Atended por cortesía

Atended por cortesía,
parroquianas del deleite,
ilustres habitadoras
de las cortes de los reyes.
Ya sabéis que por natura
que el bemol no se me entiende,
que entre Jarama y Henares
os canté cosas alegres
y que ninguno en el valle,
según dijisteis mil veces,
tocaba mejor zampoña
al son de vuestros rabeles.
Condenáronme desdichas,
que son rigurosos jueces,
a que habitase estos montes
sin esperanza, aunque verdes.
La plata de vuestras caras
troqué por rostros de peltre,
y esos jardines de Chipre,
por riscos de acero y nieve.
Diome gana de escribiros;
quiera Dios, damas, que acierte,
que como con peñas trato
la Musa se me endurece.
Va de carta, que ya es hora
que con la pluma comience
a pintaros los peñascos
que cascan vuestros bajeles.
Cuanto a lo primero, amigas,
os ruego que al interese
apliquéis las voluntades,
que es mucho quien mucho puede.
A la entonación hinchada
de galanes transparentes,
jardineros de Cupido,
cerradles vuestros canceles,
que estos altivos rasgados
sospechan que pedir pueden
parias al género humano
sus ligas y sus copetes.
Todo son paseo y ronda,
celillos y cosas leves,
y espanto de algunos ojos
que después de laudes duermen
Yo fui de esta cofradía,
y al cabo de algunos meses,
serenóseme la cholla,
escarmenté y acostéme.
Valientes no importan nada,
que ministros de la muerte
en nubes de Marte airado
sangre de cobardes llueven.
Si como dan de garganta *
gargantillas de oro diesen,
los señores guitarristas
no es del todo mala gente.
Mas no es justo que un romance
de paganos o infieles
quiera negociarlo todo,
aunque le canten sirenes.
A los poetas vengamos:
a éstos, damas, hacedles
una cruz porque sus coplas
vayan arredro y no os tienten.
A vosotras, ¿qué os importa
que en el Parnaso eminente
haya de versos concilio
entre las divinas nueve
ni que el doctor don Apolo
allá en Delfos respondiese
a todas las cosicosas
que inventan sus bachilleres?
Si dicen que lauros sacros
ciñeron sus doctas sienes,
decidles que ya el laurel
ciñe cualquiera escabeche.
Procurad que os rijan varas,
de las de medir se entiende,
que con fiambres engordan
y visten a los que prenden.
La que fuere muy pesada,
procure que la sustenten
los pies de algún recio banco
de los de por ciento trece,
que los ceros de estos hombres
son los famosos roeles
de aquellas dichosas armas
que mil imposibles vencen;
si sus padres en las suyas
fueron unos santandreses,
hidalgos vareteados
se llaman sus descendientes.
Y a falta de estos triunfantes,
a sombras de un arcipreste,
del sol de necesidades
defenderéis vuestras teces.
A los de pan y cuchillo
asidlos con mano y dientes
antes que os tapen el gusto
y lloréis por sus manteles.
Mirad que los niños años
en un punto se envejecen
y que la yegua más linda
en tahona parar suele.
Las que estáis lisonjeadas
tened miedo a los vaivenes
del Tiempo y de la Fortuna,
ella alevosa y él leve.
Al fin, en vuestros deseos
solamente viva y reine
carestía y desamor,
y a la afición, que la quemen”.
Con esto cerró su carta
Riselo, porque no quiere
hacer a mujeres trampas,
que en efecto son mujeres.

2020-02-13T09:20:51+00:00

Un comentario

  1. Javier Blasco 12 septiembre, 2018 en 4:09 pm - Responder

    Para el “trocar plata por peltre”, véase el DAut.: PELTRE. s. m. Especie de metal compuesto de estáño y plomo, del qual se hacen vasijas y otras cosas, para el uso y servicio de la casa y mesa. Es voz Inglesa segun Covarr. Latín. Stannum plumbo admixtum. MARIAN. Hist. Esp. lib. 20. cap. 6. Para que la solemnidad fuesse mayor, trocó la baxilla de peltre de que usaba el Pontífice, para muestra de tristeza por causa del scisma, en aparador de oro y plata.

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