“Si no me casan hogaño
yo me iré con un fraile otro año.”
De verme tan encerrada,
toda la vida sujeta,
no hay cosa que no acometa
a trueque de ser amada,
y si no he de ser casada,
siquiera con un picaño,
yo me iré con un fraile otro año.
De mogollón sean servido,
pues de mí ya no lo esperen;
¡arre allá! ¡Y qué a doce muelen!
Por mostrenca me han cogido,
pues si no me dan marido,
desde aquí les desengaño,
que me iré con un fraile otro año.
No me curen de contar
las casadas sus fatigas,
pues se tornan a casar
si enviudan las enemigas.
Para mis ojos dos higas,
si por caso tan extraño,
yo me voy con un fraile otro año.
¡Donosa gobernación
es casar las hijas tarde!
Véncelas la tentación
cuando la sangre les arde;
no hagan que más aguarde,
que por Dios que, si regaño,
que me iré con un fraile otro año.
No me iré yo con soldado,
ni menos con rufián;
más quiero yo a mi fray Juan
que tener al Cid al lado;
y quizá mi desposado
no tendrá tan buen tamaño.
Yo me iré con un fraile otro año.
La presencia de esta poesía en el Cancionero de Barbieri permite
situar alrededor de 1500-1530 la fecha de su composición. Estuvo
de moda largo tiempo, ya que la volvemos a encontrar, aunque con
variantes, en el tratado de Francisco Salinas, De musica libri
septem, publicado en Salamanca en 1577 :
No me digáis, madre, mal del padre fray Antón,
que es mi enamorado y yo téngole en devoción (p. 309).
Aparece otra vez en 1603, transformada en inocente villancico de
Navidad por Francisco de Ocaña :
Otras al tono de
« No me le digáis mal, madre, a fray Antón ».
Buenas nuevas, buenas,
Perucho y Antón,
que hoy es nacida
nuestra salvación. Etc.
(Cancionero para cantar la noche de Navidad y las .fiestas de Pascua,
Ed. A. Pérez Gómez, p. 18.)
No es éste el único caso de poesía, erótica o « inocente », vuelta a
lo divino por el catolicismo insaciable de aquellos tiempos, capaz de
pornerle una mitra al mismo demonio, y tuvieron a menudo que lamentarlo
los calificadores del Santo Oficio :
<>
(Paz y Melia, Sales espaííolas, I,
pp. XXXII-XXXIII).