Quién os engañó, señor

Quintillas.

¿Quién os engañó, señor,
en acetar desafío,
donde el premio es el honor
sin fuerza, talle ni brio,
para batallas de Amor?

Confiasteis de animoso,
y fuéraos más provechoso
vivir menos confiado
que no venir desarmado
a campo tan peligroso.

¿Qué pensábades sacar
que todo no os afrentase
no pudiendo acaudalar
armadura que os armase
ni lanza para encontrar?

Y pues tal os hizo Dios,
de concierto entre los dos,
fuera bueno haberle dado
al enemigo un soldado
que combatiera por vos.

Natura os quitó el arnés,
quedasteis sin armadura,
y vos quisisteis después
pelear contra natura.
siendo el disparate que es.

¡Qué cosa tan torpe y fea
para quien honra desea!
¿No veis que no vale un higo
el desarmado enemigo
para entrar en la pelea?

Considero de la suerte
que estábades en aquel
trance peligroso y fuerte,
mas amargo que la hiél
con mil sudores de muerte,

Entrando y saliendo en vano
con vuestra derecha mano
por esforzaros, y al fin
vuestro cansado rocin
echado en el verde llano.

Poniadesle al robusto
el blanco pecho delante,
el pié calzadillo justo,
la pierna lisa bastante
para provocalle a gusto.

Mostrábadesle a porfía
la casa del alegría,
que es el secreto minero:
todo lo miraba Ñero,
y él de nada se dolía.

¿Qué usaríades con ella
de regalos y retozo?
¿Qué de soballa y molella
con cuentos de cuando mozo
para sólo entretenella?

Y al fin cuanto en vos se halla
pudo en algo contentalla,
o dalle algún gusto humano,
ojos, lengua, boca y mano.
sino don Sancho que calla.

Por lo que al fin sucedió
de la mísera jornada,
la mujer os engañó
y quedó desengañada
de lo que de vos pensó.

Pintábaos fuerte varón
dentro en la imaginación;
pero ya la pobre entiende
que fué tesoro de duende
que se convirtió en carbón.

Pues de la dama leal
¡Quién duda que no hiciese
algún acto cordial
para ver si le pudiese
despertar de un sueño tal!

Y al estruendo y vocear,
al gemir y suspirar,
a las ansias y al tocaros,
durmiendo está el Conde Claros
la siesta por descansar.

Y ojalá fuera dormir.
todo se compadeciera.
tiempo pudiera venir
en que despierto estuviera
para poder combatir.

Pero más mal hay que suena
que entre Torres y Jimena,
helado de parte a parte.
muerto yace Durandaste,
¡ved que lástima y qué pena!

De muerte, que es de lloralla;
que a morir como guerrero
peleando en la batalla
fuera dolor no tan fiero
para la que sufre y calla.

Mas la pobre está llorando,
no su muerte, sino el cuando,
que quisiera la traidora
que fuera dentro en Zamora
por su patria peleando.

La candela que no ardía
en sus manos la tomaba,
y en su fuego procuraba
encendella, y no podia,
porque el pábilo faltaba.

Contemple cualquier cristiano
cuál estábades, hermano,
con los pies hacia el Oriente,
y la mísera doliente
con la candela en la mano.

Hicisteis una salida
por cobrar provecho y fama,
y a poca tierra corrida
captivastes una dama
que se os echó derrendida.

Y dad mil gracias á Dios
que no podrán otros dos,
aunque os armasen celada,
quitaros la cabalgada,
porque no lo fué de vos.

De aquí se concluye al fin
ser honrado en gran manera.
No ruin, ni Dios lo quiera,
porque si fuera ruin
rogándole se estendiera.

Aunque a ella per otros fines
no se le da dos cuatrines,
ruin le fuera mejor.
Porque está hecha en amor
a contratar con ruines.

¡Qué rocin tan de mal talle!
¡Qué hacon tan flaco y feo!
Que no bastó espolealle
Con ocasión y deseo
Para sólo levantalle.

Pues, señor, de mi consejo
a rocin tan flaco y viejo,
y qué cae sin cargalle
mejor es desjaretalle
y serviros del pellejo.

O pues no ha salido fiel.
Aunque se os haga de mal,
hacedle cierta señal,
no se engañe mas por él
la que no os tiene por tal.

Cortadle si os pareciere,
nariz y orejas, si hubiere.
Como posta que cayó,
que sepa que desmayó
quien a correrla viniere.

Con todo en las ocasiones
en que Amor incita a mal,
no cairá en las tentaciones
de nuestro mal natural.

Llevarlo será acertado
a monjas para donado:
servirlas ha á maravilla
sin tener jamás rencilla.
Pues jamás está alterado.

Entre los siete durmientes
podéis contalle y ponelle.
Que él recordará sin velle
cuando ni Dios ni las gentes
tengan ya que agradecelle.

Y de la necesidad
mostrará ferocidad,
sin para que, ved que rabia,
como Santelmo en la gabia
pasada la tempestad.

El árbol que tanto os cuesta,
al fin fin se os ha secado:
cortalde que es cosa honesta
que un árbol, seco, pelado.
Sin flor ni fruto, ¿qué presta?

Para alcándara es mejor,
de tórtola, buen señor.
cuando su marido pierde,
que ni posa en ramo verde.
Ni en árbol que tenga flor.

No entiendo vuestra costumbre.
Pues sabemos cierto nos.
Los mansos tienen la cumbre;
¿Cómo estáis tan bajo vos
siendo todo mansedumbre?

Viendo aquesto la mezquitia
con los humildes se inclina
y á soberbios dá favores,
porque la mata de amores
lo que la soberbia empina.

¡Ah Sansón fuisteis opuesto:
el belicoso, vos manso;
él a mil trabajos puesto,
vos en perpetuo descanso;
pero no mejor por esto.

Ambos demostrado habéis
a damas lo que valéis:
él el lugar que sabía
donde la fuerza tenía,
vos donde no la tenéis.


Coplas a un caballero que tuvo un concierto y no pudo concertarse

¿Quién os engañó, señor,
en aceptar desafío
donde el premio es el honor
sin fuerza, talle ni brío
para batalla de amor?
Confiasteis de animoso
y fuéraos más provechoso
vivir menos confiado
que no venir desarmado
a campo tan peligroso.
¿Qué pensábades sacar
que todo no os afrentase
no pudiendo acaudalar
la armadura que os armase,
ni lanza para encontrar?
Y pues tal os hizo Dios
de concierto entre los dos
fuera bueno habelle dado
al enemigo un soldado
que combatiera por vos.
Natura os quitó el arnés,
quedasteis sin armadura
y vos quisisteis después
pelear contra natura,
siendo el disparate que es.
iQué cosa tan torpe y fea
para quien honra desea!
¿No veis que no vale un higo
el desarmado enemigo
para entrar en la pelea?
Considero de la suerte
que estábades en aquel
trance reguroso y fuerte,
más amargo que la hiel,
con mil sudores de muerte
entrando y saliendo en vano
ayudándoos con la mano
por esforzaros, y al fin,
vuestro caballo ruin
tendido en el verde llano.
Mostrábadesle al robusto
el blanco pecho delante,
el pie calzadillo y justo,
la pierna lisa bastante
para provocalle a gusto.
Mostrábadesle a porfía
la casa de la alegría
ques el secreto minero.
Todo lo miraba Nero,
y él de nada se dolía.
Pues de la dama leal
¿quién duda que no hiciese
algún acto cordial para ver
si le pudiese recordar
de sueño tal?
Y al estruendo y vocear,
y al gemir y sospirar,
y a las ansias y al tocaros,
dormiendo está el conde
Claros la siesta por reposar.
La candela que no ardía
en la mano la tomaba,
y en su lumbre trabajaba
de encendella y no podía,
porque pabilo faltaba.
Contemple todo cristiano
cuál estábades, hermano,
con los pies hacia Oriente,
y la mísera paciente
con la candela en la mano.
Hicisteis una salida
por haber provecho y fama,
y a poca tierra corrida
atibasteis una dama
que se os echó de rendida.
Y dad mil gracias a Dios
que no podrán otros dos,
aunque os armasen celada,
quitaros la cabalgada,
porque no lo fue de vos.
De aquí se concluya
al fin que es honrado
en gran manera,
y no ruin, ni Dios lo quiera,
que cierto, si él fuera ruin,
rogándole se estendiera.
Aunque a ella, por otros fines,
no se le da dos cuatrines,
ruin le fuera mejor porque
está hecha en amor
a contratar con ruines.


[COPLA A UN IMPOTENTE,
DE BALTASAR DE AlCÁZAR]

¿Quién os engañó, señor,
en ace[p]tar desafío,
donde el premio es el honor?
Sin fuerza, talle ni brío
para batallas de amor,
confiastes de animoso,
y fuéraos más prouechoso
bibir menos confiado,
que no venir desarmado
a campo tan peligroso.

¿Qué pensáuades sacar
que todo no os afrentase,
no pudiendo acaudalar
armadura que os armase
ni lança para encontrar?
Y pues tal os hizo Dios,
de concierto entre los dos,
fuera bueno auerle dado
al enemigo un soldado
que combatiera por vos.

Natura os quitó el arnés,
quedaste sin armadura,
y vos quesistes después
pelear contra natura,
siendo el disparate que es.
¡Qué cosa tan torpe y fea
para quien honra desea!
¿No veis que no vale vn higo
el desarmado enemigo
para entrar en la pelea?

Consideras de la suerte
que estábades en aquel
trance peligroso y fuerte,
más amargo que la hiel,
con mil sudores de muerte,
entrando y saliendo en vano,
con vuestra derecha mano
por esforçaros, y al fin,
vuestro cansado rocín
tendido en el verde llano.

Mostrabádesle al robusto
el blanco pecho delante,
el pie calzadico y justo,
la pierna lisa bastante
para provocarle a gusto.
Mostrábadesle a porfía
la casa del alegría,
que es el secreto minero:
todo lo mirava Nero
y él de nada se dolía.

¡Qué vsaríades con ella
de negalos y retozo!
¡Qué desovalla y molella
con quinientos de cuando mozo,
para sólo entretenella!
Al fin, cuanto en vos se alla,
¿pudo en algo contentada
y darle algún gusto humano,
ojos, boca, lengua y mano?
Sólo don Sancho que calla.

Por lo que al fin subcedió
de la mísera jornada,
la mujer os engañó
y quedó desengañada
de lo que de vos creyó.
Pintábaos fuerte varón
allá en su imaginación,
pero ya la triste entiende
que fue tesoro de duende
que se convertió en carbón.

Pues de la dama leal,
¿quién duda que no hiciese
algún acto cordial
para ver si le pudiese
recordar de un sueño tal?
Y al estruendo y vosear,
al gemir y suspirar,
a las ansias y tocaros,
durmiendo está el conde Claros
la siesta por descansar.

¡Ojalá fuera dormir!
Todo se compadesciera,
tiempo pudiera venir
en que el galán no durmiera
para poder combatir;
pero más mal ay que suena,
que entre Torres y Jimena,
e lado de parte a parte,
muerto yace Durandarte,
ved qué lástima y qué pena.

De muerte qu[e] es de llorada,
que a morir como guerrero
peleando en la batalla
no fuera dolor tan fiero
para la que sufre y calla.
Vuestra dama está llorando
no su muerte sino el quándo,
que quisiera la traidora
muriera dentro en Zamora
por su patria peleando.

Hecistes una salida
por haber provecho y fama,
y a poca tierra corrida
captivastes esa dama
que se os echó de rendida.
Y dad mil gracias a Dios,
que no podrán otros dos,
aunque os armase celada,
quitaros la cabalgada
porque no lo fue de vos.

De aquí se concluye, al fin,
que es honrado en gran manera,
no roin, ni Dios lo quiera,
porque si fuera rocín,
al rogalle, se estendiera.
Mas ella, por otros fines,
no se le da dos cuatrines:
rocín le fuera mejor,
porque está hecha en amor
a contratar con rocines.
Pues no os ha sido fiel,
aunque se os aga de mal,
hacedle cierta señal,
no se engañe más con él
la que no os tiene por tal.
Cortalde, si os paresciere,
una oreja, o lo que fuere,
como posta que cayó,
que sepa que desmayó
quien a correrla viniere.

Entre los siete durmientes
podéis contarle y ponerle,
él recordará sin verle
quando ni Dios ni las gentes
no tengan que agradecerle.
Y de la necesidad
mostrará ferocidad
sin para qué, ¡ved qué rabia!,
como el piloto en la gavia,
pasada la tempestad.

El árbol que tanto os cuesta
al fin fin se os ha secado.
Cortalde cosa es honesta
que un tronco seco, pelado,
sin flor, ni fruto, ¿qué presta?
Para alcándara es mejor
de tórtola o ruiseñor,
cuando a su marido pierde,
que ni posa en ramo verde
ni en árbol que tenga flor.

No entiendo vuestra costumbre,
si por la bondad de Dios
los mansos tienen la cumbre,
¿cómo estáis tan bajo vos
siendo todo mansedumbre?
Viendo esto la mesquina
con los humildes se indigna
y a soberbios da favores,
porque le mata de amores
lo que la soberbia empina.

A Samsón fuistes opuesto:
él bellicoso, vos manso;
él en mil trabajos puesto,
vos en perpetuo descanso,
pero no mejor por esto.
Ambos descubierto habéis
a damas lo que valéis:
él, el lugar que sabía
donde la fuerza tenía,
vos, donde no la tenéis.

La candela que no ardía
en la mano la tomaba,
y en su lumbre trabajaba
de ensenderla, y no podía
porque el pábilo faltaba.
Contemple todo christiano,
quál estábades, hermano,
con los pies hacia el oriente
y la mísera paciente
con la candela en la mano.

¡Qué rocín tan de mal talle!
¡Qué harón, qué flaco y feo,
que no baste espolealle
con ocasión y deseo
para poder levantalle!
Pues, señor, de mi consejo,
a rocín tan flaco y viejo,
que se cae sin cargalle,
mejor es dejarretalle
y serviros del pellejo.

2019-08-25T15:20:41+00:00

Un comentario

  1. Javier Blasco 12 septiembre, 2018 en 12:55 pm - Responder

    “D. Francisco Chacoa casó con doña Juana de Acebedo, yá poco á título de impotente, se deshizo el casamiento por sentencia. A este propósito, hizo BaLasar de Alcázar estas quimillas.” (Lustonó).
    Sin embargo, el destinatario cambia según las versiones. Además de las que aquí se recogen existe otra versión en Códice 961 de la Biblioteca Real de Palacio. El facsímil con que se ilustra este poema remite a esa versión no transcrita que acabo de mencionar.

Deja tu comentario

Centro de preferencias de privacidad

Estrictamente necesarias

Cookies necesarias para el correcto funcionamiento de nuestra web. Por ejemplo, necesitamos que unas cookies estrictamente necesarias estén habilitadas con el objetivo de guardar tus preferencias sobre el uso de cookies. Si deshabilitas esta cookie, no podremos guardar tus preferencias. Esto quiere decir que cada vez que visites nuestra web, tendrás que volver a habilitar o deshabilitar las cookies otra vez.

wordpress_test_cookie, gdpr[allowed_cookies] gdpr[consent_types], fusionredux_current_tab, CONSENT

Estadísticas y análisis

Cookies de análisis de terceros. Estas cookies son generadas por Google Analytics. Google almacena la informacion recogida por las cookies en servidores ubicados en Estados Unidos, cumpliendo con la legislación Europea en cuanto a protección de datos personales y se compromete a no compartirla con terceros, excepto cuando la ley le obligue a ello o sea necesario para el funcionamiento del sistema. Google no asocia su direccion IP con ninguna otra información que tenga.

_ga

Analytics

Other