Un tuerto en su mujer no halló el despojo
y habíanle dicho que doncella era;
andaba cual paloma arrulladera,
porque otro había labrado en su trojo.
Ella le dijo: “No tan grande enojo,
señor marido, no desa manera,
que si a vuestro poder no vine entera,
ni vos al mío, pues os falta un ojo”.
El respondió, con voz algo turbada:
“Esto hicieron en mí mis enemigos,
mas al fin lo pagaron con matarlos”.
Ella dijo: “Yo estoy mejor librada,
pues esto me causaron mis amigos,
y así les di la vida en remediarlos”.
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