Bien se conoce, Fileno

Diálogo de mujeres
INTERLOCUTORES: ALETHIO, FILENO
A.
Bien se conoçe, Fileno,
que andáys alegre y ufano.
F.
¿No os pareçe, Alethio hermano,
que es bien gozar de lo bueno
y alaballo?
Quanto más yo, que me hallo
preso de lindos amores
y tan rico de favores,
que peno quando los callo.
A.
Sinrazón
les hazéys, si tales son,
pues la ley de amor perfeto
nos manda tener secreto
lo que está en el coraçón.
F.
Bien sería,
pero yo no tomaría
plazer grande ny senzillo
a troque de no dezillo
y gozar en conpañía
mi favor,
porque assí como el dolor
duele más siendo callado,
el plazer comunicado
diz que se haze mayor.
A.
En buen hora.
Mas dezidme vos agora:
¿en qué fundáys vuestra gloria?
F.
En el amor y memoria
de my amiga y my señora.
A.
Ceguedad,
ya que esso fuesse verdad,
es, y locura dañosa
fundar el plazer en cosa
en que no ay seguridad.
F.
¿Cómo no?
A.
Porque luego que crió
Dios la primera muger,
por su culpa aquel plazer
ya veys quán poco duró.
F.
Fue engañada.
A.
Es verdad, mas no forçada,
y ella se dexó engañar;
de donde para burlar
y mentir quedó vezada.
F.
La serpiente
con astutia diligente
la hizo ser pecadora.
A.
Ella fue consentidora
y cobró súbitamente
mal siniestro
para mal y daño nuestro;
y pues fraude entre ellos uvo,
¿qué se espera de quien tuvo
al diablo por maestro?
F.
Si él callara,
ella nunca le buscara.
A.
Puede ser; mas si él no viera
primero quién ella era,
por dicha no la tentara
para mal;
y pues era el principal
Adán en aquel vergel,
¿por qué no le tentó a él,
sino por verle leal
y constante?,
y no viéndose bastante
para tentallo y vendello,
dióle a ella el cargo de ello
como a quien le va adelante
en engaño;
y assí de hyerro tamaño
dando Adán su testimonio,
a la muger, no al demonio,
echo la culpa del daño.
F.
Si pecó
Eva, porque se engañó,
¿las otras qué culpa tienen?
A.
De la mesma cepa vienen
donde tal fruta nació.
F.
¡Mal pecado!
Vos devéys venir tentado
de dezir mal de mugeres
por estar de sus plazeres
por ventura deshechado
con querella;
y para satisfazella
promovéys esta materia,
pregonando de la feria
según ganastes en ella,
A.
Puede ser
que para mejor saber
su maldad por experiencia,
disfavor y malquerençia
me ayan sido menester;
mas yo he sido
alguna vez bien querido
y otras tanbién desdeñado,
de unas mugeres amado
y de otras aborreçido,
y diría
que al fin hallo todavía
en las unas liviandad
y en las otras crueldad
y soberbia y tiranía.
F.
Ciertamente,
Alethio, soys maldiziente,
lo que no pensé de vos,
y en cosa que es contra Dios
y en offensa de la gente.
A.
Quán ageno
estáys en esso, Fileno,
de lo que devéys sentir,
si pensáys ser maldezir
llamar al negro moreno.
F.
Mal hablar
no se puede colorar
con eloquençia ninguna.
A.
Assí es, si es contra alguna
persona particular;
mas si el mal
es común y general
en daño de los naçidos,
atapalles los oydos
es gran pecado mortal,
y oxalá,
en cosa que tanto va,
fuesse tal mi abilidad
para dezir la verdad
quanta causa ella me da.
F.
Por tal vía
y en tan iniusta porfía
no podéys quedar sin mengua.
A.
Es verdad, porque mi lengua
no llega donde la embía
la razón.
F.
Lexos vays de my opinión,
porque tengo firmemente
ser cosa más exçelente
la muger que no el varón.
A.
¿De qué modo?
F.
Quando Dios lo crió todo
y formó el hombre primero,
ya veys que como a grossero
lo hizo de puro lodo;
mas a Eva,
para testimonio y prueva
que devemos preferilla,
sacóla de la costilla
por obra sotil y nueva,
y mandó
que el hombre que assí crió,
padre y madre desechasse
y a la muger se juntasse
que por consorte le dio
singular,
mandándosela guardar
como su propia persona,
por espejo y por corona
en que se deve mirar.
A.
Assí fuera
si ella constançia tuviera
y luego no resbalara,
para que se conservara
en la dignidad primera;
mas pecando,
a nuestro enemigo dando
las sus orejas altivas,
perdió las prerogativas
y tornóse de su vando
y obidiençia.
Pero nuestra differençia
no es agora en conoçer
entre el hombre y la muger
quál es de más exçellençia
y condiçión;
quitada está la quistión
do tan clara es la ventaja,
y cessa toda baraja
donde no ay comparaçión.
Solamente
hablamos aquí al presente
de los males que la hembra
en el mundo causa y siembra
y trata continamente:
sus ruindades,
mudança de voluntades,
todo para nuestros daños,
trampas, mentiras, engaños
y flaqueza de verdades.
F.
Ya que uviesse
alguna que tal no fuesse,
no sería bien juzgado
que el particular pecado
a todas se atribuyesse,
pues se sabe,
aunque yo no las alabe,
ser tantas las exçelentes
de passadas y presentes,
que no ay lengua que lo acabe
de contar.
Cielos y tierras y mar
están poblados y llenos
de hechos tantos y buenos
que nos mandan pregonar
bienes de ellas:
casadas, viudas, donzellas,
que el mundo con su grandeza
adornan de gentileza
como al çielo las estrellas.
Siempre ha avido
por el çírculo sabido
de la tierra enderredor,
hembras que con su valor
han el mundo esclareçido;
no ay historia
do no se haga memoria
de algún caso señalado
de mugeres que han ganado
ynmortal y digna gloria,
por lo qual
el que para dezir mal
de mugeres tiene boca,
en él queda y en él toca
la vergüença prinçipal.
A.
No se entienda,
Fileno, ni se defienda
no haver hembras señaladas
que deven ser exçebtadas
de aquesta nuestra contienda
y proçesso;
que claramente confiesso
aver siempre, a la verdad,
hartas de cuya bondad
se puede bien dezir esso.
De las quales,
verdaderas y leales,
vaya lexos tal afrenta
y solamente esta cuenta
se entienda de las no tales.
Antes éstas
son causa que las honestas,
veniendo a ser conoçidas,
quedan más esclareçidas,
adornadas y conpuestas
de virtud.
Mas en tanta multitud
de traydoras y alevosas,
las buenas y virtuosas
son desseo de salud.
Entre espinas
suelen naçer rosas finas
y entre cardos lindas flores
y en tiestos de labradores
olorosas clavellinas.
A buscar
se va el oro y a hallar
a montes y peñascales,
y las perlas orientales
en las conchas de la mar.
Todas cosas
por ser raras son preçiosas.
Menos villas ay que aldeas,
y al respeto de las feas
muy pocas son las hermosas.
Y assí son
las buenas, en conclusión,
tomadas en espeçial.
No ay regla tan general
que no tenga su excebçión
a la mano.
No se hizo para el sano
la sçiençia de mediçina,
y una sola golondrina
diz que no haze verano.
Poderoso
es Dios, como piadoso,
de estas piedras que aquí están
hazer hijos de Abraam
por caso maravilloso.
Mas si dar
a la verdad su lugar
queréys, sin tocar estremos,
de lo general hablemos,
dexad lo particular.
F.
Diferente
es en el mundo la gente:
ay de más y menos dinos.
A.
Los espíritus malinos
no son malos ygualmente.
F.
Vos, amigo,
siempre como mal testigo
respondiéndome con arte,
a la más siniestra parte
ynterpretáys lo que digo
con falsía.
¿Qué os parece que valdría
el hombre sin la muger?
A.
Lo que dexa de valer
por su mala compañía.
F.
Pues, ¿qué fuera
del hombre si no tuviera
muger con quien entenderse?
A.
Si esso pudiera hazerse,
mucho mejor se entendiera.
F.
Mal quedara
si Dios de ella le privara.
A.
Si él fuera servido de ello,
muy bien pudiera hazello,
y a todo el mundo librara
de pendençia.
F.
Pues si Dios con su sapiençia
las mugeres ordenó,
no sin causa nos las dio.
A.
Diónoslas por penitençia,
y pudiera
no criarlas si quisiera,
y oxalá no las criara
y a nosotros nos formara
de otra materia qualquiera.
F.
Sin mugeres
careçiera de plazeres
este mundo y de alegría,
y fuera como sería
la feria sin mercaderes.
Dessabrida
fuera sin ellas la vida:
un pueblo de confusión,
un cuerpo sin coraçón
y un alma que anda perdida
por el viento,
razón sin entendimiento,
árbol sin fruto ni flor,
fusta sin governador
y casa sin fundamento.
¿Qué valemos,
qué somos, qué mereçemos
si la muger nos faltasse,
a la qual se endereçasse
el fin de lo que hazemos
y pensamos?
¿Quién es causa que seamos
partiçioneros de amor,
que es el más dulçe sabor
que en esta vida gozamos?
¿Quién ternía
cargo de la poliçía
y cuenta particular
de la casa y del hogar
y hazienda y grangería?
¿Qué consuelo
tan çierto, tan sin reçelo,
en nuestras adversidades,
trabajos y enfermedades
tenemos en este suelo?
De ellas mana
quanto bien el hombre gana,
y ellas son la gloria de ello,
la guarda, firmeza y sello
de nuestra natura humana.
A.
Bien está,
no habléys más de esso ya,
que yo os quiero conçeder
que las emos menester
como otras cosas acá
de que usamos:
bestias en que caminamos,
animales que comemos,
alhajas que posseemos
y casas en que moramos.
Cada cosa
es más y menos preçiosa
según en su calidad
y nuestra neçessidad
nos puede ser provechosa;
y en su ser
tanbién tiene la muger
lo que todos saben de ella,
mas no para encareçella
como vos queréys hazer;
que, loada,
luego queda levantada,
cobrando nueva locura,
y sale del andadura
en medio de la jornada
y tropieça;
y, en fin, es tan mala pieça
de la haz y del envés,
que, hecha para los pies,
se nos sube a la cabeça.
Es razón
que sirvan de lo que son,
como cavallos de caça
o como yeguas de raça
para la generaçión.
Vanidad
es de nuestra humanidad
andar tras sus calabaças
y llevarlas por las plaças
en ponpa y autoridad.
F.
¿No miráys,
Alethio, que despreçiáys
lo que todo el mundo estima,
y lo que ha de estar ençima
por el suelo derribáys?
No ay señor
tan grande ni enperador
que a mugeres no aya sido
ynclinado y sometido
por gozar de su favor
y affiçión;
y tras esta obligaçión
van de baxo de sus leyes
grandes prínçipes y reyes,
como lo fue Salomón
poderoso
y su padre glorioso,
gran rey de Jherusalem,
y Herodes después tanbién
y el gran Ercules famoso,
y otros tales.
A.
Pero no dezís los males
que sacaron de querellas,
y al fin fin usavan de ellas
como de otros animales
en manadas,
ascondidas y çerradas,
como se haze en Turquía,
do las tienen noche y día
en el çerralle guardadas,
sin les dar
aparejo ni lugar
de ser vistas ni de ver,
por quitarles el poder
de bullir y trafagar.
[Casadas]
F.
Mejor fuera
que qualquier de éssos tuviera,
según usamos agora,
una sola por señora,
por muger y compañera
de su nido,
en quien tuviesse ymprimido
su coraçón todo entero,
porque el amor verdadero
no deve estar repartido.
A.
Ya sería
no mala tal compañía
si en una muger hallasse
el hombre lo que buscasse,
y fuesse la que él querría
y dessea;
que, puesto caso que sea
más hermosa que fue Elena,
no le basta si no es buena,
ni buena si fuere fea
o en secreto
tiene algún otro defeto
que por de fuera se calla,
pues pocas vezes se halla
cuerpo de muger perfeto,
y a quien toca
gustarlo, no tiene poca
neçessidad de ventura,
porque no ay suerte segura
desde los pies a la boca.
De aquí viene
que si algún prínçipe tiene
desmandados apetitos,
suele jugar a dos hitos
sin que nadie le condene,
y assí avría
çien mill otros a porfía
que, si osassen, dexarían
sus mugeres e harían
nueva ley de bigamía.
Y por esto,
como daño manifiesto,
se devrían por ley nueva
dar las mugeres a prueva
si no fuesse deshonesto.
Un cavallo
que, como oy puedo comprallo,
puedo mañana vendello,
me dexan reconoçello
y corrello y passeallo.
La muger,
con quien he de padeçer
hasta el fin de la jornada,
dánmela a carga çerrada,
aviendo tanto que ver
y tentar;
de do suelen resultar
muchos casos desastrados
a los míseros casados
que se dexan engañar
del diablo.
En razón de esto que hablo,
pongo por conparaçión
un rey que tiene un montón
de cavallos en su establo,
y acaeçe
entre ellos, quando se offresçe
neçessidad de buscalle,
no aver uno en quien se halle
todo lo que perteneçe.
¿Qué hará
el desdichado que está
preso en una yegua sola,
de cuya boca ni cola
ningún sabor se le da?
Un pobreto
que por verse assí sujeto
le toma nueva cobdiçia,
delante de la iustiçia
diz que fue puesto en aprieto
y acusado.
Provósele ser casado
çinco o seys o siete vezes,
por lo qual de los juezes
a muerte fue sentençiado,
y al sacar
para llevarlo a horcar,
un juez le preguntó:
«Mal hombre, ¿qué te movió
tantas vezes a quebrar
tan sin tiento
las leyes del casamiento?
Di, ¿no te bastava a ti
una muger como a mí,
como el sacro sacramento
nos lo ordena?»
Respondióle muy sin pena,
como quien de él se burlava:
«Sí bastava, y aun sobrava,
mas yo buscava una buena,
sin pecado,
y estava determinado,
de lo qual no me arrepiento,
de no parar hasta çiento,
mas vos me havéys atajado».
F.
Son hablillas
que en la forma de dezillas
se conoçe, Alethio, y siente
quán apassionadamente
os movéys a referillas;
y dexadas
a parte las lastimadas
de essa lengua mordedora,
señaladamente agora
dezís mal de las casadas,
no mirando
que lo que assí murmurando
a las mugeres ofende,
por los maridos se estiende,
y que han de ser de su vando,
pues les days
causa, por lo que habláys,
de ser vuestros enemigos.
A.
Antes me serán testigos
de lo que vos me negáys,
pues lo saben;
vençidos de su plazer,
que, caso que las alaben,
no dexan de conoçer
los viçios que en ellas caben.
F.
Bien lo creo;
mas, con todo esso, los veo
satisfechos y contentos.
A.
No veys vos sus pensamientos,
voluntades y desseo
y gemidos.
F.
No son todos los maridos
de una suerte bien tratados.
A.
Ni querría más ducados
de los que ay arrepentidos.
F.
Possible es
que se hallen más de tres
de contrarios pareçeres.
A.
Sin culpa de las mugeres
muy pocos dan de través
no forçados;
mas aunque vivan pagados
y contentos tras sus muros,
no por esso están seguros
de no vivir engañados
y sugetos.
Avisados y discretos
y bien quistos pueden ser,
mas no llegar a saber
de ellas y de sus secretos
la mitad;
y vos, Fileno, pensad
y creed, una por una,
que ay muy pocas o ninguna
que diga entera verdad
por natura.
F.
Esso será, por ventura,
a los que ellas bien no quieren.
A.
Y aun con los que bien quisieren
nunca falta dobladura.
Su querer
no los puede defender
de mentira todas vezes,
porque ellas y sus doblezes
no se pueden entender.
Su affiçión
no nos salva de passión,
de renzillas ni de enojos,
porque les toman antojos
con que meten en quistión
y cuidados
a los más de ellas amados,
y nunca les faltan duelos
con mill achaques y çelos
que de ellas son demandados.
Mala o buena,
nunca dexa de dar pena
con quexas y liviandades,
baxezas y poquedades,
de que anda la casa llena.
Si es hermosa,
es sobervia y peligrosa,
y si fea, aborreçible;
si generosa, terrible,
y si sabia, desdeñosa;
y si fuere
honesta quanto quisiere,
¿qué vale, si es desgraçiada
o mal acondiçionada
con el hombre que tuviere,
o viçiosa,
desperdiçiada, costosa,
grangera de la çeniza,
o liviana antojadiza,
que entre ellas es una cosa
muy usada?
Una dueña, diz que honrrada,
muger de pompa y arreo,
adoleçió de desseo
de una saya verdugada
muy loçana,
a su pareçer galana,
que yendo a la yglesia vio,
de que luego le tomó
ynfinitíssima gana;
y tornada
a casa muy congoxada,
en sentándose a comer
començósse a entristeçer
y mostrar muy fatigada.
No comía,
mas sospirava y gemía,
y como que enferma estava,
la causa dissimulava
de la passión que tenía.
El marido,
congoxado y affligido
de tan súbito açidente,
quanto ella estava doliente
él estava dolorido
y cuitado;
y con temor y cuidado
que fuesse el daño mayor,
embió por un doctor,
médico muy señalado,
conoçido,
el qual, muy presto venido,
a la muger se llegó
y los pulsos la tocó
muy atento y sin ruido;
y assí, yendo
después de esso proçediendo
por sus preguntas sabidas,
las causas bien entendidas,
luego fue reconoçiendo
la dolençia;
y por hazer la experiençia
de lo que assí conoçió,
al marido se bolvió
con alegre continençia,
y muy quedo
le dixo: «no tengáys miedo
que de este mal muera ya
vuestra muger, o no avrá
mercaderes en Toledo.
Su passión
proçede del coraçón,
y, a mi pareçer, sería
menester darle alegría
y alguna recreaçión
y consuelo.
Compralde sin más reçelo,
si la quisierdes ver sana,
seys varas de fina grana
y quatro de terçiopelo
carmesí,
y pónganselas allí
porque se alegre de verlas,
y çiertas onças de perlas;
lo demás dexaldo a mí.»
En un punto
ya estava allí todo junto
sin momento de tardança,
y él con sólo esta esperança,
estando casi defunto,
rebivió;
y ella, luego que lo vio,
se le alegraron los ojos,
y çessando los enojos,
doblado sana quedó.
¿Qué diré
de çient mill otras que sé,
neçias, torpes y pesadas,
suzias y desaliñadas,
sin bien, provecho ni fe?
Tanto mal
no se puede en espeçial
relatar en poco espaçio:
remítolo a Joan Bocaçio,
Torrellas y Juvenal.
F.
Cierto os son
en muy poca obligaçión
hoy, Alethio, las casadas,
siendo assí vituperadas
con tan falsa relaçión;
de loar
son antes, a mi pensar,
como buenas y discretas,
que huelgan de estar sujetas
por escusar de pecar,
y en paçiençia
suffren con gran obediençia
nuestras ynportunitades,
forçando sus voluntades
por no hazer resistençia
ni desmán;
no vençidas del afán,
trabajos, tribulaçiones
y de muchas ocasiones
que los maridos les dan
de flaqueza.
Antes con mucha firmeza,
nunca haziendo mudança,
muchas vezes de tenplança
nos vençen, y fortaleza.
A.
Esso es bueno,
yo lo confiesso, Fileno,
y es justo que me convença
que alguna vez la vergüença
del mundo les pone freno,
y el temor
de la fama, que es mayor,
de que tienen escarmiento;
mas no que su pensamiento
sea por esso mejor
en su ser.
[Doncellas]
F.
Pues no puedo convençer
vuestra protervia malvada,
dándola por condenada,
quiero tanbién entender
y sentir
lo que sabéys argüir
contra las sinples donzellas.
A.
Aviendo tan pocas de ellas,
no avrá mucho que dezir
F.
¿Cómo pocas?
A.
Porque, allende que de locas
pecan muchas que sé yo,
no son todas sanas, no,
las que véis andar sin tocas,
ni se crean;
pero dado que lo sean
de la haz y del envés,
no pueden serio después
que ya no serio dessean,
ni conviene
tal nombre, por bien que suene,
a la virgen bova o neçia
que al nonbre de que se preçia
conformes obras no tiene.
Tales fueron
las vírgines que salieron,
como el Evangelio cuenta,
para reçebir afrenta
quando los novios vinieron,
que hallaron,
al tiempo que despertaron,
sus lámparas apagadas,
y se quedaron burladas
quando a la puerta llegaron.
F.
¡Gran error!
Siempre asís de lo peor:
contáys las çinco excluidas,
y no las çinco admitidas,
por quitarles el favor
que mereçen,
pues ya veys si resplandeçen
en el çielo coronadas,
y acá, de todos honrradas,
la tierra nos esclareçen,
do tenemos,
si conoçerlo queremos,
no siendo vos el juez,
muchas del mesmo jaez
a quien serviçio devemos
y alabança.
Y esta bienaventurança
que de ellas al mundo mana
es la más alta y ufana
que en esta vida se alcança.
Conparadas
son a las perlas preçiadas
y margaritas preçiosas
y a las yervas olorosas
en los jardines criadas,
y a las flores
adornadas de colores,
y al alva clara, serena,
y a la linda luna llena
y al sol con sus resplandores,
y a los prados
floridos y no hollados,
y al verano sin estío,
y al delicado roçío
de los campos apartados,
y a las aves,
que con sus cantos suaves
y sabrosas melodías
hazen más dulçes los días
y las noches menos graves.
Tales son,
haziendo comparación,
las donzellas de valor,
de quien mana a Dios loor
y al mundo consolaçión.
A.
Su partido
es de vos favoreçido
no poco pertinazmente;
mas, passado este açidente,
quedaréys arrepentido.
F.
No me curo
de amenazas de futuro
en tanta prosperidad.
Yo sé que digo verdad,
lo qual me haze seguro
y contento
de tal arrepentimiento,
pues quanto más las alabo,
tanto menos hallo el cabo
de tanto mereçimiento.
Adornado
está todo lo poblado
del estado virginal,
como sobre otro metal
resplandece lo dorado.
No valiera,
si de este don careçiera,
nuestra vida un caracol;
fuera claridad sin sol
y vestidura grossera.
Cessaría
sin ellas la poliçía,
las galas y los arreos,
y las justas y torneos
superflua cosa sería.
Los primores
que naçen de los amores
perderían su sabor,
despojándose el amor
de sus honestos ardores
y sus llamas.
Los palaçios sin las damas
serían cuerpos pintados,
justamente comparados
a los árbores sin ramas.
Ellas dan
nuevo espíritu al galán
con que muestre lo que vale;
de ellas le resulta y sale,
en el peligro y afán,
valentía.
Ellas son nuestra alegría,
porque son nuestro tesoro;
siendo las mugeres oro,
éstas son la pedrería.
A.
No condeno
de todo punto, Fileno,
vuestra razón, pues la escucho.
Vos avéys hablado mucho
y es fuerça aver algo bueno;
pero, dado
que fuesse todo brocado
lo que por vos se nos vende,
de las donzellas se entiende
en quién va bien enpleado,
de las quales,
por motivos naturales
y reglas de astrología,
ay oy muy gran carestía
y muchas menos leales
que pensáys,
caso que lo que habláys
oro fino se os antoja.
Pero bolviendo la hoja,
luego veréys cómo vais
muy errado;
mas vos, como enamorado
y a vuestra passión sugeto,
juzgáys lo blanco por prieto
y lo azul por colorado.
F.
¿Cómo assí?
A.
Porque me queréys aquí
dar a entender una cosa
por muy sana y muy sabrosa,
en que siempre jamás vi
quebradura;
bien que lo que se murmura
de ellas, se desculpa en parte,
porque, aunque pecan por arte,
es viçio de su natura
halagüeña,
que en nasçiendo las enseña
desgayres y damerías
y otras mill ypocrisías
con que el hombre se desdeña
o se enviçia
quando al amor se acodiçia;
porque en sabiendo hablar,
comiençan a tranpear
y a descubrir la maliçia
que salió
del vientre que las formó
apegada como tiña.
Si no, mirad una niña
que ha dos años que naçió,
sy burlando
o con ella retoçando
le tocáys en el cabello,
no se haze caso de ello,
antes lo sufre callando
sin rifar;
o en qualquier otro lugar,
no siendo de los vedados,
no se le da dos cornados
de quanto queráys tocar.
Mas si yendo
en el juego proçediendo,
le tocáys en las tetillas,
luego siente las coxquillas
y os rehúsa sonriendo
muy contenta;
y creçiendo en esta cuenta,
quando llega a los diez años
ya sabe puntos y engaños
más que un hombre de quarenta.
Pues llegada
a los treze, aun siendo nada,
ya se repica de dama
y se engrilla, aunque no ama,
a holgar de ser tentada
por amores,
y de tener servidores,
y de saber despechallos,
y a vezes acariçiallos
con sus ojitos traydores
retorcidos,
y con todos sus sentidos
hazer ya de allí adelante
guerra cruel al amante,
y atapalle los oydos
y los ojos,
y causarle mill enojos
con desdenes y desvíos,
locuras y desvaríos
y burlas y tranpantojos
seteçientos,
y dar sus entendimientos
a sólo pareçer bien,
aunque no tengan a quien
apliquen sus pensamientos
y affiçiones.
Y entre estas conversaçiones
y tratos de liviandad,
aprenden tanta ruindad
que llegan por sus renglones
a leer
los secretos del plazer
en que los novios se ensayan,
y antes que al tálamo vayan,
saben lo que puede ser
por razón,
de más de la ynclinaçión,
y el diablo se lo dize;
mas aunque él no las atize,
lo sacan por discreçión.
F.
Muy contrario
es, Alethio, lo ordinario
de todo el mundo, a mi ver,
de esse vuestro pareçer,
de donzellas adversario
y enemigo;
y si queréys ser testigo
de la verdad sin passión,
contra vuestra relaçión
confessaréys lo que digo,
pues negar
no podéys que, si loar
alguna cosa queremos,
a una dama la solemos
por más gloria conparar.
A.
Yo os conçedo
ser assí; mas lo que puedo
de essos chistes colegir
son maneras de dezir,
como rávanos de Olmedo
por la fama.
No es lo mesmo que se llama
todas vezes lo que oymos,
y menos quando dezimos:
«Es cortés como una dama».
F.
¿Por qué vía?
A.
Porque la descortesía,
el desprecio y el desdén
no sé yo gentes en quien
más que en ellas reyne oy día;
la locura,
presunçión de hermosura,
esquividad y aspereza,
salvo quando las aveza
amor a tener dulçura
y caridad.
F.
Esso no es esquividad
ni despreçio desdeñoso
sino zelo virtuoso
de guardar su honestidad
y conçierto;
y vos les hazéys gran tuerto
en juzgar tan alrrevés.
A.
Menos digo de lo que es,
porque todo no lo açierto
a relatar,
bien que por dissimular
con su honrra assí lo hazen;
mas a los que las aplazen
no se les saben mostrar
descorteses.
Los enojos y reveses
no son a todos yguales,
porque ellas son animales
de un haz y dos enveses.
F.
¿Cómo assí?
A.
Por lo que mill vezes vi
en ellas por mi fortuna,
y espeçialmente con una
que, por mi mal conocí.
Mi pecado,
en çierto tiempo passado,
me mostró tras un cantón
un diablo en condiçión
de ángel trasfigurado:
una estrella,
que pintar cosa más bella,
a lo que fuera se vía,
pintar ninguno podría,
en figura de donzella.
A gran pena
pudo ser la linda Elena
más linda siendo muchacha,
si no se tiene por tacha
ser un poquito morena.
Gesto era
que a qualquier hombre pudiera
mover a nuevos antojos,
y espeçialmente sus ojos
hermosos sobre manera.
Su beldad
en tan nueva y tierna edad,
y el semblante de su cara
a qualquiera assegurara
de engaño ni falsedad.
Yo, espantado
de gesto tan estremado
y tan digno de querer,
no me pude contener
de quedar enamorado
y vençido,
y sintiéndome herido
fui forçado a procurar
los medios que suele usar
un enfermo de Cupido.
Mas, tentadas
mis humildes embaxadas
con cartas y con promessas,
todas salieron aviessas
por ella menospreçiadas,
de muy brava.
Yo, triste de mí, pensava,
viendo la difficultad,
que de su simple bondad
el disfavor me manava,
y suffría
mill angustias cada día,
alongado de esperança
por la gran desconfiança
que su virtud me ponía;
y en paçiençia
encubriendo mi dolençia,
al cabo de muchos días
alcançé por çiertas vías
a saber de çierta çiençia
no ser todo
oro fino sino lodo
aquello que reluzía,
y que la dama tenía
un dissimulado modo
de tratar,
dando a unos rejalgar
y a otros dulçes bocados,
caso que en ser repelados
todos yvan a la par.
Avisado
yo de esto, como penado,
procuré, que no debiera,
por medio de una terçera
de provar de nuevo el vado
de la vida,
por gozar de recayda
de cosa tan desseada
y tomarla de quebrada,
pues no pude de herida.
La respuesta
de mi segunda requesta
vino un poco más graçiosa,
sobre falsa piadosa,
y tirana sobre honesta;
do manó
que quando le pareçió,
como muger de experiençia,
ser tiempo de darme audiençia,
al fin al fin me la dio
muy rogada,
mostrándose tan turbada
que qualquier neçio creyera
ser aquélla la primera
vez que se vio colorada
y vergonçosa.
Con lo qual, sobre hermosa,
tan hermosa pareçía
y tan buena, que hazía
ser la fama mentirosa;
y assí yo
no creya, loco, no,
ya lo que se publicava,
porque el amor me quitava
la sospecha que me dio;
y ella era
tan astuta y tan artera,
que bastava por su parte
a dissimular por arte
mill delitos que hiziera.
Hasta que
un poco más la traté,
y en çiertas vezes que assí
nos juntamos, conoçí
a dó llegava su fe
refalsada,
y sentí que era taymada
y, aunque muchacha, muy fina
ave nueva de rapina
en otras partes çevada;
y vi claros
sus pensamientos avaros
y dichos engañadores,
vendiéndome los favores
muy escassos y muy caros,
dilatando,
no me asiendo ni soltando
ni negando voluntad,
mas falta de libertad
por su desculpa tomando,
no lo siendo,
y algunas vezes fingendo
lágrimas nunca vertidas
que me fuessen referidas,
por más prenderme mintiendo,
por terçero,
trayéndome al retortero,
de suerte que conoçía
que por las botas lo avía
más que por el escudero.
Bien que dava
muestras con que me engañava:
con los ojos me hería,
con la boca me vendía,
con las manos me robava.
Yo, cativo,
ni bien muerto ni bien vivo,
aun tenía otro pesar,
de no poderla hablar
en la lengua que lo escrivo;
y assí andando
a escuras y tropeçando,
nunca al vado ni a la puente,
ni sano ni bien doliente,
en los amores soñando
començados,
de mi parte muy penados,
leales y verdaderos,
de la suya lisongeros,
falsos y dissimulados,
suçedió
que su madre adoleçió
de dolençia repentina,
de que la pobre mezquina
muy brevemente murió;
y ella muerta,
quedando casi desierta
ya la casa y sin pastor,
a las locuras de amor
se dio del todo, la puerta
y lugar
libre para negoçiar,
y se entraron de rondón
alcahuetas a montón
y galanes a la par
sin reçelo,
y vínole por consuelo
otra su hermana mayor,
mayor pero no mejor
ni de más honesto zelo
de su fama.
Allí viérades la dama,
entre aquellas sus quadrillas,
hazer grandes maravillas
desde el palaçio a la cama,
no turbada
de verse tan rodeada
de gente que conbatía,
antes con su loçanía
dava muy assegurada
facultad
de dezirle en poridad
sus conçetos cada uno,
no desechando a ninguno
ni diziéndole verdad.
Tal andava
en las tramas que tratava,
a su pareçer secretas,
que a las mesmas alcauetas
mintiendo desbaratava;
ya las mías
por las contrarias espías
andavan desatinadas,
yendo las manos cargadas
y tornándolas vazías.
Yo sentía
más novedad que solía,
más faltas y más errores,
porque los conpetidores
uno a otro se ynpidía;
de los quales
uno de los prinçipales,
que deviera serme fiel,
me hizo guerra cruel
con medios ynteressales,
por su mal,
porque luego otro no tal
me dio de él justa vengança;
mal segura es la privança
del que en muger no leal
se fiare
y a su próximo dañare,
porque, según el refrán,
matarás y matarte han
y a quien a ti te matare.
La garrida,
con tales formas de vida
tan agenas de donzella,
siempre a su pareçer de ella
por virgen era tenida.
F.
Enhadado
me tenéys y muy cansado,
Alethio, con vuestro cuento,
y de estar vos descontento
viene estar apassionado
con dolor
de la falta de favor
que en essa moça sentistes,
porque vos no le caystes
en más graçia ni sabor;
mas si os fuera
agradable y plazentera,
favorable y amorosa,
dixérades otra cosa,
y otro mundo os pareçiera
de dulçura.
Mas no teniendo ventura,
los golpes que estando bravo
avéys de dar en el clavo,
los days en la herradura.
A.
Algo ay de esso,
Fileno, yo lo confiesso;
porque quien nos da ocasión
de despecho y de passión,
es en culpa del excesso.
Ni ay quien diga
bien de semejante amiga;
mas aunque bien me quisiera,
no por esso careçiera
de molestia y de fatiga.
Sinsabores
es fruta de los amores
por muy bien que se matizen,
porque ya sabéys que dizen:
«por un plazer mill dolores».
Ni consiento
que vos tengáys pensamiento
que del mal que avéys oydo
toda la causa aya sido
mi poco mereçimiento;
porque avía,
al tiempo que lo suffría
de esta que mal me tratava,
otra mejor que me amava
más que ella me aborreçía,
sin faltar
un punto de me mostrar
con verdad y diligençia
toda la benivolençia
que se puede dessear.
De la cual,
siéndome tan liberal,
ay causa de dezir bien,
pero no faltará quien
la tenga de dezir mal,
porque a mí
bien que se me dava assí,
permitiéndolo mis hados,
mas otros eran tratados
como destotra yo fui;
y aun alguno
que en parte por ynportuno
con la primera valió,
de esta segunda quedó
de todo favor ayuno.
Mas aun ésta,
estando siempre muy presta
a quererme sin doblezes,
no me dexó muchas vezes
de ser pesada y molesta;
y assí va,
porque pongamos fin ya
a hablar de las donzellas,
que el que menos cura de ellas
mejor librado será,
porque dado
que seáys de ellas amado,
ay dos mill ynconvenientes
de madres y de parientes
con que andáys enbaraçado
y affligido;
pues si soys aborreçido,
¿qué mayor mal y manzilla
que andar tras una loquilla
desvelado, enloqueçido
por do quiera?,
¿o tras una bestia fiera,
desgraçiada, çahareña,
preçiando a quien os desdeña?,
¿y servir do no se espera
galardón?
Y si os cobran affiçión,
luego sin comedimiento
os demandan casamiento
y os meten en tentaçión.
[Monjas]
F.
Dicho avéys,
Alethio, quanto sabéys
de las donzellas seglares,
y cosas particulares
con que más las offendéys.
Pues dexadas
éstas ya por agraviadas
tan sin causa y tan sin tiempo,
mostrad vuestro atrevimiento
taribién contra las sagradas.
A.
¿Quáles son?
F.
Las que están en religión,
ya del mundo despedidas,
ocupadas y metidas
en obras de devoçión
solamente,
con vida muy continente,
sin tráfagos ni lisonjas.
A.
Ya sé que se llaman monjas
y que es peligrosa gente.
F.
¿Peligrosa?
A.
Peligrosa y desseosa,
y aun, si más queréys que os diga,
alguna de ellas no amiga
de la vida religiosa.
F.
¿Quál es éssa?
A.
Alguna que, aunque profesa,
tomaría por partido
estar más so su marido
que ençima de su abadessa.
F.
Mal habláys.
Pareçe que despreçiáys
aquel religioso estado.
A.
No conficsso tal pecado
y vos me lo levantáys.
Antes digo
que apruevo y alabo y sigo
la religiosa dotrina,
y al que a ella no se ynclina
le tengo por enemigo
de la fe.
F.
Pues luego, Alethio, ¿por qué
dezís mal de las pobretas
a la religión subietas?
A.
Sólo digo lo que sé
de esta cuenta,
en que avrá más de quarenta
discretas, nobles, hermosas
y aun algunas generosas
que pudieran sin afrenta
ser señoras,
y querrían muchas horas
verse más en sus posadas
con qualquier hombre casadas
que llegar a ser prioras
del convento;
porque sobre el fundamento
de su natura liviana,
les acreçienta la gana
el mesmo defendimiento,
por estar
donde, para dessear
lo que pide el apetito,
tienen lugar ynfinito,
y poco para gozar.
F.
¿No miráys,
Alethio, que os condenáys
en lo que de ellas dezís?,
pues con lo que las herís,
con esso las alabáys,
confessando
que padesçen, desseando,
ansias y neçessidad,
contra su fragilidad
de contino peleando,
y en paçiençia,
en vigilias y abstinençia
y offiçios santos y buenos,
por los pecados agenos
hazen allí penitençia
en la hedad
que se suele la beldad
gozar con la juventud,
y prefieren la virtud
a la propia voluntad,
la razón
al desseo y affiçión,
lo grave a lo deleytoso,
y lo amargo a lo sabroso,
teniendo con su passión
suffrimiento;
quanto más que son sin cuento
las que en ser monjas recrean
y en aquello solo enplean
todo su contentamiento,
sin pensar
en querer ni dessear
cosa en que aya resistençia,
sino en sola su obediençia,
y en ella perseverar
sin graveza,
pues, mirada la flaqueza
del estado mugeril,
a penas el varonil
usa de tanta firmeza
y constançia.
A.
¡Por Dios que les es ganançia
ser vos su procurador,
y que soys buen orador,
si tal fuesse la sustançia
que tratáys!;
y oxalá lo que habláys
tuviesse alguna, Fileno,
y todo fuesse tan bueno
como vos lo ymagináys
en ausençia,
como hombre sin experiençia
y cosa de lexos vista,
engañado por la lista
y por sola la aparençia
lisongera;
testigo de lo de fuera
pero no de lo de dentro,
sin peligro del encuentro,
porque veys de talanquera.
Dios os guarde
del fuego que entre ellas arde,
de sus temas y porfías,
contiendas y vanderías,
quando salen en alarde
sus passiones
con muy grandes esquadrones
de enbidias, odios, coxquillas,
differençias y rrenzillas
y corages y quistiones
y barajas.
Por el fuero de dos pajas
sostienen enemistades
que aun al fin de sus hedades
las llevan en las mortajas
apegadas.
Después que una vez ayradas
de desaman o baldonan,
nunca jamás se perdonan,
aunque vayan ynclinadas,
sometidas.
Al sacramento rendidas,
queriéndole reçebir,
confessadas pueden yr,
pero nunca arrepentidas,
perdonando,
ni al tiempo que están rezando
O cantando sus maytines,
que allí suelen los chapines
alguna vez yr bolando
por el coro.
No ay saña de ningún moro
contra nuestra religión,
ni braveza de león,
onça ni tigre ni toro
ni de alano,
ni con Héctor el Troyano
fue tanto el furor de Archiles,
ni el de las guerras çiviles
que nos escrive Lucano
de Romanos,
ni de aquellos dos hermanos
de Thebas y de sus llamas,
quanto son los de estas damas
quando llegan a las manos.
Y el rancor
creçe con el desamor,
viendo delante contino
por objeto y por vezino
el vando competidor
faz a faz,
y assí nunca tienen paz
detrás de aquellas cortinas,
aunque están como gallinas
metidas en alcahaz.
F.
Desbocado
vays, Alethio, y muy sobrado
contra quien no os lo mereçe,
sabiendo bien que acaeçe,
sin yntervenir pecado,
de momento
que por un desabrimiento
aya alguna ynquietud
donde uviere multitud
de monjas en un convento,
y ocasión
honesta de dissensión,
como sabéys que la uvo
entre los mesmos que tuvo
Cristo en su conversaçión.
A.
Differençia
ay de essa desavenençia
a la de estas mis señoras,
que la tienen todas horas
con puntos y conpetençia
de dolor,
hasta llegar el furor
a venir a los cabellos.
F.
Tanbién contendieron ellos
sobre quál era mejor.
A.
Fue un ñublado
de sinple pecho engendrado,
desecho luego en el viento;
mas estotro ençendimiento
no puede ser apagado,
ni se çierra
el postigo de la guerra
entre estas siervas de Dios,
aunque no aya más de dos
sobre la haz de la tierra.
Y aun os digo
que en falta de otro enemigo
con que la paz se turbasse,
si una a solas se hallasse
nunca la terná consigo,
Sus conquistas,
de las unas por bautistas,
a que son affiçionadas,
suelen llegar a puñadas
contra las evangelistas,
sus contrarias,
ymmortales adversarias.
Ved si fueron los san Joanes,
al cabo de sus affanes
y fatigas ordinarias,
vandoleros;
mas, si no son cavalleros,
a las monjas no les plazen,
y de esta causa los hazen,
después de muertos, guerreros
con espada,
y a la bien aventurada
Madalena, aunque muger,
hombre la quieren hazer
llamándola apostolada;
y en sus cantos
no les basta darle tantos
como a santa muy bendita,
pero quieren que compita
con los apóstoles santos,
batallando,
y que entre tanbién en vando
a fin de sus vanidades.
Déxome otras liviandades
que quiero passar callando
por no dar
ocasión de os enojar
ni cuenta de más flaquezas
que a bueltas de estas bravezas
las suelen apassionar.
F.
Si assí fuesse,
como por vuestro ynteresse
lo dezís, fuerça sería,
Alethio, que por tal vía
la religión padeçiesse
reçibiendo
tal daño; mas, no lo siendo,
va creçiendo de contino,
y vos por muy mal camino
essas cosas conponiendo,
no mirando
que siempre van mejorando
con Dios estas sus donzellas;
y el número sancto de ellas
más y más multiplicando
por España;
y que es una cosa estraña,
no desnuda de misterios,
ver llenos mill monesterios
de esta bendita conpaña
piadosa,
que con vida trabajosa
y agena de libertad,
conservan su honestidad
y la hazen gloriosa,
sin notiçia
del mundo ni su codiçia.
A.
Mal estáys en la verdad:
no las guarda la bondad
tanto como la maliçia.
F.
¿Qué dezís?
A.
Esto, Fileno, que oys.
F.
Óyolo, mas no lo entiendo.
A.
Entendido está, queriendo,
y çierto si lo sentís
a derechas:
digo que son contrahechas
las más de sus sancterías
por desmentir las espías
y desazer las sospechas
y pisadas,
biviendo tan recatadas
como en tierra de enemigos,
porque no aviendo testigos
no pueden ser acusadas,
ni tener
causa de se someter
a las lenguas que diffaman,
ni a las monjas que desaman
dar sus braços a torçer,
ni la mano
al enemigo çercano;
mas con todas estas mañas
se les entra en las entrañas
el venenoso gusano
de Cupido,
que les ablanda el sentido
aunque esté como una peña,
y la carne halagüeña
sigue luego su partido
con razones
que mueven los coraçones
de las más bravas personas
y las tornan, de leonas,
ovejas en condiçiones,
y las ligan
de suerte, que se mitigan
y someten a cuydados
amorosos y penados,
y las ynçitan y obligan
a pensar,
y pensando, a dessear,
y desseando, a querer,
y bien queriendo, a caer
en las ondas de la mar,
y de hecho,
no mirando más derecho,
ponen en execuçión
lo que con la tentaçión
acordaron en el lecho,
si ser puede;
y quando assí no suçede,
por aver ynpedimentos,
al menos los pensamientos
no ay torno que se los vede,
ni el cuydado
de ver y tentar el vado
por dissimuladas vías
con que las mensajerías
tengan su çierto recaudo,
y en ausençia,
quando para más audiençia
están las puertas çerradas,
van cartas enamoradas
escritas por exçelençia
con sospiros,
requiebros, puntos y tiros,
sotilezas y primores,
quales en caso de amores
yo no basto a referiros,
bien que enpeçe
que alguna vez acaeçe
yr sus razones polidas
enpleadas y perdidas
donde no se les mereçe.
Con razón,
vençidas de la passión,
a ruynes hazen favores,
admitiendo servidores
de qualquiera professión
que se rapa,
a vezes de la del papa,
otras de paño pardillo,
no desechando capillo
si no pueden aver capa.
Y tras esto,
luego se sigue muy presto
la gana de bien vestirse,
de afeytarse y de polirse,
açecalando su gesto
con la uña,
porque cumple que se bruña
la que piensa amar no en balde,
y por esso el alvayalde
se platica en Cataluña
con colores,
y otras cosas ay peores
que os podría referir
y las dexo de dezir.
por honrra de los autores.
F.
No lo creo,
Alethio, pues no lo veo,
ni vos lo devéys creer;
levantado deve ser
de algún maliño desseo.
Ni conviene
affirmarlo, pues que viene
de gana de dezir mal,
que es dolençia general
y que en el mundo se tiene
ya por uso;
patrañas son que conpuso
por ventura algún juglar,
y queriéndolas provar,
os hallaréys muy confuso.
A.
No creamos,
si os plaze, lo que miramos;
mas, según lo que leymos,
hablamos de lo que oymos,
lo visto testificamos:
una vi
en essa Valladolí,
madre de hijos agenos,
con un hombre muy de menos
a quien dio parte de sí;
y tan dada,
que siendo monja ençerrada,
noble, hermosa y honesta,
del monasterio traspuesta,
se le vino a su posada,
do tenía
por dulçe la compañía
que su locura le dio,
más porque ella se vençió
que porque él la merecía,
ni tratava
tan bien como la gozava;
y era lástima de ver
cómo tan linda muger
en un hombre se empleava
tan grossero,
que si llegara primero
que ella el velo se tocara,
pienso que no le tomara
para más que azemilero.
Véis aquí
lo que os digo ser assí,
y puedo bien affirmallo
mejor que no vos negallo,
porque yo los conoçí
de passada
y la vi cabo él sentada
con una saya de frisa,
remendando una camisa
que estava mal baratada.
Y ternía
otras cosas que os podría
de vista testificar,
y no las quiero contar
por escusar longuería
sin razón;
mas de agena relaçión
supe una vez una cosa,
a mi pareçer donosa,
de una gentil ynvençión
de pecado:
en cierto tiempo passado,
una dama de un convento
de harto mereçimiento,
cuyo nombre está callado,
no miró,
y quando no se cató,
sintió creçer la barriga,
con notiçia de una amiga
a quien lo comunicó;
de la qual,
como persona leal,
en tan terrible jornada
fue servida y ayudada
con coraçón liberal.
Ella era
su secreta consejera,
ella la que la encubría,
la que por ella suplía,
y al cabo fue su partera.
Ella dava
recaudo a lo que ymportava,
hasta que el tiempo llegó
que ver la luz desseó
lo que en tinieblas estava.
Y llegado,
allí se hizo doblado
el trabajo de las dos,
si no socorriera Dios,
que a todo desconsolado
busca y llama.
Estando la pobre dama
en dos peligros metida,
de una parte el de la vida
y de otra el de la fama
pregonera,
la discreta conpañera
ya de antes sabiamente
la fingía estar doliente,
y la tuvo de manera
prevenida,
apartada y defendida,
con solamente una sarga,
que al fin descargó su carga
sin ser de nadie sentida.
Mas valió
que era noche y Dios les dio
lugar para se valer
y tiempo para poner
en cobro lo que naçió
con ventura,
metiendo la criatura,
enbuelta en çierta ropita,
en una sotil arquita,
la llave en la çerradura,
ordenada
con tiempo y aparejada
para tal neçessidad,
y para más brevedad,
con un buen cordel atada
gentilmente,
y con priessa diligente
se fue con ella a un lugar
do podía bien mirar
quando passava la gente;
y en llegando,
vio andar uno passeando
calle arriba y calle abaxo,
que ventura se lo traxo
qua] lo estava desseando,
que allí a escuras
buscava sus aventuras,
muy callado y muy contrito;
y llamándole passito
con boz llena de dulçuras
y de amor,
le dixo: «çe, çe, señor!»
Él respondió: «¡çe, señora!»
-«¿Paréceos, señor, que es hora?»-
-«No lo puede ser mejor»
-dixo él-
-«Pues asid de este cordel
-dixo ella- y de esta arquilla
en que va mi hazendilla
y rosarios y el joyel
que sabéys;
poneldo donde queréys
y bolved luego por mí
al lugar que os escriví,
porque allí me hallaréys,
y corred»-
-«Descuelgue vuestra merçed
-dixo él-, que es tiempo ya,
y en un punto soy acá
a sonbra de esta pared»-.
Y tomado
con sus manos el recado,
pensándose que hurtava
bogas, y que la burlava,
él al fin quedó burlado,
porque yendo
a su posada corriendo,
a un amigo lo mostró,
y abierto el cofre, halló
el pobre niño gimiendo,
bien marchito,
pero bivo y muy bonito,
y un anillo allí con él,
escondido en un papel,
en este tenor escrito,
bien borrado:
«¡Oh, vos, que lleváys hurtado
el tesoro que aquí va,
guardaldo, que no os será
por mí jamás demandado
ni pedido;
pero suplicos y pido
por el ansia que me queda,
hagáys de suerte que pueda
por tiempo ser conoçido!»
Él quedó
corrido quando se vio
hecho por fuerça ser padre
del ynfante, cuya madre
nunca jamás conoçió.
[Biudas]
F.
Bien sentís
de esso, Alethio, que dezís
de casos assí donosos,
que son cuentos fabulosos
como aquéllos de Amadís.
No penséys
que con ellos offendéys
las monjas sanctas honrradas,
pues se están por sí loadas
aunque vos las desloéys.
Quédense éstas,
y mirad si tenéys prestas
las manos del mal dezir
para llagar y herir
tanbién las biudas honestas.
A.
No por çierto;
más querría verme muerto
que a las de tal condiçión
que honestas y cuerdas son
hazer agravio tan çierto.
Mas juzgadas
por esta ley, y sacadas
las que podréys escoger,
no avrá muchas, a mi ver,
que puedan ser agraviadas
de este cuento.
F.
Por Dios, que soys avariento
de virtud y conpassión,
pues aun contra la affliçión,
mostráys el mal pensamiento.
¿No os pareçe
que a los buenos perteneçe
con las tristes lastimadas
biudas, ya desamparadas,
mostrar donde se mereçe
caridad,
y aver de ellas piedad?
A.
En verdad yo se la he,
salvo aquellas que yo sé
que lo son por voluntad.
F.
¿Ay alguna
tan sin bien y sin fortuna,
tan cruel o tan liviana,
que sea viuda de gana?
A.
Más, çierto, de veynte y una
que por sello
no se tuerçen un cabello,
y muchas, si se buscassen
y en secreto examinassen,
que fueron la culpa de ello.
F.
Doloridas,
angustiadas y affligidas
las veo, y sin alegría,
llorando la compañía
de que se hallan partidas
en la hedad
en que más neçessidad
por ventura tienen de ella,
juntándose esta querella
a la pena y soledad
que cobraron
quando solas se hallaron.
A.
No os engañe su llorar,
porque lo suelen usar
con los mesmos que mataron.
Por ventura
o por odio que les dura,
tienen su muerte por buena,
o al menos no les da pena
verlos en la sepultura,
por poder
más libremente hazer
a solas nueva moneda,
y la que más llora, queda
a vezes con más plazer,
muy pagada
de verse ya libertada;
mas si alguno la visita,
luego está la lagrimita
en el ojo aparejada
por el muerto.
F.
No estáys, Alethio, en lo çierto,
porque muchas de essas tales
vierten lágrimas leales
sin dexar nada encubierto
ni fingido
en su secreto sentido,
publicando con amor
el verdadero dolor
que tienen por su marido,
como vemos
en muchas que conoçemos;
y de las que nunca vimos,
por nuevas çiertas oymos
fidelíssimos estremos
de tristeza,
qual la mostró con pureza
de constante coraçón
Porçia, hija de Catón,
con grandíssima firmeza.
A.
No os lo niego;
mas aconórtanse luego
las más viudas de sus penas.
Essas de tierras agenas
no las metáys en el juego,
que son vanas,
curiosas y profanas,
fundadas en vanagloria,
por dexar de sí memoria,
essas griegas o romanas.
Y al presente
hallaréys en el Oriente
y en la Yndia oçidental
essa costumbre bestial,
usos y fines de gente
tan perdidos
y a vanidad sometidos,
que con fiestas y plazeres
se abrasan muchas mugeres
quando mueren sus maridos.
No hablamos
de éssas con quien no tratamos,
peregrinas y estrangeras,
sino de estotras caseras
con quien damos y tomamos
comúnmente;
que aunque más las atormente
soledad y desconsuelo,
y con verdadero zelo
queden fiel y linpiamente
lastimadas,
presto son aconortadas,
al menos las de Alemaña;
acá las nuestras de España
van algo más entonadas
de prestado,
mas al fin aquel cuydado
se les aparta y apoca,
quedando sólo en la boca
el nombre del mal logrado.
F.
Mal sería
si durassen todavía
las congoxas y dolor
en aquel mesmo tenor
que estavan el primer día.
Ni se sigue
que toda viuda se obligue
a siempre siempre llorar.
No ay tristeza ni pesar
que el tiempo no la mitigue
y consuele;
y a bueltas de lo que duele,
siempre ay algo que hazer
que les ayude a poner
en olvido lo que suele
dar passión:
la buena governaçión
de su casa y de sus cosas
y otras obras piadosas
que les dan ocupaçión
virtuosa,
la vida triste, penosa,
con virtud aconortando,
por passatiempo tomando
la soledad trabajosa.
A.
Bien habláys;
mas otra cosa olvidáys
con que ellas más propiamente
mitigan el açidente
del dolor que publicáys
tan entero,
que es passar por el primero
amor del otro marido,
y puesto aquél en olvido,
pensar en el venidero.
Bien escrita
traen aquella bendita
sentençia consoladora:
«La manzilla de la mora
con mora verde se quita.»
Y no dura
aquella negra tintura
de la muerte del defunto
más de llegar aquel punto
de provar otra ventura
semejante;
de la muger más constante
no se deve esperar más,
porque olvidan lo de atrás
por yr tras lo de adelante.
Moça o vieja,
todas son de esta conseja,
de se tornar a casar
y de no lo dilatar
quando hallan su pareja
tal con tal;
muchas vezes por lo qual
se hazen hartas locuras,
y no pocas criaturas
se dexan al espital
desechados
o malamente tratados
en poder de su padrastro,
sin más respeto ni rastro
de los padres ya passados.
Y entre tanto,
después de aquel primer llanto,
mientras dura la viudez,
hasta que llega la vez
de estotro término santo,
son de ver,
a quien lo sabe entender,
sus desseos, sus secretos,
sus desseños y conçetos,
su tramar y rebolver,
y sus cuentos,
motivos y pensamientos.
Quanto se dize: y replica,
quanto se trata y platica,
todo huele a casamientos;
su ayunar,
sus limosnas y rezar,
su velar y su dormir,
su sospirar y gemir,
en aquello va a parar
de boleo.
Aquél es el jubileo
por quien hazen romerías
y a vezes hechizerías
por alcançar su desseo;
y alcançado,
luego sale otro ñublado.
Por esso rogad a Dios
que os guarde, Fileno, a vos
de ser con biuda casado.
F.
Si se nota,
razón es de carta rota,
Alethio, lo que habláys,
y pareçe que jugáys
con ellas a la pelota.
Si tan dadas
a casarse y tan penadas,
como vos dezís, están,
argumento es que serán
muy buenas siendo casadas;
de manera
que podrá bivir qualquiera
con descanso y alegría
tomando por essa vía
la viuda por compañera.
A.
Muy siniestra
opinión es essa vuestra,
y si a mí no me creéys,
podéys provar y veréys
a qué sabe la menestra
que os darán.
A la hanbre no ay mal pan
quando estamos desseosos,
y a lo dulçe los golosos
de buena gana se van.
Y assí ellas,
mientras saltan las gentellas
de aquel fuego y agonía,
con qualquiera compañía
ponen fin a sus querellas,
hasta ver
con el tiempo y conoçer
si en el nuevo desposado,
después de bien apalpado,
ay algo que aborreçer.
Mas después,
si por ventura no es
tan a su contentamiento,
luego el negro casamiento
comiença a dar de través
con desgrado,
y qualquier tacha o pecado
que en el marido se siente,
es en el que está presente
muy mayor que en el passado;
que si fuera
bivo, ver no le quisiera.
Después de muerto le ama
y en su defensa le llama,
ved qué donosa manera
de discante;
que aunque aya tenido ante
por marido algún escuerço,
luego toma en él esfuerço
para ponerle delante
por memoria,
trayéndole por historia
contra el nuevo suçessor,
oponiéndole el amor
y bondad del que aya gloria,
al qual quiso
enbiar al parayso
por mártir de sus enojos,
y allí le tiene en los ojos
como si fuera Narçiso.
F.
Puede ser
aver alguna muger
de seso menos templado,
mas no siendo vos casado,
¿cómo lo podéys saber?
A.
Ni querría;
mas al tiempo que solía
mirar más en estas cosas,
vi muchas harto donosas
de que bien contar podría,
mientras estuve
en lugares por do anduve
tras la corte encantadora;
y se me acuerda aún agora
de una huéspeda que tuve,
madrigada,
que aviendo sido casada
con dos maridos primero,
lo estava con el terçero
quando allí tuve posada.
Los primeros
eran casi cavalleros,
grandes y ricos doctores,
pero no tan hazedores
quales ella en bivos cueros
los querría,
ni como se los pedía
su coraçón desseoso;
y el uno dis que potroso,
hablando con cortesía.
Y la fama,
que los secretos derrama,
publicava, y era çierto,
ser alguno de ellos muerto
por contiendas de la cama
sin pariençia,
que no le valió la çiençia
de Baldo ni de Galeno,
padeçiendo, como bueno,
sobre cuernos, penitençia
sin razón;
y por la mesma ocasión
y otras causas de ruydo,
con el terçero marido
naçió tanbién dissensión
y questiones,
enojos y turbaçiones,
differençias y renzillas
tan grandes, que a referillas
no me bastan mis razones.
Tal andava
la cosa, y ella tan brava,
que no se os puede dezir;
y en començando a reñir,
sus doctores alegava
blasfemando,
y dezía sospirando:
«Doctor Juan, ¿quién te llevó?
Muriera contigo yo
para no bivir penando,
como muero
con este torpe, grosero,
perezoso, haragán,
chocarrero, charlatán,
alfarnate, mesonero,
dormidor.»
Esta forma de loor,
cariçias y bendiçiones,
eran las salutaçiones
del marido pecador
cada día,
alegando todavía
con los doctores passados,
que fueron martirizados
con la mesma tiranía.
Y el pobreto
passava, como discreto,
por las más de estas querellas,
sabiendo la causa de ellas,
y dezíame en secreto,
sonrriendo:
«¿Veys el bien que está diziendo
de estos doctores que canta?
Yo os voto a la casa santa
que ella los mató riñendo,
como a mí.»
Ved ora, Fileno, aquí,
por los casamientos tales
de viudas pestilençiales,
lo que se sigue de allí,
por estar
ya muy diestras en notar
qualquier falta de caderas,
y como son ya matreras,
no se pueden engañar
ni rendir.
F.
Mala forma de argüir
es que por una medida
de essa muger dessabrida
queráys, Alethio, medir
las honrradas,
corteses y bien criadas,
por el mundo repartidas,
honestas y comedidas,
continentes y templadas
y discretas,
y por pocas no perfetas
penséys condenarlas todas.
A.
Al fin, ellas quieren bodas,
o públicas o secretas,
de las quales
salen cuentos muy reales
y algunos malos recados
y partos dissimulados
ascondidos en costales
por rincones,
con sotiles ynventiones
de dar color a lo hecho,
porque no pierdan derecho
sus honrras y presunçiones.
Mas aun éstas
que en demandas y respuestas
se saben bien governar,
se podrían perdonar,
porque ay otras desonestas,
demandadas
y de esto tan descuydadas
con el viçio a que se dan,
que por do quiera que van
dexan rastros y pisadas
del delito,
que llega a ser ynfinito
desque una vez se comiença,
o teniendo en él vergüença
ni modo en el apetito.
Mas tornando
a las que lo van callando,
¡ay, Dios, y quán pocas son
las que con su tentaçión
no estén siempre batallando!
Bien que halla
el rigor de esta batalla
alguna vez resistençia,
porque la fama y prudençia
suelen servir de muralla
o de freno.
Mas no os engañen, Fileno,
las tocas açafranadas
ni las colas arrastradas
por el polvo y por el çieno,
a pensar
que todo se ha de juzgar
lo que anda en las conçiençias
por aquellas aparençias
y señales de pesar
lisongero,
ni aunque fuesse verdadero;
porque a sombra de aquel luto
anda el ojo dissoluto
y el coraçón carniçero.
[Solteras]
F.
Ya que veo,
Alethio, vuestro desseo
y propósito cruel
de con essa lengua ynfiel
llevarlas todas arreo,
de tal arte
levantando el estandarte
de mal dezir y hablar,
quiero de nuevo provar
y tentar por otra parte
las almenas,
y ver si culpas agenas
por ventura os darán alas
a dezir bien de las malas,
pues dezís mal de las buenas,
como veys.
Veamos lo que diréys
de las mugeres solteras.
A.
No son cosas dezideras,
Fileno; no me tentéys,
que desmayo.
Hagos saber que no trayo
suffiçiençia ni caudal
de poder bien dezir mal
de gente de tanto ensayo,
cautelosa;
mas porque es algo dudosa
la materia que tocáys,
aclaradme, si mandáys,
un poco más essa cosa
que pedís:
las solteras que dezís,
quáles son, si lo sabéys,
y qué nonbre les ponéys
y lo que de ellas sentís.
F.
Soy contento.
Lo que de este nonbre siento
es un linage de gente
que vive más libremente,
de todas leyes esento,
no obligadas
a ser viudas ni casadas,
y menos a religión.
Donzellas ya no lo son
çiertas ni dissimuladas,
como quiera
que este nonbre de soltera
tanbién se toma por bueno.
A.
Ya, ya lo entiendo, Fileno,
y sé toda su manera:
son mugeres
que para darse a plazeres
tienen graçias singulares,
y para darnos pesares
bastantíssimos poderes;
son llamadas
mugeres enamoradas,
henbras del mundo profanas,
damas tanbién cortesanas,
y otras menos estimadas,
cantoneras,
con reverençia, y rameras,
et çétera de esta vez,
y algunas de este jaez
con nonbre de costureras,
y otras tales
personas interessales,
que fuera de los estados
arriba comemorados,
son causa de muchos males.
F.
De éssas digo;
no por serles enemigo,
pues no ay causa para ello,
sino por ser después de ello
más abonado testigo
defensor.
A.
Careçed de esse temor,
pues nadie puede offendellas
ni dezirse cosa de ellas
que no sea en su loor;
porque exçede
a lo que dezir se puede
lo que dezir se podría,
más que el sol de mediodía
a la noche que suçede.
Darme os quiero
o demandar con Homero
a las musas su favor
para contar sin error
el exérçito guerrero
de greçianos
que salió contra troyanos;
y yo le pido tanbién
para sentir el desdén
de tan tiránicas manos,
do se ençierra
más luenga y áspera guerra
que fue aquélla por Elena,
porque de éstas anda llena
toda la haz de la tierra
de contino,
cuyo espíritu malino
y pensamiento cruel
nos vende por dulçe miel
su ponçoñoso venino;
bestias fieras
de mill formas y maneras,
lobas contino hanbrientas,
harpías crudas, avarientas
y leonas carniçeras
o halcones
que biven de las prisiones
de sus uñas y sus picos;
buytres que a pobres y ricos
arrancan los coraçones;
sacomanos,
enemigos inhumanos,
que roban en tierra llana,
sedientes de sangre humana
y de ropa de christianos.
F.
No aya más,
Alethio, bolved atrás;
dezid mal, pero más passo;
sed un poco más escasso,
que vays fuera de conpás.
No consiento
que con tanto atrevimiento
os mostréys assí contrario
a pueblo que es neçessario
para más adornamiento
de esta vida,
que a no estar assí texida
de diversas professiones
de hembras y de varones,
sería muy dessabrida
y muy dura
para toda criatura,
porque por el variar,
según el refrán vulgar,
es hermosa la natura;
y no en vano
formó Dios el cuerpo humano
de mienbros tan differentes,
como los ojos y dientes
son del braço y de la mano.
Desiguales
son tanbién los animales
en formas y condiçiones;
qualesquier generaçiones
tienen suertes espeçiales
que loar:
los pescados de la mar,
árbores, yervas y plantas,
con diversidades tantas
que no se pueden contar
en presençia,
porque aquella differençia
y diversidad de cosas
las haze muy más hermosas
y de mayor exçelençia
y perfiçión.
Y por la mesma razón
está muy bien ordenado
que aya hembras en su estado
de diversa condiçión
y poder
para pesar y plazer,
y lo que más se requiere;
y quien lo contradixere
terná tan mal pareçer
como vos.
A.
Líbrenos, Fileno, Dios
de hazer tal travesura,
que a las obras de natura
contradigamos los dos
locamente;
pero gran inconveniente
y peligroso embaraço
sería meter el braço
en boca de una serpiente
denodada,
pero dezir fue criada
por la mano del Señor;
y por el mesmo tenor
la muger endiablada
que os despecha.
Alabo ell alma que es hecha
a ymagen de la divina,
mas no la mente malina
que tiene de su cosecha
natural;
y aunque es tacha general
de todas, prinçipalmente
la tienen las que al presente
entran en el memorial,
a las quales,
pues por leyes mundanales
se permite el tal offiçio,
consintámosles su viçio,
mas no los descomunales
desafueros
con que a nobles cavalleros,
a quien Dios libres ha hecho,
hazen para su provecho
tributarios y pecheros
sus maldades,
engaños y falsedades,
tranpas, mentiras, fiçiones,
maliçias y trayçiones,
baxezas y poquedades
y falsías,
cubiertas ypochrisías,
tramas, astuçias, cautelas,
tranpantojos y novelas,
tráfagos y burlerías
y finezas,
ardides y sotilezas,
enbustes, enbaucamientos,
doblezes de pensamientos,
desvergüenças y vilezas,
presunçiones,
falsas dissimulaçiones,
novedades y entremeses,
contracanbios y reveses
y baratos a montones,
y mudanças,
tratos dobles, assechanças,
aleves deslealtades,
ynjustas enemistades,
crueldades y venganças,
demasías,
befas y descortesías,
enhados, ascos, hastíos,
esquivezas y desvíos,
despreçios y roberías
y despojos,
atrevimientos, antojos,
fieros despechos, ultrages,
resabios de mill linages
y lágrimas en los ojos
assestadas,
falsamente derramadas
con fingidas affiçiones
o falsas yndignaçiones
yndignamente tomadas
por partido,
para poner en olvido
con sobrada yngratitud
el serviçio y la virtud
que de vos ha reçebido.
Son diablos
detrás de aquellos retablos
con que nos sacan de tiento,
que aunque los alcanço y siento,
tengo falta de vocablos
suffiçientes
para hablar de estas gentes
y de sus sobras y menguas,
aunque tuviesse mill lenguas
y todas muy eloquentes.
F.
No penéys
por ellas, si me creéys,
ni las devéys dessear,
porque para mal hablar
os basta la que tenéys.
Yo no niego
poder ser dañoso el juego
al que a jugar quiere darse,
ni dexar de callentarse
el que anda çerca del fuego;
mas mirad
que, pues tenéys libertad
de guardaros, uséys de ella,
y no carguéys la querella
sino a vuestra voluntad.
Provocaros
pueden, pero no forçaros,
a que gustéys de su miel,
de suerte que de su hiel
podéys muy bien apartaros
y holgar;
pero no podéys negar,
Alethio, que muchas de ellas
no son hermosas y bellas
y sabrosas de gozar
y dispuestas,
aparejadas y prestas
a conbites y vanquetes,
regalos y saynetes
y regozijos y fiestas
y lindezas
y galas y gentilezas,
vestidos, ponpas y arreos,
con que con dulçes desseos
nos alivian las tristezas
y pesares,
con graçias particulares
de dançar, cantar, tañer,
que suelen bien pareçer
en los tiempos y lugares
que conviene,
con que el hombre se despene
y deleyte en las oyr,
con libertad de dezir
lo que en el coraçón tiene,
sin ruido
de madre ni de marido,
de tornos ni campanillas,
ni de tocas amarillas,
que os hazen andar tollido
y penado
quando soys enamorado
en otras partes mejores,
do el palaçio y los primores
suelen ser mate ahogado,
por faltar
la libertad y lugar
que sobran a las solteras,
con gracias de mill maneras
de que se suelen hallar
rodeadas,
y muchas de ellas dotadas
de virtudes exçelentes,
no pocas de las presentes
y muchas de las passadas,
sus yguales,
Thays, Flora y otras tales,
y Safo con su armonía,
y Leonçia, que sabía
las siete artes liberales.
A.
Enlodadas
quedan más que no loadas
essas graçias que alegáys,
y çierto vos las dexáis
en mal lugar enpleadas,
siendo buenas,
porque essas sus cantilenas
y músicas yo las llamo
los cantares del reclamo
o cantos de las serenas
mal sentidos,
pues las galas y vestidos
que tanto pueden y valen,
dezidme, ¿de dónde salen
sino a costa de perdidos
que los dan?
Y el plazer tras que se van
es la mançana de Eva,
que le sabe al que la prueva
al preçio de la de Adán.
Ni alabéys
tanpoco, pues no devéys,
aquellas sus libertades,
que son desonestidades,
si por nonbre las queréys
conoçer;
tan solteras suelen ser
para mal, y desenbueltas,
que conviene hecharles sueltas
porque las han menester,
y aun travones
contra las ynclinaçiones
que tienen a liviandad,
a la qual la libertad
les da grandes ocasiones;
y es la entrada
de la costumbre malvada
a que después se van dando,
por offiçio y ley tomando
la vida desvergonçada,
que es la fuente
de do sale la corriente
de tanta vellaquería,
teniendo por grangería
vendernos públicamente
sus deleytes,
usando de mill afeytes
y suziedades sin cuenta,
por hazer mejor su venta
a fuerça de los azeytes
y posturas,
defformando sus figuras
para salir por las plaças
con pláticas y trapaças
engañadoras, escuras
y vellacas
sacaliñas, redrosacas,
todas a fin de robar,
en lo qual son de loar
las ovejas y las vacas
muy más que éstas,
pues se muestran más honestas
con los toros y carneros,
no les pidiendo dineros
por las semejantes fiestas
de natura;
la yegua tiene mesura
de no pedir al cavallo
ynteresse por dexallo
gozar de su hermosura.
Mirad quáles
son los brutos animales,
que la henbra con el macho,
sin ningún preçio ni enpacho
se juntan como leales
al plazer;
sola la falsa muger
pone su recreaçión
en despojar al varón
los cueros, si puede ser.
F.
Guárdense ellos,
pues pueden, de no perdellos;
mire por sí cada uno,
que ellas a galán ninguno
tirarán por los cabellos
ni pestañas.
A.
Tíranles por las entrañas
salteando con el gesto,
urdiendo por el fin de esto
diversas artes y mañas
cautelosas,
que, bien que no son forçosas
por el rigor de justiçia,
la fuerça de la maliçia
las haze muy poderosas;
con las quales
hazen ynsultos y males,
robos, fuerças y destroços,
que en el monte de Toroços
nunca se hizieron tales.
Son polilla
de las bolsas y manzilla
y cánçer de cortesanos
tan cruel, que no ay çirujanos
que lo curen en Sevilla
ni aun en Roma;
son el pulgón y carcoma
de la viña y de la casa,
vasijas en que se envasa
quanto se hurta y se toma,
corre y gana.
Mirad la corte romana,
que en estos silos ensila
quanto Marta diz que hila
y quanto Pedro devana.
F.
No habléys,
Alethio, que no sabéys
essas cosas como van;
Mirad que dize el refrán
que creáys lo que veréys
solamente;
y quando fuerdes presente,
Romano vivito more.
A.
No ay, Fileno, quien ygnore
que habláys como prudente
conçertado,
y si veys que voy errado,
corregidme con paçiençia;
pero çierto acá en ausençia,
de muchos soy ynformado
que ay ramera
tan ábil y tan grangera
que, a falta de mejor paga,
en breve tiempo se traga
una calongía entera
con regresso,
y sin fulminar proçesso
se mete en la possessión,
comiéndola a discreçión
hasta no le dexar huesso;
y mugeres
que gastan en alfileres
más que algunas en faldrillas,
no comiendo sin baxillas
y pagando de alquileres
neçessarios
y en tributos ordinarios
muy gran suma de ducados,
que pienso no ser ganados
a coser escapularios
ni a hilar.
Pues si queremos entrar
por nuestra corte española,
ella nos bastará sola
para poder murmurar
de tal fuero,
do se va tanto dinero
desde aquel tiempo que aún era
biva Ysabel de Herrera
y Quartal el despensero,
su querido,
y otras que avréys conoçido
después acá más modernas,
apañadoras eternas
de todo lo que han podido.
Son langosta
que después que se regosta
a la espiga candeal,
no ay bolsa tan liberal
que no se les haga angosta.
F.
No creáys
ser tanto como pensáys,
porque en todo ay su medida.
A.
Por Dios, que me days la vida
si essa virtud les halláys.
Mal diréys
lo que de ellas entendéys
negando tan a la llana,
pues solamente Fulana,
que vos muy bien conoçéys,
bastaría,
según su gran tiranía,
que muchos saben de coro,
a tragarse todo el oro
que de las Yndias se enbía;
pues los daños
que demás de estos engaños
y robos suelen causar,
no ay quien los baste a pintar,
ni aun pensar en muchos años
las quistiones
a que nos dan ocasiones,
cuchilladas y ruydos,
do muchos quedan heridos
o muertos por los cantones,
desastrados.
¡Quántos gentiles soldados
y valientes en lo al
an quedado al espidal
y bivido desonrrados
por querellas,
y hecho campos por ellas,
donde quedaron tendidos,
y otros muchos consumidos
en sus brasas y çentellas,
y cobrado
males que les han durado
hasta meterlos so tierra!;
y ellas al fin son la guerra
que más hombres ha tragado
en Poniente,
en Ytalia mayormente,
que es sepulcro de naçiones.
F.
No se excusan dissensiones
do quiera que ay mucha gente;
y si fuesse
ya possible que no uviesse
mugeres de esta valía,
no por esso dexaría
de valer el ynteresse.
A.
Muy de veras.
[Alcahuetas]
F.
No son solas las solteras
las que van por tal camino.
A.
Bien dezís, porque contino
andan otras aparçeras
çerca de éstas,
que no son menos molestas
y son sus colaterales,
que les sirven de offiçiales
en demandas y respuestas
de sus tramas.
Algunos las llaman amas
honestas, viejas pobretas,
cuyo nombre es alcahuetas,
sin más andar por las ramas.
Muy sin pena
por cal os venden arena;
es gente de rapapelo,
que de nadie tienen duelo
por comer a costa agena.
Unas dueñas
amorosas, halagüeñas
en sus gestos y visajes,
van y vienen con mensajes,
mas son algo pedigüeñas
y pesadas;
y como están desarmadas
algunas vezes de muelas,
chupan como sanguisuelas
la sangre, muy mesuradas,
dulçemente
Es pueblo muy diligente
en prometer y mentir
y nunca se arrepentir,
porque no se lo consiente
su maldad.
Ninguna seguridad
os da su prometimiento,
porque han hecho juramento
de nunca dezir verdad
sin cohecho,
y aun con él no ay nada hecho,
porque esta gente engañosa
no tienen fin a otra cosa
sino a solo su provecho;
y su yntento
no es que vuestro pensamiento
venga jamás en effecto,
sino que su falso peto
quede del vuestro contento
mientras tratan,
y ellas mesmas desbaratan
los negoçios a las vezes,
o como falsos juezes
los estorvan y dilatan
sin constançia,
y con mucha vigilançia
van alargando la cura,
porque mientra el pleyto dura,
dure tanbién la ganançia
todavía
y cresca la robería
por no mentiros en balde.
F.
A nadie quita el alcalde,
Alethio, su grangería
con razón;
de qualquiera condiçión
que el serviçio pueda ser,
nadie lo quiere hazer
sin esperar galardón.
Todos van
a sonbra de aquel refrán:
que el abbad, de donde canta,
de allí se dize que yanta
y suele ganar su pan
ordinario.
Digno es el merçenario
del jornal cotidiano;
ninguno trabaja en vano
ni quiere ser tributario
del serviçio
sin esperar benefiçio,
quanto más que estas terçeras
algunas son verdaderas
y hazen bien el offiçio
començado,
que si no fuesse guyado
por su mano y terçería,
pocas vezes se vernía
al fin de lo desseado.
A.
Parte son
a vezes de conclusión
y medio con la persona,
que ella mesma se affiçiona
a teneros devoçión;
con las quales
no van tanpoco leales,
porque son dobles espías,
y quieren por ambas vías
mejorar sus cabeçales
sin sudores,
como buenos corredores
que de ambas partes apañan,
y ellas mesmas las engañan
por comer de los amores
semejantes,
y assí son partiçipantes
de los pechos y provechos
y despachos y despechos
de los tristes negoçiantes
que desdeñan.
Ellas las joyas enpeñan
por tener causa y color
de pedir al amador,
y las amuestran y enseñan
a pelar,
fingir y dissimular,
rehusar y prometer,
dilatar y encareçer,
con nunca se les quitar
de la oreja.
Guárdeos Dios de tal pareja
y de la ley en que bive,
según lo que Ovidio escrive
de çierta malvada vieja.
Sus reportes
de parte de sus consortes
siempre van con ynvençión
de demanda y petiçión,
porque allí van los deportes
a parar;
y si aquello no ha lugar
por lo mucho que han llevado,
vienen a pedir prestado
para nunca lo tornar.
En rebato
estáys puesto cada rato
con ellas; que no ay reparo,
porque os venden sienpre caro
y conpran de vos barato
qualquier cosa.
Una vieja maliçiosa
que de esta arte conoçí,
me traxo una vez a mí
una demanda donosa,
enbiada
por parte de otra malvada
con dos anillos grosseros,
harto pobres y ligeros,
y una manilla quebrada,
que pesado
todo ello y bien contado,
quatro escudos no valía;
pero con ello quería
hazer un cambio forçado,
y mandava,
si servirla desseava,
que yo reçibiesse aquello
y que pusiesse sobre ello
si alguna cosa faltava,
y tomados
a cuenta los lazerados
anillejos y manilla,
le diesse una cadenilla
de hasta veynte ducados;
y aun sobre esto,
la vieja del falso gesto
que vino con el mensaje
pedía su corretaje
para beverlo de presto
tras la lunbre.
Y ésta, en fin, es la costumbre
de aquella gente non sancta,
con que se acuesta y levanta
para darnos pesadumbre
y cuydados,
con reportes y recados
las más vezes mentirosos,
pero caros y costosos,
enbueltos en mill enhados
de dolor.
Trabajoso es el amor
que por sus manos se guía,
porque os venden cada día
a vuestro conpetidor,
y malean,
mienten, burlan y tranpean
urdiendo telas secretas.
Dios nos libre de alcahuetas,
de qualquier edad que sean;
pues provadas,
si son viejas, son taymadas,
avezadas a robar
y diestras en engañar
por aver sido engañadas,
y maestras;
y si moças, no son diestras,
porque les falta expiriençia
y tienen otra dolençia,
que luego van dando muestras
para sí,
y como toquen allí,
es materia peligrosa,
y no hazen después cosa
que valga un maravedí.
¡O cuytado
del cativo enamorado
que por medios de traydoras
alcahuetas robadoras
espera ser libertado
de prisión!
Porque quantas ellas son,
y sus madres y madrinas,
hijas, moças y vezinas,
todas van con yntençión
de pelaros,
roeros y dessollaros
por su parte cada una,
sin misericordia alguna,
hasta abriros y sacaros
los livianos
con mill ardides tiranos
y astuçias claras y occultas,
porque fit cito per multas
el robo donde ay más manos.
[Mujeres en general]
F.
Yo no apruebo
por buena, pues que no devo,
la libertad de tal uso,
pero tanpoco lo acuso
por malo, no siendo nuevo
ni vedado.
Siempre jamás se han usado
en el mundo essas mugeres,
que, como otros mercaderes,
pueden vender su hilado;
muy peores
son los hombres, y mayores
tranposos y baratones,
malvados, trincapiñones,
renegados y traydores
y malinos,
que hazen hechos yndinos
y cometen mill maldades
hurtando por las çiudades
y robando en los caminos.
Dexá estar
la cuenta particular
de semejantes estados,
que siendo bien cotejados,
no podéys mucho ganar,
y bolvamos
al punto que atrás dexamos
de hablar en general,
pues que ya de lo espeçial
en parte, Alethio, quedamos
satisfechos;
y si tenéys más pertrechos
que tirar sin piedad,
soltadlos o confessad
la verdad y los provechos
tan sobrados
y consuelos señalados,
honrras y comodidades,
ventajas y autoridades
y bienes acompañados
de alegría,
que la muger noche y día,
por donde quiera que sea,
a los hombres acarrea
con su dulçe compañía
natural,
y que es tan universal,
que quien de ella ha careçido
no deviera ser naçido
en esta vida mortal,
ni formado
para quedar despojado
de plazer tan sin segundo,
para el qual en este mundo,
quanto al cuerpo, fue criado;
porque assí
nos lo escrive el Genesí,
do dize que los crió
macho y henbra y los juntó
en conformidad allí,
de manera
que por esta ley primera
tiene el hombre obligaçión
al desseo y affiçión
de tan dulçe compañera,
y a creer
la autoridad y saber
del poeta castellano
que dize ser, y no en vano,
gran corona la muger
del varón.
A.
Passad al otro renglón,
do dize, si sé leer:
«quando quiere obedeçer
a la ley de la razón»
y cumplilla;
y con esta palabrilla
queda, Fileno, borrado
esso que avéys alegado
en favor de esta hablilla
o sentençia,
porque si con diligençia
examinarlo queréys,
entre mill no hallaréys
una que tenga obediençia
verdadera,
ni que a la razón se quiera
someter de todo punto,
sin que aya luego allí junto
alguna falta o manquera
dessabrida.
Por una parte os conbida
y por muchas os despecha,
mostrando bien que fue hecha
para darnos mala vida.
¡O animal,
más que bruto, yrraçional
y malvada bestia, a quien
hizo Dios por nuestro bien,
y ella piensa nuestro mal
sin hartura!
¡Ynperfecta criatura
hecha para ser esclava,
cruel enemiga brava
y sobervia de natura!
¡Careçiente,
general y comúnmente,
de razón, orden y ley!
Reyno loco es donde el rey
se rige por açidente
de contino.
No se puede tomar tino
a la henbra, ni lo tiene,
porque nunca va ni viene
sino fuera de camino,
desviada
de los medios, y llegada
siempre más a los estremos;
de do viene que la vemos
por antojos governada,
y en el viento
bolando su pensamiento,
ora acá y ora acullá.
Nunca por el medio va,
mas siempre fuera de tiento
y mesura;
o como una peña dura
se queda estante parada,
o corre desenfrenada
tras el fin de su locura,
que la guía.
Una vez elada y fría,
muy más que el ynvierno frío,
otra como el mesmo estío
ynflamada en demasía,
nunca alcança
la henbra çierta tenplança
de guiar tras la verdad
ni tener en ygualdad
puesta jamás la balança
del querer:
o vos ama sin poder
encubrir lo que padeçe,
o sin causa os aborreçe
hasta no poderos ver,
o vengarse.
Si grave quiere mostrarse,
pónese triste, pesada,
rostrituerta, encapotada,
que apenas dexa mirarse;
y si acuesta
a ser cortés y modesta,
dexando la gravedad,
da muestras de liviandad
con risa menos honesta,
y muy presto
aquella graçia del gesto,
con que se muestra amigable,
se haze vituperable
en su oçico conpuesto.
En un hora
canta y gruñe y ríe y llora,
es sabia y loca en un punto,
osa y teme todo junto
y niega al mesmo que adora,
y le vende;
quiere y no quiere, ni entiende
lo que quiere ni dessea.
Consigo mesma pelea,
contraria de sí, se offende
y destruye;
sigue lo mesmo que huye,
lo que sabe no lo sabe,
conçierto ninguno cabe
en lo que ordena y concluye
con razones,
porque contrarias passiones
le perturban la razón,
y en una mesma opinión
tiene muchas opiniones.
Una dama,
de mejor gesto que fama,
me acuerdo que vi en Toledo,
con tanta saña y denuedo
como un toro de Xarama
carniçero,
que en braços de un cavallero,
casi bramando dezía:
«¡Qué desventura la mía,
que no sé lo que me quiero!»
Y de aquí
naçe, como siempre vi,
no poder en esta vida
la muger ser entendida,
porque no se entiende a sí
de mudable,
ynconstante, variable,
vaga, vana, garladora,
deslenguada, mordedora,
mentirosa, yntolerable,
maliçiosa,
arrogante, ynperiosa,
mandona, descomedida,
temeraria de atrevida,
ynpaçiente, querellosa,
robadora,
pesada, rebolvedora,
anbiçiosa y avarienta,
vindicativa, sangrienta,
sañuda, amenazadora,
ynbidiosa,
descomunal, desdeñosa,
creedora de ligero,
ydólatra del dinero,
por quien haze toda cosa,
lisongera;
por una parte santera
y por otra muy profana,
superstiçiosa, liviana,
adevina y hechizera,
perezosa,
desonesta y luxuriosa
quando el tiempo da lugar,
dotora del paladar
y tragadora golosa,
regalada;
por la mayor parte dada
a toda delicadeza
y a ser de su gentileza
curiosa, apassionada,
y a locuras,
a deleytes y blanduras
y cariçias, a halagos,
y a rebueltas y trafagos
y secretas travessuras;
guardadora
del odio que en ella mora,
hasta que halla sazón
de vengar su coraçón,
del qual es executora
muy ayrada;
malina, desvergonçada
y terrible, ynpetuosa,
corajuda y furiosa,
súbita y açelerada
y guerrera,
yndomable, dura y fiera,
yngrata, falsa, traydora,
rebelde, pleyteadora,
achacosa, ynsuffridera;
por su viçio
os çahiere el benefiçio,
y con bozes entonadas
y palabras muy osadas
defiende su malefiçio
y pecados.
Entre los más sossegados
sienbra y ençiende quistiones;
conçiertos y condiçiones
no los tiene en dos cornados,
ni verdades.
Burla de las amistades
y haze de ellas barato,
no metiendo en el contrato
sino sus comodidades,
y florea,
juega y mofa y lisongea
y murmura gravemente,
malsinando al ynoçente
aunque offendida no sea;
es parlera
y no menos novelera
de cosas nunca sabidas,
y relata las oydas
contino de otra manera,
añadiendo,
acreçentando y poniendo
de su casa la mytad
y de qualquier vanidad
muy gran historia haziendo.
Pues fiaros
de la que pensáys amaros
no debéys, si soys discreto,
porque no guardan secreto
aunque muestren adoraros;
y es doblado
el hyerro si con cuydado
la amonestáys que lo guarde,
porque tanto menos tarde
lo diré, si le es vedado,
si se enoja
y si tanbién se le antoja,
como de su natural
sea ynfiel y desleal
y buelva presto la hoja.
Pues hablar
de su gran dissimular
y fingir causas conpuestas
con muy sotiles respuestas,
es para nunca acabar
en un año.
Trama y urde qualquier daño
y maldad en un ynstante,
aplicando su senblante
a la fraude y al engaño,
remedando
con él y representando,
con muy fáçil movimiento,
qualquier caso o pensamiento
que la lengua va hablando
falsamente.
No ay quien assí represente
qualquier fábula en su ser
para dárosla a entender
al revés de lo que siente,
sin conçiençia.
Tened, Fileno, paçiençia
si me alargo, porque os quiero
dar un exemplo casero
en razón de esta sentençia.
Parad mientes:
Yendo de gentes en gentes,
me vine a hallar un día
en una casa do avía
aposentos differentes;
y yo, estando
en uno de ellos çenando,
entró por aquella parte
una muger de buen arte,
mustia y triste, sospirando,
que venía
con una congoxa pía
y demanda de dinero
a çierto buen conpañero
que por caso allí comía;
y en razón
de aquella su petiçión,
sin aver nunca tal sido,
alegava haber parido
un hijo de maldiçión,
que tocava,
según ella lo jurava
poniendo a Dios por testigo,
a un otro nuestro amigo
que en ausençia se hallava;
ynformando
punto por punto del quándo
y cómo aquello passó,
y el peligro en que se vio;
humildemente publicando
sus passiones,
pobrezas, tribulationes,
trabajos, peregrinajes,
con meneos y visajes
conformes a las razones
piadosas
y palabras dolorosas,
mostrando su desventura
y la de la criatura
con lágrimas abundosas,
tan constante,
miserable y elegante,
que mal año, en conclusión,
para Tullio Ciçerón,
aunque estuviera delante;
que pudiera
vençernos de tal manera,
porque todos en oylla
nos movimos a manzilla,
creyendo lo que no era.
Y creyda,
luego fue bien proveyda
y llevó çiertos ducados,
dexándonos lastimados
de verla tan dolerida
y acuytada;
y luego que fue apartada
fuera de aquel aposento,
se fue a otro apartamiento
de aquella mesma posada,
donde avía
gente, según pareçía,
con quien ella más holgava
y con quien no se mostrava
tan triste y sin alegría.
Yo salí
dende a un poco por allí,
y mirando por defuera,
vila estar tan chocarrera,
que apenas la conoçí,
assentada
en una mesa quadrada
con otros, puesta de codos,
alegrándolos a todos
de pura regozijada,
plazentera,
de la tristeza primera
ningún yndiçio en su cara,
que pensé que le durara
todo el tiempo que biviera.
Muy loçana,
hazía de la truhana
tanto que, a mi pareçer,
en mi vida vi muger
reyr de tan buena gana;
yo, espantado
de ver un tan gran ñublado
en un momento esparzido,
bolvíme medio corrido
al aposento dexado,
por provar;
y enbiándola a llamar,
vino luego allí en presençia
con la mesma contenençia
y senblante de pesar
que primero,
mostrando ser valedero
lo llorado y referido,
siendo del todo fingido,
mentiroso y lisongero.
¿Qué diréys
a esto, pues no podéys
huyr de tales finanças
y cautelas y açechanças,
por bien que en ello miréys,
ni escapar
de sus formas de dañar?
Tantas son siempre las artes
y astuçias de todas partes
que tienen para engañar
los christianos;
y aunque con yndiçios llanos
la tornéys en el peccado,
a vistas de ojos mirado,
y con el hurto en las manos,
os lo osa
negar, porque es poderosa,
con sus ardides sabidos,
de enbaucaros los sentidos
y dorar qualquiera cosa,
por más fea
y manifiesta que sea,
y ninguna ay que poder
creerle ni no creer,
si ella quiere que se crea.
F.
Alargado
os avéys, Alethio, y dado
causa de nuevos afferes,
pues dezir mal de mugeres
es hablar en lo escusado;
que al fin somos
sus moços o mayordomos,
obligados a suffrillas,
a querellas y servillas
con pies y manos y lomos
y hazienda,
porque no ay quien se defienda
contra su poder creçido,
y es fuerça quedar vençido
vos tanbién en la contienda
que tenemos;
pero, pues seguís estremos
contra cosa tan sabida,
dezidme, por vuestra vida:
¿qué consejo tomaremos
los soldados
que ya estamos ocupados
en esta guerra sabrosa?
A.
Que, pues es tan peligrosa,
bivamos muy recatados
sin desmanes,
do los mismos capitanes
tienen las mismas querellas,
y que no fiemos de ellas
ni aun un saco de alacranes
o de arena,
pues el refrán las condena
do sabiamente señala
que te guardes de la mala
y no fíes de la buena.
F.
Es forçado
ser el hombre enamorado
A.
Al freyr, pues, lo veréys,
y a la fin me lo diréys
quando bolváys del mercado.
F.
Pues dezid:
ya que la contienda y lid
de mugeres tanto enpeçe,
según a vos os pareçe,
¿sabéys vos algún ardid
o contraste
tan suffiçiente, que baste
a huilla o a vençella,
porque el seguimiento de ella
no nos consuma ni gaste?
A.
Yo confiesso,
Fileno, que no sé de esso
casi nada, aunque lo sigo,
bien que soy del mal testigo,
mas no toca más en gruesso
mi dotrina.
Cerner sin hechar harina
es la alquimia de tal çiençia.
Conosco bien la dolençia,
mas no sé la mediçina
ni la hallo;
remedio no sé buscallo
que satisfaga y contente,
alcanço el ynconveniente
pero no sé remediallo.
Conparado
es en esto al ahorcado
el que enamorado es,
que se sube por sus pies
donde ha de quedar colgado.
Es verdad
que nuestra sensualidad,
con sus ardores y bríos,
de estos tales desvaríos
nos haze neçessidad,
y se heredan,
y que las mugeres puedan
tanto, que nos humillemos
a ellas y las amemos;
pero no por esso quedan
desculpadas,
antes muy más condenadas
con sus pliegues y doblezes;
manos se besan a vezes
que devrían ser cortadas.
Mejor fuera,
si la ley lo permitiera,
la qual en esto fue manca,
que fuera común y franca
la henbra a quien la quisiera
o comprara,
porque con esto quedara
el hombre en su possessión
y ella, puesta en subieçión,
no nos vendiera tan cara
su maldad;
mas teniendo libertad,
de herirnos peligramos,
y esso poco que gozamos
es con gran difficultad.
Assí que
perdonad, que no podré
cumplir con vuestro desseo;
el daño conosco y veo,
el remedio no lo sé.
F.
Sea assí;
dexaldo quedar ay,
que otro día hablaremos,
y solamente hablemos
de lo que me toca a mí
por agora,
y de aquella mi señora
que os dezía, y sus amores,
dinos y mereçedores
de quien los ama y adora,
porque son
de estremada perfeçión,
dulçes, graçiosos y bellos,
y os quiero dar cuenta de ellos
para mi consolaçión.
A.
Holgaría
yo tanbién de parte mía,
pues vuestro plazer, Fileno,
no lo tengo por ageno,
y en todo tiempo os querría
complazer;
pero tengo que hazer
agora, y es tarde ya;
quédesse, si os plazerá,
para después de comer.
FINIS

2019-11-15T23:58:13+00:00

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