merecimiento,
qué tal fue, y cómo se dio.
El príncipe de Nobleza,
contratador de fortuna,
estando en Tordelaguna
con su Corte y Gentileza,
de allende la Serranía,
tal le fue certificado
cómo el Legado venía,
según razón consentía,
al reino desconcertado.
Y éste, salud de Castilla,
de todos vicios el fuego,
acordó partirse luego
a Alcalá qu[e] es Mayor Villa,
y entrando por el lugar,
y con el grandes señores,
llegaron a mas andar,
del que s[e] ha d[e] aposentar,
cuarenta Aposentadores.
La media Corte, no entrada,
el lugar todo tomado,
todo el mundo ya trabado,
sobre el dar de una posada:
Y el fino remediador,
en quien la virtud s[e] esmera,
dijo a su Aposentador:
“¿Estas gentes, y el Señor,
si cabrán dentro en Juvera?”
Como quien de mal se escapa,
respondió, diciendo, aquel:
“Juro a Dios, que quepa en él
el Legado, y aun el Papa.
Donde cupo el Rey don Juan,
y el Infante, y sus hermanos,
¿no se cree que cabrán,
todos cuantos aquí están
y otros tantos cortesanos?
Mas antes que se publique
qu[e] en él s[e] han d[e] aposentar,
debense desempachar
las posadas del meñique,
que, por tener mas anchuras
dos locos d[e] hace mileros,
quebraron las cerraduras,
y están en las coyonturas,
q[ue] hay para seis escuderos.
E los de Álvaro de Acuña
O q[ue] allí los matarán,
pero que no dejarán
la posada de la uña.”
Y es[o] otro de Gibraltar,
aunque pese a todo el mundo,
con su tartamudear
dice, que ha de ocupar
el otro dedo segundo.
E tiene el dedo tercero
ese cabeza de artesa,
dela señora princesa
secretario y tesorero.
Tan gran angustia me traba
de las cosas que ansí van
ved, señor, que Guadalcaba!
Juro il Dios, que allí posaba
siempre Pedro de Luján.
Pregunta el Arzobispo,
¿Quién está en el dedo cuarto,
Frontero de las haceñas?
-Son, señor, casas pequeñas
donde se vende el esparto.
-“Y en todo el dedo pulgar,
¿hay alguno aposentado?”
– No, señor, qu[e] es un casar,
tan grande, como un lugar
de gran tiempo despoblado.
-¿Y el carcajal y tobillos?
Esa es la religión
do fue enterrado Sansón,
d[e] él están ahí dos colmillos.
Los trabucos y lombardas
están en la pantonilla,
y los delas espingardas
y ballesteros y guardas,
tienen toda la espinilla.
Así que, en este rincón
no sé posada vacía,
pero, Vuestra Señoría
mande qu[e] estén a razón,
y los que se aposentaron
por hacer de su provecho,
que tomen las que dejaron
y dejen las que tomaron
al barrio del pie derecho.
El Arzobispo manda a un
suyo, que provea:
“Rodrigo d[e] Olmos, cabalga,
y haz que las dejen luego,
el que quisiere, por migo;
sino ell[o] otro, tumbe y salga.
No cures de sus respuestas,
que son angostas de sienes,
mas con palabras honestas
sácalos todos a cuestas
o dejales las que tienes;
manda al Aposentador.
Y vos, sin mas dilatar,
aposéntame esa gente;
y, mira, que se aposente,
do menos pueda ocupar,
sin tocar, ni dar posada,
de persona principal;
también sea relevada
una dueña, viuda honrada,
junto cabo el hospital”.
Ya cabalga, renegando
Sayavedra con gran saña:
el tumulto y la compaña,
allí l’ estaba esperando:
como gente, tras pendón
en guerra dela frontera,
como dijo Salomón:
todos entran de rendón
por la boca de Juvera.
Dos porteros descuidados,
arrimados, tras un diente,
sin tirar inconviniente
luego fueron espantados.
Juvera, cuando esto vio,
echó el un ojo en soslayo,
y de un sospiro que dio
por poco no los sumió
siete estados, como rayo.
Y Juvera con despecho,
a osadas, como quien es,
pegó un salto, al través,
mas ligero que un barbecho;
Y si no, porque no era,
reñir justo, en tales días,
a pocos saltos, Juvera,
a osadas se defendiera
tan bien como Jeremías.
Mas quiso, por no causar
otro Diluvio segundo,
con decir :-“¡Oh, qué mal mundo!
sus enojos comportar”.
El aposentandor, a osadas,
de que vio el mundo en sosiego
a banderas desplegadas,
comienza de dar posadas,
más con ira, que con ruego.
Aposentó en la cabeza,
al Legado y Gran Señor,
un alchar muy mayor,
de compás, qu[e]  él de Baeza;
con unos encasamientos,
según el tiempo y la Villa,
y con otros complimientos,
las almenas y cimientos
mejores que de Sevilla.
Y en ese cuarto real,
que sale sobre la huerta,
según que razón concierta,
cupo bien el Cardenal.
En lo alto del frontero,
qu[e] está [e]n frente dela frente,
cámara y camarero,
cera, y plata, y repostero,
cupieron folgadamente.
Donde estaba la cecina
cuando el Múamamolin,
el cocinero Juanin
cupo bien, y la cocina.
La despensa y su mesnada,
en dos cámaras zagueras,
donde hubiérades cebada,
y la paja amontonada
como en medio de las eras.
En la cámara de tras,
que se dice de la plata,
dio para Mosén Zapata,
hombre de gentil compás.
La sala baja pintada
do la noble gente coma,
y en la derecha quijada,
mucha gente asoldadada,
segun costumbre de Roma.
Y en la sala soterriza
qu[e] está bajo ésta quijada,
cupo la caballeriza
como quien no dice nada.
Y el que tiene cargo d[e] ella,
por persona principal,
en una muela cordal;
a osadas tan buena y tal,
que os podés cagar en ella.
Lo de bajo, repartió
a bestias y pensadores,
que son establos, mayores,
que la puta qu[e] el parió.
Do vi trotones y bacas,
hace milas, machos, mulas,
a pesebres, con estacas;
y sobraron almacraquas
para cient[o] y veinte mulas.
Y dejó un entresuelo
para el Obispo d[e] Urjel,
que cupo tan bien en él
como cupiera un mochuelo.
Y el cabrón de Micer Prades,
descornado, cabiztuerto,
saco lleno de ruindades,
y otro tropel d[e] abades
en las cámaras del huerto.
Debajo de la cerviz
en una saleta nueva
que salle sobre la cueva
do cría la cocatriz:
un Obispo muy honrado,
cárabo Pater Farensis,
con otro de su di[c]tado,
fue muy bien aposentado,
creo que Barcelonensis.
Quedó el Alcayde apartado
en la torre del cogote
mas fuerte que un almodrote,
y él un hombre bien criado:
con su mujer y sus hijos
escuderos, bestias, velas,
quedaron en los cortijos,
y en aquellos escondrijos,
de los sesos, casco y tetas.
La campanilla y agallas
son casas de bastimentas,
debajo delos cimientos
de todas estas murallas.
Un edeficio Romano
de hechura de responso,
que dicen fizo Trajano,
otros dicen qu[e] el gusano
que crió el rey Don Alonso.
En un ojo que le llora
se ahogaron mil cochinos,
y sin ser menguado un hora
muelen bien en él agora
cien paradas de molinos.
Ell[o] otro es el infernal,
como uno de Guadiana,
aunque sano, siempre mana
húmedo no radical.
Mas según que me parece,
el agua limpia sin lodos,
la fortaleza bastece,
y en la villa no fallece,
y riega los huertos todos.
Las narices, son arquera
que defienden el entrada,
tan sotiles tan bien labrada
como un lugar de madera.
Son los besos, a mi ver,
baluartes bien aguados,
do se pueden retraer
en tiempo de menester
mil osos encubertados.
Y según razón atiza
y también el tema escarba,
con piedra blanca caliza
puerta y puente levadiza.
tiene fecha de la barba.
Los dientes son la barrera,
y las muelas especial,
aunque la muela cordal
casa es para quien quieta.
Aposentó en una oreja,
con diez frailes, al Ministro,
y tras de] ella , al del rejistro,
dos Doctores dela Iglesia.
Creo, obispos, dos o tres,
también al Protanotario,
aposentó haz y envés[sic],
según que lo fallares,
a veinte de Santilario.
En el oreja derecha,
aposentó al confesor,
fraile honrado y gran dotor,
no de regla muy estrecha.
Al cuál oí jurar[sic],
al Señor muy soberano,
que no osaba resollar[sic],
de miedo del escarbar,
que trata dentro el guano.
En un lugar de menor,
que allí cercano tenía,
dó moraba un tondidór,
aposentó al herrador
con tres mulos que traía.
En el un hombro, de dos,
casas d[e] un rico trapero,
dijo: tomalda, escudero,
para Mosen Arenós:
y porqué tengáis juntadas
las bestias, hombres y todo,
tomad estas dos posadas,
védeslas ahí cerradas,
no toquéis en las del codo.
Mas en aquestas espaldas,
entre cien cabalgaduras,
repartidas, compasaldas,
sin ruido, bien trataldas,
pues tenéis hartas anchuras.
Es una plaza, los pechos,
de casas nuevas cercada,
puertas, ventanas y techos,
tan grandes y tan bien hechos,
como su cara sagrada.
Para Mossén Borja dio
la del sobaco derecho,
aunqu[e] era lugar estrecho,
el suyo la recibió.
E os hago, Señor, saber
que sin muchas alharacas,
vi yo en un hoyo beber,
sin mentirme, el conocer,
mil y quinientas malcracas.
La del segundo sobaco
á Micer Mosén de Brasa,
casa que fizo el dios Baco:
otros dicen qu[e] el ladrón Caco,
anda fecho duen[d]e de casa;
pero n[o] os mararavillés,
oíd un poco adelante,
lo que d[e] esto dijo el Dante,
sin echar paso al través.
Dijo d[e] Eva nuestra madre
que según ley verdadera
qu[e] el metro do dice ladre
que dice qu[e] él era padre
del diablo can Cerbero.
Está en el hombro segundo
una iglesia, sin mentir,
que se puede bien decir,
qu[e] es una delas del mundo.
Desde junto d[e] esta iglesia
hasta el codo y coyuntura,
hay, par Dios, tanta largura
como un tiro de molleja.
Todo tiendas de Oficiales,
de sillas, calzas, jubones,
lanzas, espadas, puñales:
y cintos de cabezales,
los esqueros de melones.
El codo, torre especial,
todo betún y de box,
fue hecha para el reloj,
en tiempo del rey Trampal.
cuando aqueste mi señor,
gomitó las cien ciudades,
y Judas el tondidor
y Nabucodonosor
firmaron sus amistades.
En la palma, no había casa,
ni se consiente poblar,
qu[e] es una plaza muy rasa,
redonda como una basa
y en medio d[e] ella un pilar:
y de allí pasa la puente
que va del codo al cuadril,
edeficio muy sotil,
de orujo y orpimente.
El cuadril es escusado,
que son tiendas de concejo,
do mostraron, bien guardado,
un trillo verde y rodado
que tienen por previllejo.
Al barrio delas Caderas,
mas bajito del cuadril,
á un repique de candíl,
se juntan treinta rameras.
Y por ser barrio apartado,
quito de gente extranjera,
le dio desembarazado
por mandado del Legado,
á Mosén Diego Valera.
A Muñóz en el cuadril
aposentó, y a Luzón,
y en la cadera mesón
rifarrafas mas de mil.
Bajito las caderías,
el muslo; son zapateros,
herreros, carnecerías,
habceras, puterías,
y el solar de los odreros.
En los lomos y riñones,
qu[e] es una gran judería,
aposentó los gascones,
con setecientos serones,
vestidos de Cofradía.
Todo el muslo, o la redonda,
de moros está cercado,
y un adarve, derrocado,
de tiempo de Trapesonda.
Unas casicas cuadradas,
fechas como carracones,
ya sabéis, amoriscadas,
unas sobre otras, trabadas,
como nidos de Aviones.
Y tienen una Mezquita
muy labrada, a maravilla,
en medio dela rodilla
menos grande que chiquita.
Y d[e] aquí presto subió
arriba a la judería,
mas primero repartió
veinte camas, y las dio,
de toda la morería.
La barriga es una plaza
donde se face el mercado,
tan grande y tan abastado
como la ciudad de Baza;
do verés, como mosquitos,
rapaces siempre correr,
tableros, perros, y gritos,
estruendos tan infinitos,
que no es cosa de creer.
Los buetagos y livianos,
son portales sin sobrado,
donde están los aldeanos,
cuando vienen al Mercado.
El ligado, dos posadas,
quedaron, Señor, sin dueño,
porqu[e] estaban ocupadas
con cien mil piedras obradas
que tenían para el ingenio.
Dentro, en la vena del arca,
cabe el brazo más certero,
dio para Jaimes barbero.
porqu[e] es en buena comarca.
Qu[e] era una posada tal,
que sin ningún entremés,
cupo bien el Oficial,
con todo el herramental,
y sobró para otros tres.
La barriga es un gran lago
entr’el ombligo y el soto,
de color de terremoto,
de hechura de aciago:
do vi, sin duda, en aquél,
un hombre, no sin recelo,
desde encima d[e] un batel
con cien brazas de cordel
no poder llegar al suelo.
Dicen qu[e] es ojo de mar,
otros, de Lerne, laguna,
porqu[e] en tiempo de fortuna
face la tierra temblar.
Personas Autorizadas,
dignas de fe que aquí están,
vieron allí revocadas
diez ballenas encantadas,
la mañana de San Juan.
Sale de [é]l un tropel d[e] agua,
y va al ombligo primero,
dond[e] está un abrevadero
tan hondo como una fragua.
Do veréis andar latines
repicados, como agraces,
y en figura d[e] escarpines
nadar mulas y rocines,
y ahogar dos mil rapaces.
Las nalgas, son Caserias
de sastres y zapateros,
y las cahas, tenerías
do se curan dos mil cueros :
está allí luego, a la par,
un batán, y tal, a osadas,
do están siempre abatanadas
cien mil piedras de lagar.
Las ingles, como se riegan,
todas se siembran de pan,
mas el soto del batán
los consejos se lo siegan:
pero de los estentinos
tanto estiercol se alcanza
que los años mas continos
veréis los panes y vinos
tan altos como una lanza.

Fin del aposento.
Quizá es la renta poquilla,
así, valor de una cerda,
no lo hayáis a maravrilla :
sabéis que renta a la Villa
trece mil cargas de mierda.

La colación que dieron al Señor
Juvera, después de fecho
el Aposento.

Trecientas cargas de suelas
comió, por suplicaciones,
en vino blanco aquel día,
y otras tantas de cazuelas,
todas llenas de ratones
con los monos de Bugía.
Y esto, no hayáis por patraña,
que aunque los comió revueltos,
los monos andaban sueltos,
tan libres y desenvueltos,
trepando por sus entrañas
como en las mismas montañas.

Como se achitó Juvera.
Muy discreto apotecario,
en el arte singular,
prepara para purgar
a Juvera tercianario:
“Tomaréis un dromedario,
la corcova con el cuello,
templaréis también con ello
un grueso lugar templario
del yermo de Manzanares:
tomá casi la mitad,
y otra tanta cantidad,
de gruesos pinos albares.
Delos grandes olivares
del ajárafe un pedazo,
delos montes de Zarazo,
d[e] arrobas, dos mil quintales;
y tres o cuatro jornadas
delas montañas de Jaca,
y una muy gruesa carraca
de las que fue bien cargadas.
Y estas cosas, amasadas,
se las dad con perficción;
en el Golfo de León
se las daréis ativiadas.

Fin.
El bacín para cagar
mira bien donde ha de ser,
dende Roma a Gibraltar,
si pudiere bien caber.

 

2020-01-02T18:55:47+00:00

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