“Gentil caballero,
désdeme hora un beso;
siquiera por el daño
que me habéis hecho”.
Venía el caballero,
venía de Sevilla,
en huerta de monjas
limones cogía,
y la prioresa
prenda le pedía:
“Siquiera por el daño
que me habéis hecho”.
“Gentil caballero,
désdeme hora un beso;
siquiera por el daño
que me habéis hecho”.
Venía el caballero,
venía de Sevilla,
en huerta de monjas
limones cogía,
y la prioresa
prenda le pedía:
“Siquiera por el daño
que me habéis hecho”.
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