[LETRA]
Vide a Juana estar lavando
en el río y sin zapatas,
y díjele suspirando:
“Di, Juana, por qué me matas”.
En un lugar sonoroso
del Tajo fértil sombrío,
donde en el más fuerte estío
el árbol menos [h]ojoso
quita al sol su fuerza y brío,
donde las ninfas cantando
hacen sus coros danzando,
mostrando su hermosura
en esta misma frescura,
vide a Juana estar lavando.
Suelto el oro a las espaldas,
las dos piernas despojadas,
en pura leche cuajadas,
mostraban las cortas faldas
de azules rayas betadas.
Encubierta entre las matas,
no de mirar tan baratas
que no costasen mil vidas,
las tiene medio escondidas
en el río y sin zapatas.
Tan hermosa y linda cara
Natura estamparla quiso,
que quisiera dalle aviso
no causara el agua clara
lo que aconteció a Narciso.
Y sus piernas yo mirando,
su belleza contemplando,
vuelto en gloria mi tormento,
quise arrojar el aliento
y díjele suspirando:
“Ay, Juana, tu ardiente fuego
ha puesto en ti el niño ciego,
pues tu donaire y sosiego
hacen arder en el agua
los corazones de acero.
Si a los que prendes y atas
con mirar tú los rescatas,
volviendo en vida tú mueres,
a mí, que vivo en quererte,
di, Juana, por qué me matas”.
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