SONETO
Cierta señora se soñó durmiendo
que su querido amor tenía en la cama,
y para mitigar no sé qué llama,
encima se quería andar poniendo.
Subió, metiolo, diole lengua y, viendo
el amoroso fuego que le inflama,
para cobrar buen crédito y más fama,
juega de lomos esto le diciendo:
“¿Qué me haces, mi bien, que así me sabe?
¿Vienes comigo? Mira, que te aguardo.
“Dámelo. Apara, apara. Agora, agora”.
Y estando en este gusto más suave,
hirvió el puchero y derramose el caldo,
y almidonose en balde la señora.
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