Al muy impotente carajo profundo [Carajicomedia]

CARAJICOMEDIA
Síguese una especulativa obra intitulada Carajicoxedia, compuesta por el Reverendo Padre Fray Bugéo Montesino, imitando el alto estilo de las Trezientas del famosísimo Poeta Juan de Mena. Dirijida al muy antiguo carajo del noble Caballero Diego Fajardo, que en nuestros tiempos en gran lujuria floreció en la ciudad de Guadalajara; por cuyo fin sus lastimados cojones, fueron llevados y trasladados en la Romana Ciudad: cuya vida y martirio, la presente obra recuenta.

Muy Magnifico Señor,

Como un dia, entre otros muchos oradores, me hallase en la copiosa librería del colejio del señor sant Estravagante, donde al presente resido, leyendo unos sermones del devoto padre Fray Bugeo Montesino: hallé la presente obra, que este Reverendo Padre copiló para su recreación, después que correjió el Cartuxano. E porque me parece cosa contemplativa y devota para reyr; acordé de la trasladar del fenjido lenguaje en que casi como infición poética estaba; en este cruel castellano en que va, y asimismo, sobre ello, lo mejor que según mi devoción pudiere, declararé algunas escuras sentencias, que en ella hay, con alegaciones de los asuetos autores, que en ella se verán: considerando el trabajo que en ello tomase, ser servicio á vuestra merced, y provecho á los oyentes, y a mi descanso. E si según las grandes mercedes que de vuestra mercéd he recibido, pequeño servicio este le pareciere, para mi desculpa le suplico, se acuerde del famoso dicho de Virjilio — “Non minus regia res est modicum accipere quam plurimum daré.”

Al muy impotente carajo profundo
de Diego Fajardo, de todos ahuelo,
que tanta de parte se ha dado del mundo
que ha cuarenta años que no mira al cielo,
aquél que con coños tuvo tal zelo
cuanto ellos del tienen, agora desgrado;
aquél qu’está siempre cabeza abajado,
que nunca levanta su ojo del suelo.

Asi, muy Magnifico Señor, como cualquiera obra para ser mas durable, requiere tener muy firme cimiento: asi ésta, para mejor ser entendida, conviene en esta primera copla, hazér perfeta declaración; pues es paso primero y comienzo do toda se funda. Y para esto es de saber: que este Diego Fajardo fué un caballero de Guadalajara, de noble linaje, en cuyo nacimiento crueles señales mostraron su vida. Del cuál afirma una gran puta vieja que hoy en la dicha cibdád reside, que fué su partera; que nació la lengua sacada, y regañado y arrecho. Asimismo se lee de su vida en el” Putas Patrum,” que desde doze ó trez años, tomó tanta devoción con Venus, que dejadas las obras militares, y vanidades de este mundo, las mas noches andaba desatacado de puta en puta. Desto son autores, infinitos trincaderos debas. Asimismo se lee, que siendo ya venido á la vejez, y conociendo sus grandes pecados, que en su juventud había cometido, se acordó, de retraer en un apartado tabanco ó bodegón, y allí (sentado en una silla, continuamente le veyan con el miembro en la mano izquierda, y la derecha abierta, llena de cuartos y ardites, con que daba crecidas limosnas á los pobres coños que por alli pasaban: Y continuando el Injurioso caballero esta vida, cargándole mas la vejez, no podiendo ya tomar refeciún, fuele forzado caer en cama: Y allí estando, á cuantos le venían á ver, contaba las lujuriosas hazañas, que en su vida habi’ acometido. Y como ya él conociese, ser en los postreros dias de su vida; un dia hizo convocar muchos coños, y predicóles gran rato, incitando los cojones muy largos, y el pendejo muy blanco: — movidos á riso, dieron ant’él crudas risadas, despreciando sus amonestaciones. De lo cuál, él movido á gran dolor, mandó sopeña de su visión, que muerto, su carajo fuese llevado al Coliseo de Roma; diciendo tales palabras: — “O ingrata patria! non possidebis natura mea.” — Y asiéndose délos cojones, su amortiguado carajo espiró; quedando el triste de Fajardo en la cama, donde hoy en dia permanece. Y para su consolación, este breve tratado le fué compuesto por el sobredicho Padre.

Habla el autor. Copla 2 a .

Tus casos falazes, carajo, cantamos,
tus ferozidades, bravezas no pocas:
dizes que sueles romper por las rocas,
Y d’esto mil coños, quejosos hallamos,
que jüntanse y dizen, “No le creamos,
puesque le vemos mas flojo qu’espuma:
demás d’esto tiene tan blanca la pluma
que solo de verlo, descuido tomamos.”

En la declaración dé la Ia . copla, se contiene, lo que en esta, por escusár prolijidad se calla, por no tener nueva sentencia.

Llama y invoca D. F. á la Lujuria. Cop. 3 a

O tu, lujuria, me sey favorable,
dándome alas, de ser muy furioso:
Y tu no consientas tal caso injurioso
en este tan tuyo y tan amigable:
qu’estoy tan perdido, inrecuperable
que ya no s’espera de mi mas simiente,
soy aborrecido de toda la j ente,
que no hay en el mundo coños que me hable.

Asi como los poetas acostumbran invocar las Musas, les ayuden en sus obras; asi Fajardo, no conociendo otra Musa, invoca la Lujuria en su vejez.

Desculpa el Autor á Fajardo. Cop. 4 a.

Cierto, no creo que fuesen menores
sus viejos deseos, d’entrár en la lid,
que fueron los hechos del famoso Cid,
el uno en batallas, y el otro en amores:
mas la senetúd, y esquivos dolores,
por largo discurso le tienen en cama
y tiene el amargo, dañada la fama
por ser de sus obras los coños autores.

Quien fué el Cid, en España os muy manifiesto: Y quién Diego Fajardo sea, ya se ha dicho algo, y cuantas putas hay en Castilla, lo saben y son dello autoras.

Torna á invocar diego F. a la Lujuria. Cop. V.

Ya, pues, derrama de tus caldas fuentes,
de tantos ardores, á mi uno solo,

Y haz mi carajo, mas tieso que bolo,
que pueda hazér, mintrosas las jentes.

A esto que pido, mostradvos presentes,
dos mil putas viejas, pasadas que lloro,
con armonía del dulce tesoro
con que gozábades los inocentes.

Descúlpale mas, y compara. Cop. VI.

La gran Babilonia, que ovo cercado
la madre de Niño, de tierra cozida,
si ya por el suelo nos es destruida,
cuánto mas presto, carajo cansado?

Y si los muros que Febo ha trabado
argólica fuerza pudo subvertir,
razón es que haga curso el hodér
en quien tanto tiempo lo ha ejercitado.

En esta copla y sus estonias, me remito a J. de Mena. En lo que toca a Diego Fajardo, claro parece al pie de la letra.

Invoca el mismo D. F. á una Putavieja, alcahueta y hechizera. Cop. VII.

Dame remedio, pues tú, sola una,
eres, á quien, pedirle me atrevo,
pues resucitas y hazes de nuevo,
lo muerto, lo viejo, sin dubda ninguna.

Pon mi potencia en cuerno de luna,
las venas del miembro, estiendan, engorden,
vayan mis hechos en tanta desorden,
que no deje casa, que no tenga cuna.

Quien esta puta vieja sea, dizen muchos pregoneros, ser natural de Zamora: en donde en pago de sus dos oficios, públicamente fué azotada, y encorozada. Y vínose á la Villa de Valladolid, donde se llamaba ‘ la Zamorana’. Aquí puso tienda de sus obras, y la mantiene mucho á su provecho, y costa dé los que con ella tratan. Y cierto, sus ditados no están en ella mal empleados, la cual yo muy bien conozco, por devoción que tengo en su botica con su hija.

Disputa Diego Fajardo con esta vieja. Cop. VIII.

La regla del culo, enjemplo te sea,
mira, conoce, su grande deporte,
cuando cojones le son contrahorte,
ó arrecho carajo, quizá devanea,
bajando el encuentro, de donde desea
qu’éste tal caso, en muy breve suma,
pone á deshora, al coño en gran ruma
pensando qu’en ley itálica crea.

En esta copla de soso, disputando Diego Fajardo con la vieja, la ejemplifica que mire el gran sinsabor qn ‘el coño toma cuando algún mal hombre, deja á él por su cagado rerino: al efeto de lo que dize, adelante se dirá en la siguiente copla.

Prosigue D. Fajardo, rogando á la vieja. Cop. IX.

Pues como tu, vieja, rejir tales cosas
con grandes maneras, y orden te plaze,
pon en mi miembro, algo que alze
las venas vejazas, qu’están deseosas,
de ver sus narizes, sañudas, mocosas,
y haz que se queden, así tan eternas,
que á todas las ericas, futuras, modernas,
espanten, y pongan menazas, furiosas.

Prosigue. Cop. X.

Mas, bien acatada tu vieja semblanza,
parecesme bruja, sin otro distante,
magüer seas mujer, ya muy vacilante,
por esto me cumple, seguir tu ordenanza.
Pues eres nacida, por darme esperanza,
con antiguos cobos, de ámos á dos,
remedíame presto, ven presto por Dios
hagamos en cobos, muy cruda venganza.

Habla D. F. con la vieja y compara. Cop. XI..

Como carajo, que va en el poniente,
si halla algún coño, que no sufre punta,
se dobla, se vuelve, porque barrunta
su fuerza allí, no ser suficiente:
empero el carajo, del barbiponiente,
si sus cojones, el culo sintieron,
nunca descansan, hasta que vieron,
el coño rompido, qu’está paciente.

Esta es una hermosa comparación, y van en ella, muy devotos entendimientos para personas contemplativas.

Habla D. Fajardo con la vieja aplicándole la comparación. Cop. XII.

Asi, puta vieja, cruel aborrida,
viendo tus j estos, que son infernales,
mi par de cojones, se ponen iguales,
y aprietan mi pija qu’está muy sumida.

Mas ya porqué sea de tí socorrida
pues vive la triste marchita y en rueda,
llévame, vieja, allá donde pueda
alzarse con gozo de tan gran caída.

Ficción que pone el mismo D. F. Cop. XIII.

No bien formadas mis vozes serían,
cuando muy brava, sentí mi pijona,
y luego me lleva la vieja matrona,
á mil trincaderos, que putas tenían,
y cuando las nalgas, no bien remedan,
feríalas ésta, con duro flajelo,
tanto que andaban tan altas del suelo
que nunca caderas en tierra ponían.

Prosigue y compara. Cop. XIV.

Asi me soltaron en un patio llano,
desque andovieron, comigo en revuelta,
como á las vezes el gran coño suelta
el chico carajo, que nol hinche la mano.

Yo de tal caso, mirable, inhumano,
d’entre tantas putas salí casi muerto,
do vi multitud, no número cierto,
en lujurioso, y modo profano.

Bien clara va esta comparación, y el gran trabajo que el misero carajo de Diego Fajardo en este mundo sufrió, teniendo arriscados vandos con todo el linaje coñativo, cuanto en esta presente vida duró.

Describe D. F. Cop. XV.

Y todas las putas d’esta escritura
viéndome solo, arrecho y seguro,
alzan sus faldas, mas yo no me curo
sino de salir de tanta estrechura.

Mi necio carajo atento procura
mirar bien los j estos, de coños a tantos,
mis largos cojones, le ponen espantos,
que quite su vista, de tan fea figura.

Prosigue. Cop. XVI.

Mas ya porque antes, en otros lugares,
yo he visto tantos, do quiera que ande
qu’en ver los pendejos, sin que lo demande
conozco sus jestos, tan especulares.

Dije: — “si formas tan mucho dispares
bien no reguardo, jamás seré ledo,
si a todos dezír, y contar no lo puedo
sus nombres y vidas, tan yrrigulares.

Compara y aplica. Cop. XVII.

Como el que tiene, el espejo delante
magüer que se mire, derecho en derecho,
ni parte contento, ni va satisfecho
si halla que tiene, ruin el semblante;
todos los coños, por el semejante,
de ver mi carajo, no hay uno contento,
que murmuradores, quejosos los siento
mi fuerza culpando, por no ser bastante.

Cierto no es de menospreciar tan contemplativa comparación, y la saludable aplicación della.

Prosigue. Cop. XVIII.

Estando yo así, con mucho deseo
de verme en sazón, de darles holgura,
sentí mi carajo hazerse blandura
delante los coños, que triste me veo:
no puedo creer, ni pienso, ni creo,
poder mas vivir según me apostemo,
de ver mi carajo tan puesto en estremo
que no m’aprovecha flotar su rodeo.

Prosigue. Cop. XIX.

Mas como no tenga lujuria licencia
de dar mas aguda la inclinación,
y mas y mas en aquellos que son
privados de toda zumosa potencia,
comienza ya cuanto con nueva hemencia,
en esta mi cuyta de mucho sonár,
carajo y cojones hasta trasudar
llamando otra vieja con gran reverencia.

Prosigue. Cop. XX.

Luego resurjen muy malas hedores,
y viene una vieja muy seca y enjuta,
en darme remedio muy sabia y astuta,
que luego potencia me muestra favores
ha mas de cien años, y fínje dolores
diziendo que pare, no siendo tal cosa,
ante su j esto es loco quien osa
otras maldades nombrar por peores.

Quién esta vieja sea, el autor por vergonzoso, no ¡o declara: pero es de saber que ella se llamó en tiempos antigos María de Vellasco: ya por discurso de sus maldades, pereció aquel nombre. Solamente agora se conosce, y llama, hablando con reverencia la Buyza, que cierto es en la villa de Valladolid tan temeroso de oyr como el de Celestina, mas es cierto que la desdichada de Celestina se llevó la fama, y esta goza el provecho de tal nombre. Su vida es tan inominiosa, que no la quise aquí poner, por no inficionar mas el tratado. Baste, que juro á Dios que creo, ab inicio no nació mayor puta, ni alcahueta, ni hechizera, sin mas tachas descubiertas, con las cuales hoy enia permanece en la ribera d’Esgueva mesonera, y ella es la tablilla. Autores d’esto, son infinitos virgos que por su causa vierten su sangre muchas vezes, y otros la cobran. Assiqué, por esta se dize, Inter natus mulierum non surrexit majorputa vieja que María la Buyza.

Prosigue. Cop. XXI.

-Luego del todo fue restituida
mi antigua potencia, que perdida era
y por la venida de tal compañera
se cobró mi pija, qu ‘estaba perdida:
ésta por tal ha sido escojida
que con lo maldad de su falso jesto,
hiziera á Virjilio el engaño del cesto,
pues otros mayores ha hecho en su vida.

Cop. XXII.

Desque sentida su desproporción,
de forma diabólica, no ser discrepante,
el miedo pospuesto, le digo adelante
con lengua turbada tal breve oración:
—O, mas que infernal diforme visión,
suplico me digas de donde saliste,
ó cuál es el arte que tu mas seguiste
ó cómo se llama la tu imperfeción.

Responde la vieja á Diego F. Cop. XXIII. –

Respuso: No vengo á la tu presencia
de nuevo, mas antes voy en todas partes,
según do te digo: que sigo mil artes
y en todas tengo muy gran ecelencia
los males que quiero, ordeno en essencia,
de alcahueterías, yo hago á mi guisa,
renuevo los virgos: d’esto te avisa,
y pongo poder do falta potencia.

Admiración de D. F. Cop. XXIV.

¡O puta vieja, y disponedora,
de la clerezía, y todos estados,
de formas de virgos, de suertes y hados,
Mi hechizera maestra y señora.

O, gran alcahueta, o gran sabidora,
remedia mi triste carajo infacundo,
que tan lagrimoso ha sido en el mundo,
que ya traspasado, ni canta ni llora.

Prosigue. Cop. XXV.

-Ya que tamaño plazér se le ofrece
á esta mi pija, no merecedora,
suplico tú seas la mi guiadora,
en tal putería, como aquí parece.

Pues do hay tantas putas, ninguna obedece
carajo ninguno, que no sea muy loco,
para esto te llamo, señora, y invoco:
qu’el triste del mió, de cuerdo padece.

Respuesta déla misma vieja. Cop. XXVI.

Respúsome: Viejo, perdiste el efecto,
sigue mi via; ven, y sucede
mostrar f he yo algo de aquello que puede,
siendo apalpado, ser blanco, de prieto;
sabrás, á lo menos, qu’está tu defecto
en ser tan antigua tu triste persona,
y, si me sigues, ponerte he corona
de ser convertido; en joven perfecto.

Prosigue. Cop. XXVII.

– Contra, do vido mostrarse una puerta
se iba, llevando mi pija en la mano;
notar en la entrada me mandó temprano,
de, cómo era grande, y á todos abierta.
Mas una centella yace encubierta,
que dijo que quema muy mas que la brasa
qu’el desventurado que viejo se casa
puebla su bosque y destruye su huerta.

Habla D. F. con la vieja. Cop. XXVIII.

-Diabólica imajen, pues tienes poder,
dame tu rabo, qu’el miembro me avise,
le palpe, le tome, le arrastre, le pise,
le fuerze, le avive, con grande saber.
Esto le dije, y le oí responder,
en voz que parece la de Santilario;
“con luengos cojones como un encensario,
tu, Diego Faxardo, qué puedes hacer?

D’este Santilario se lee, en el tripas Patrum, ser un rústico raquero, llamado Santilario, por ser gran Saltador, el cual estando un dia en un peñascal con grande dolor de las Ingres, tendidas las espaldas en tierra, y untándose el vientre y yjadas con manteca, con la flotación déla mano, y calor del sol, alzósele la verga. Y estando en esto, fué caso, que un diablo que pasaba por allí, un santo bermitaño, mirando desde una peña el camino que había de llevar, vido debajo déla peña Santilario, déla manera que habedes oydo: délo cual muy gozoso dijo: — ” Aquel vellaco villano está agora encendido en lujuria: Yo le saltaré en el vientre, y le reventaré, y llevaré su ánima.” Y dicho esto, dio un gran salto sobre el pecador vaquero, que bien descuidado estaba; y acertándole con los pies en el ombligo, resbaláronse, y fuese deslizando, hasta que se hincó el miembro de Satilario por el culo. Lo cuál sintiendo Satilario, le apretó y tuvo firme, llamando á vozes sus perros. Lo cual viendo el diablo, y mirando su desastrado caso, y sintiendo venir los perros ladrando, comenzó á dar grandes vozes diziendo — “Satilario; suelta.” El cual, teniéndole rezio, con feroz voz respondía: — “Nunca: si el carajo no quiebra.” Y assi le tuvo, hasta le remojar: y estonces le soltó. Y ya llegaban los perros cerca, cuando el diablo culi-roto, comenzó de fuír; y los perros tras él, hasta le encerrar en el infierno: adonde el triste s’está remendando el culo hasta hoy; jurando que nunca ha de salir fuera, por llevar provecho á su casa: tan mala burla recibió. Esta fábula toca, aquel reverendo Padre. Autora d’esto, es la mala vieja en su hablar, que mas feroz parece á las jentes, que Satilario, al triste diablo.

Prosigue D. F. Cop. XXIX.

Assi razonando, la puerta pasamos,
á do concurría tan gran coñatío,
que allí do el ingreso mas era vazío,
carajos y ericas, encuentros nos damos.
Mas los que de viejos, cansados estamos
en arrechár no tenemos fuerza:
los mozos mancebos á quien edá esfuerza
entran adentro Nos, fuera quedamos.

Compara. Cop. XXX.

Como el herido, de aquella saeta
que trae consigo la cruel engorra,
mientra mas tira, por bien que la corra,
mas el retorno lo hiere y aprieta:
assi la mi pija, en verse sujeta,
á la puta vieja, que la tiene firme,
se afloja y encoje, sin nada dezirme,
como en el fuego la blanda agujeta.

Prosigue. Cop. XXXI.

Mas la sabia mano de quien me guiaba
viendo mi flojo carajo, perplejo,
le soba, le flota, l’estira el pellejo,
hasta tornarle, como s’estaba:
es á saber, de prissa tan brava,
que rempujaba, por verse mas libre,
como el gran barbo rempuja en el Tibre
cuando el anzuelo, del buche le trava.

Prosigue. Cop. XXXII.

-Mas, preguntadme, de cuan ayna,
me desatoco en aquella posada,
llevando delante, mi pija enfrenada
por dar á los coños enjemplo y do trina.
Comienzo á mirar la tierra y marina,
do vi tantas putas en trajes diversos,
que no bastan lenguas, ni libros, ni versos,
para contar su rabia canina.

Protestación de D. F. Cop. XXXIII.

-Si cantos de potras, ó largos cojones,
no bien aprobaren, en esto que hablo,
miren sus ganas, y no al vocablo,
si faltan los hechos y sobran razones:
las cuales inclino so las correciones
de viejas matreras, á quien solo teman,
y no de noveles, que siempre blasfeman
y no se contentan con seis empujones.

Copla XXXIV.

Discripción délas putas terrestres, visibles y casi invisibles, públicas, carnales y otras espirituales, y temporales ab utroque.

De alli se veia, el espérico centro
de Rabo d’Azero, con todo su austrál,
la Napolitana con su aquilonál,
y cuanto sus coños encierran de dentro.

Y vi contra mí, venir al encuentro
á la Rosales, con otras rameras,
y otro conclave de muchas caseras
que habrá que contar, si por ellas entro.

Rabo d’Azero, se llama Francisca de Laguna; es de Segovia, y muy conocida: anda en ¡a Corte: ya creo que ha jubilado. Tomó este nombre, porque mucho tiempo estovo, que no pudo passarse su puerto, por causa déla fuerte roca que la defendía, hasta que un devoto frayle de Salamanca, llamado Fray Parrilla, con grandes artes hizo una senda, y después acá, el camino se ha muy ensanchado, tanto, que dos carretas juntas pueden pasar, sin se hazér estorbo. Este sobrenombre la fié confirmado por el estudio de Salamanca. Autores son mil botines que allí recibió. La Napolitana, fue ramera cortesana, y muy gruessa: su aquilonal, s’entiende por la rabadilla, que tenia, muy hundida, y tan grande como una gran canal de agua. Agora en día, se muestra su persona casada con un mozo d’ espuela de la reyna doña Ysabél. A esta mujer conocí yo muy bien. Autora es d’ esto, toda la Corte Española. Esta es una de las nueve de la fama. La Rosales: ramera cortesana. Xec audivi nec cognuti: voluntas sufficit.

Cop. XXXV. [Asia la Mayor: id est, la mayor puta moderna, vel casi.]

-La Mayor Asia, Ysabél la Guerrera
de tierra do asía, los cojones mios
de tigres y ingres, halló tan vazíos,
tan luengos y flojos, que lástima era:

Provincia de Suria, muy suzia ribera,

Ysabél de Torres me pareciera,
con altas caderas, do yo creyera
la Amblaxika Arte hallarse primera.

Ysabél la Guerrera, es una ramera cortesana jentil mujer. Llamase Ysabél Guerra: pero por el consonante se añadió aquella silaba, y esta en ella bien empleada; porque, cierto, ella está en guerra con mil naturas de jentes, y á todos dá qué hazér: ésta conozco yo y fué amiga d’ este Faxardo. Ysabél de Torres, es mujer enamorada: tiene cátedra en Valladolíd: y por poder mejor escrebír d’ella, la fiuy á ver y conocér: es mujer gruesa: de buen parecer: bien dispuesta: pasa de un rosario de años, empero demuestra bien lo que en tiempo passado d’ella s’escribe: qu’es, ser inventora del arte del Amblar. Agora se comienza á retraer con jentil ordenanza. Nuestro señor la conserve. No hay mas qué escrebir d’ella.

Cop. XXXVI.

-Cerca de Eufrates vi las Moabitas,
beatas y monjas, que algunas había,
que saben Caldeo, y aun astronomía,
y tantas de Artes, que son infinitas.
Vi otras putas, á quien, vejez, quitas
color, hermosura; y das disfavores;
mas no los deseos, ni ajenas colores:
perdona mi mano, si no son escritas.

Cop. XXXVII.

-Vi á Violante, con rostro no sano,
que una cuchillada, bien larga, no bella,
jugó con la triste, á la zoca pella,
con ocho puntadas de un zurujano:
la cual si se fuese, do nace el Jordano,
quizá que su edad se renovaría,
mas no creo que pelo jamás cubriría
aquella señal déla cruda mano.

Esta Violante es de Salamanca, reside en Valladolid: Gana la vida, sufriendo diversos en cuentros en su persona. Un amigo suyo, por cierta ruindad qu’eüa le hizo, tomando un cuchillo mohoso, la alcoholó las quijadas, desde el ojo yzquierdo, bajando hasta la barba, todo por derecho camino, sin desviar á ninguna parte. No es gran camino, pero solibranos á malo, que hay un buen trot de goz, y en tiempos de nieves, hay ocho puntales altos, bien señalados: y aun dizen algunos poetas, qu’el Maestro de tal edificio, queriendo abrir otro camino, que travesase al puerto narigón, la desdicha [da] se cubrió con las haldas la cabeza, en guisa, que su buen deseo no ovo efecto: y porque no perdiese su herramienta en un solo oficio, dióle un picapunto en el culo, de razonable tamaño. Esto, no se parece al presente; mas en aquellos tiempos se vido cubierto de hilas. Autores son d’esto sus quijadas.

Cop. XXXVIII.

-De parte del Austro vi como se allega
cabrera en Ejipto, del lustre Guineo,
tierra muy seca, do llueve á desseo,
cércala Nilo, y abdacio la riega:
con turbado jesto, jamás, no se niega
maguer que la ñuscan niblíferas glevas:
la cual está agora, según son las nuevas,
mas desolada, que Stacio la alega.

Nubliferas glevas. Dice, porqué tiene grandes guardas; y agora ya es muy retraída, y es muy noble persona, y honesta. Toca el Autor en esta Copla el tiempo pasado.

Cop. XXXIX.

-Vi de otra parte, que á oro se vende,
Juana de Cueto, la cual se levanta,
con altitud y soberbia tanta,
que la gran Asia sojubgár entiende:
de cuyas haldas combate y ofende
la hueste pedorra, menguada de tetas,
las grandes narizes délos masajetas,
dando tronidos que suenan allende.

Juana de Cueto, es una cortesana, amiga de Micaél Santangel: es muy chica de cuerpo, de muy buen jesto y gorda: tiene buenos pechos: es muy soberbia, y desdeñosa á ¡a jente pobre: con quien trae oro, muchas vejes llega á las manos: pero continuamente ha caído la triste d’espaldas en tierra. D’esta cuentan algunos Autores, que tiene gran furiosidád en el soltar délos pedos, en tanta manera, que ningún culo pasado ni moderno, se iguala con el suyo: y créese, si viviesse, acrecentará más en ella esta artillería. D’esto, son autoras, infinitas narizes, que han sentido d’estos tales tiros el olor déla pólvora.

Cop. XL

Vi luego los montes Yperboréos,
los papos de coño, de gran nombradla,
las tetas y culo, la gran behetría,
de Larez, ya hechos rincones d’Ebréos:
y los capadoces, cojones muy feos,
corriendo tras ella, y no sé porqué,
pidiendo á su culo, batismo y fé
mas ella responde, que son Manichéos.

Esta Larez, es mujer casada con un casi judio, llamado Francisco de Aranda: es una mujer de increíble gordura: parece una gran nassa: ha sido razonable puta: ó, almenos, nunca cubrió su coño por vergüenza de ningún carajo. Huyó su marido, muy corrido de perros, pensando que era ciervo: y aun la causa mas lejitima de d’esta noble dueña, fué porque ya en Valladolid, donde residía, no podía cabér por las calles, por la grandeza de sus cuernos. Ella, como buena, s’está queda en Valladolid, manteniendo telas, á cuantos carajiventureros vienen; con tal que pase cada cual, cuantas mas carreras pudiere; y nunca medre por quien quedare, los capadores: cojones de su marido.

Cop. LXVI. De J. de M. y d’esta cuenta LXI.

Y o que veya ser muy espantosos,
los ya memorados, por causa diversa,
viendo su pena cruel y perversa,
los mis pensamientos no eran ociosos.

Miró la mi vieja, mis autos dubdosos:

” No te maravilles d’ aquesto, respuso,
que crien tales cuernos en contra de uso,
que aun casos verás mas maravillosos.”

LXII. –

Atento, según, me manda, mirando,
bagasas y putas, á tan por entero,
por escrebír muy mas verdadero,
daba mil vueltas, la vista jirando.

Vi sobre todas, qu ‘estaba triunfando,
Ysabél de Herrera, tan mere profana,
que, de insaciable, toda la humana
lujuria querría tener á su mando.

Esta Ysabel de Herrera, al préstate, es ¡a prima de todas las putas del Universo: es la flor de las mujeres enamoradas en la fragua de los carajos, es la diosa de la lujuria, la madre de los huérfanos cojones, es la principal d’esta fama, es simiente de cojones, es un proprietatibus rerum coñatibilium et cojonatibilium.

Cop. LXXIX. De J. de M. y d’esta cuenta I Allí. –

Un poco mas bajo, vi estar la Contreras,
que bien ha gozado de j entes noveles,
con gran multitud de nalgas crueles,
que ardiendo mataba las otras hogueras.

O, Potro de Córdoba, si d’esta supieras,
cuando reynabas, en tiempo perverso,
qué borra, qué pluma, qué lana, qué verso,
qué clavos, qué manta, á ésta pusieras!

Esta Contreras, es segunda déla fama: mujér de jentíl parecer: ha sido ramera en la corte mucho tiempo: agora es casada con un capitán de Cornualla: reside en Valladolid. La Copla publica bien su nobleza, mas no todo lo qu ’ ella merece. Nuestro Señor cumpla lo que yo falto.

Cop. LXXX. De J. de M. y d’esta cuenta LXIV.

De otras no hallo, ni hago argumento,
cuya lujuria, magüer que reclama,
sus nombres no sé, ni menos su fama,
por esto s’escapan, d’éste tal cuento.

Mas no dejaré de dezír lo que siento:
es de saber, que hay muchas poltronas,
que dejan los legos, por sacras coronas,
y han, de vergüenza, menor pensamiento.

Endereza la obra al carajo. Cop. LXXXI. de J.de M. y
LXV. d’esta cuenta. –

A vos, pertenece tal orden de dar,
carajo impotente, alevoso, traydór,
qu’esteys siempre arrecho, con mucho favor,
porque los coños n’os puedan culpar.

Y en esto, tál regla debéis de tomar,
que n’os descuideys, despierto ni en sueños,
y tengan seguros los culos sus dueños,
mas coño ninguno no le perdonar.

Cop. LXXXII. De J. de M. y d’esta cuenta LXVI. –

Como las telas que dan las arañas,
carajos noveles, sabed ser átales,
pelad a los coños, ducados reales,
y hazéd y fenjíd amores y sañas.

Arrechád rezio, con fuerzas estrañas,
mostrad de las putas mintrosa cautela,
pasád dos mil vueltas, primero su tela,
y dadles después un par de castañas.

Cop. LXXXIII. De J. de M. y d’esta cuenta LXVII. –

Aprendan las putas vivir pobremente,
n’os tengan, mancebos, por brutos salvajes,
no piensen cegaros, con sus ricos trajes,
así como engañan, la vieja jente.

Vean el carajo arrecho, valiente,
y nunca sirvays por donde rechazen,
saquen dineros de necios que pacen,
hodedlas de balde, con buen continente.

Difinición de impotencia, Cop. LXXXIIII. deJ.de M. y LXVIII- d’esta cuenta.

Es impotencia, un descaymiento,
de pija y cojones, después de ya cuando,
la barba del hombre está blanqueando,
remoto por obras y por pensamiento.

No solamente por viejo yo cuento,
quien barba y cabello, en blanco trasmuda,
mas el que de floja, hodiendo trasuda,
y dá cojonadas, aprisa, sin tiento.

Comienza la última orden de Venus jeneralmente aplicada. Cop. C. de J. de M. y LXIX. d’esta cuestión.

Venidos á Venus, vi en grado caudál
los que en el fuego de su juventud,
dizen hodér, ser santa virtúd,
por el tocamiento matrimonial:
á todas partes vi gran jenerál,
por gula del coño caydos en mengua,
que no sabe como, se diga mi lengua,
cual d’ellas todas será principal.

Cop. XC. De J. de M. y d’esta cuenta LXX.

Estabas, Lobilla, muy vergonzosa,
vendiendo la honrra del triste marido,
de rezios cojones tu seso venzído
quesiste ser puta, mas no deseosa:

O, siglo nuestro, edad trabajosa!
si hallarían los que á esta buscasen
do desarrechár, si bien lo pagasen,
aunque toviesen la pija sarnosa.

Esta señora Lobilla, es nombre patronímico dirivatur ab illo nomine Alonso Lobos, su marido; reside en Valladolíd, cabe San Salvador. Léese d’esta señora, que siendo niña, un dia oyendo el santo Evanjelio, tomó por si, aquella palabra Santa del Redentor que dize — ” Qui venit ad me non ejiciam foras et usque in novisrimo die.” La Guarda, es mujér de gran fuerza, y tan mañosa, que muchas vezes espera á su marido, que casi como venado viene bramando contra ella, y hurtándole el cuerpo, con las manos le traba tan rezio, délos cuernos, que á fuerza de brazos le haze besar la tierra. Autores, son, dos cuernos grandes que tiene pintados en sus reposteros, y otros muchos que tiene para servicio de su casa. La orden de Salamanca y Toledo. Cop. XCI. De. J. de M. y LXXI. d’esta cuestión.

No buenamente te puedo callar,
O, Mariblanca; ni tanto desmán,
qu’estás en el paso mas hondo de afán,
y nunca das fin, jamás en amblar.

Cuál cachondez te pudo indinár,
Ysabél la Roja, cargada de leyes,
que dejas seguir las cortes de reyes,
por estudiantes, contino avezar?

Esta Mariblanca, reside en un mesón de Salamanca, al paso déla Vega: es mujer muy retrayda de Vergüenza, y que tiene gran abstinencia de Castidad. Léese d’ella, que siendo amiga de un estudiante, una mañana estando en la cama, y habiendo él acabado de pasar carrera; ella se hincó de rodillas en la cama, puestas las manos contra el cielo, mirando á un crucifijo; y hinchándosele los ojos de agua, con devoción, á grandes vozes dijo. ” O Señor! por los méritos de tu santa pasión, si merzéd en este mundo me has de hazér, sea esta: que, en mis días, no carezca de tal hombre como éste.” Dizese mas, que dize esta señora cuando se halla entre otras dueñas de su trato, que al tiempo que tiene el carajo en el cuerpo, que se querría hallar en un teso ó cerro, qu ‘está fuera déla ciudad, media legua, por dar gritos á su plazér. Muchos dotores afirman, que en su juventud, anduvo peregrinando por puterías y burdeles; empero Bartulo y el Baldo lo contradizen, en el Titulo — sica mulier, opiniones son bien variables. Ego credo bene hoc potest fieri secundum dispositio ejús. Ysabél la roja, Señores, debes saber, que casi fué arca de todo el Testamento Viejo: agora por ispiración de los dioses, es yuelta en Cristiana nueva: qu’en nuestro vulgar Castellano, llamamos, tornadiza. Reside en Salamanca: mujer bien hermosa: tiene audiencia real, noche y dia: Por otra parte, amuestra mochadlos: es imponedora d’estudiantes: tiene un coño tan grande, como las paludes metoes: pésale, de qu’encuentra con algún buen hodedór, diziendo: — ” que quién pudo sacar tan buen oficial? “— Cuando algunos passan por allí, que no saben su casa, ella les dize luego: — ” Hic est requies mea.” Y otras grandes cosas cuentan d’ella, que mi cortedad no publica; salvo qu’ella vire, por rejistro, Novi et Veteris Testamenti.

Cop. CIV. De J. de M. d’esta cuenta LXXII. –

De las Vejaranas, la Madre jigante
allí la hallamos, que toda se alacia,
terciando su hija con mucha falacia,
y luego Piedrosa estaba delante,
con el desaynado Moreno su amante,
llorando sus tristes autos indinos:
y vi á Beatrizica, con los Agustinos,
y Ordenes todas cumplir su talante.

Vejaranas, son madre y hija, que cumplen bien el proverbio: si puta la madre, &c. Empero ya ella traspaso su derecho en la hija; y tenia lo posible: hazen las dos lo que pueden. Viven en Salamanca, á la Cabestrería, porque allí es casi como priora de algunas bagassas, que allí están en relijión: y merece cualquier dignidad. Pedrosa, reside en Salamanca: es mujer gruesa; gran nalguda. Esta desaynó al Bachiller Moreno, i fuerza de amblar. Entre otras cosas que d’ella son públicas, es, qu’ estando hodiendo, desata con los dedos délos pies, un paño de tocar, al que tiene encima: y en aquél auto, está como rabiosa, dando bocados do puede: y a las vezes, muerde las sábanas, ó manta ó almohadas; y atápase las narizes y oydos, por no resollar. Beatrizica, bien ha sus XXXI años: mas aunque haya ochenta, nunca será Beatriz; porqu’ésta, es maldición, que le dio la deesa Morales, porque se echó con un su amigo. Vive en Salamanca; y hasta hoy, no se halla, estudiante, haber venido alli queno la haya cabalgado. Nunca Licenciado ni Dotór alli se hizo, á quien ella no examinase primero si era hábile: y si le halla tal, dale su voto.

Cop. CV. De J. de M. y d’esta cuenta LXXIII.

Tanto andovimos, rincones mirando,
que nos hallamos en las mancebías
á do las Cáceres, gastaban sus dias,
en Toledo saben, el cómo y el cuando.

Y mas adelante, vi estar cojeando,
Ysabél d’Ayala, de nuestra nación,
do vi que llorando dize tal canción,
en hechiziaco verso gritando:

Cop. CVI. De J. de M. y d’esta cuenta LXXIV.

Amores me dieron coroza, señores,
porque mi nombre, por mas bocas ande,
que puesto que fuesse de chico ó de grande,
yo les hazia complír sus amores.

Frayles, Abades, sochantres, cantores,
cantadme estos versos, que tanto me plazen,
pues tengo por bien, el mal que me hazen
Obispo d’Acadia, por darme dulzores.

Esta Cáceres, se dize, que tomó tan gran devoción en la putería de Toledo, que ha mas de treynta años que no salle de allí á Diosfgs.J. Es su costumbre, estar á su puerta, muy devota, enclavijadas sus manos, cantando lamentaciones muchas vezes, recibiendo el precio de su persona, bailando dineros falsos. Cepit jurari et detestan. Es mujer muy antigua en este trato: muchas cosas buenas se leen d’ella. Ysabél d’Ayala, es una gran puta vieja, no disminuyendo su alcahuetería: residió gran tiempo en Guadalajara, hasta que le fué allí librado un centenario, y con el cantar de la Reyna, y aflojándole las moscas; fué dada eri exilio: la cuál se fué á Toledo, y allí hace hoy en dia milagros; especialmente una reciencasada, que había parido tres vezes, la noche de la boda, encomendando se á esta noble vieja, le fue restituida su virjinidad, en tal manera, qu’el novio, renegando de tan cerrado virgo, y tan flojas tetas, tomó una candela, y mirando las partes coñatiles, vido dadas crueles puntadas en los bezos del coño las cuales, cortando, con gran dolor déla novia, luego fué por misterio de los dioses, abierto un grandísimo piélago. Délo cual, el triste novio, muy espantado, relinquit cam.

Cop. CVII. De J. de M. y d’esta obra LXXV.

Huid, reverendos, y obispo, nombrado,
huid, de pensar el bien qu’en vos vistes,
que ya seria mal, pues que perdistes
la negociadora, que aviades cobrado:
si agora se os diesse, tan bien negociado,
como en mi tiempo y aun algo peor,
no hallariedes cono traydór,
ni desesperar, carajo hinchado.

Compara ella misma, y aplica. Cop. CVIII. de J. de M. y d’esta obra LXXVI.

Bien como cuando algún malhechor,
al tiempo que hazen de otro justicia,
temor de la pena, le pone cobdicia,
d’alli adelante, vivir ya mejor.

Mas yo que he pasado, por este temor,
y tengo perdido el del pregonero,
volvería á mis obras como de primero,
si sus Reverencias, me diessen favor.”

Pregunta Fajardo á la vieja. Cop CIX. de J. de M. y d’esta obra LXXVII.

Tan gran multitud, turbada veyendo,
por fuego vicioso de ilícito amor,
dije á mi vieja: — ” Tú, dime mejor
quién es esta coja, que yo no la entiendo:
y éstos, que frayles y abades seyendo,
se ponen por ella en inconviniente,
bulada debieran tener en la frente,
los virgos que aquesta, les anda vendiendo.

Respuesta déla vieja. Cop. CX. de Juan de Mena y LXXVIII. d’esta obra.

Respuso riendo: — ” Es gran hechizera,
que ha desavenido y aviene su tregua
con telas del hijo, que pare la yegua,
O con las agujas hincadas en cera.

Era beata, y fué costurera,
y no son los oficios estos en que medra,
sino los mios, aunque tengo piedra,
que á cojas y sanas vó delantera.

Comienza la Orden de Valencia. Cop.CXVII.deJ.de M. y LXXIX. d’esta cuenta.

Está sobre todas Francina compuesta,
y Estaña la monja, con ojos muy santos,
las del burdél alzando sus cantos,
la Portoguesa, dando de cuesta.

V irnos Vilara, haziendo gran fiesta,
á su fray Alonso que la canoniza;
Ysabél la Murteta, que pijas batiza,
la Aragonesa, qu’en blanco se resta.

Francina, es pública y notoria en Valencia, y bate su cobre muy bien, y a poca costa de su persona: tiene un violario sóbrelos Ginoveses. Estaña la Monja, es mujer de buen fregado; sierva de los siervos de Dios: va por la calle, los ojos putos, restrando por tierra, que parece santa: mas yo digo: — ” Vade retro, Satanás. Las del burdél, público es ser todas, grandes cantoras de Cadira. La Portuguesa, noble mujer, vive cabe los carrozos: tiene una gelosia verde, con el grande pesgo de sus años, dá de cuesta esta toda, sobre cuentos. Que creo alguna noche si corre tras montaña, dará en tierra. A su vista me remito. La Vilara, tomó este nombre de su amigo: vive al Carrér de las avellanas: fray Alonso, con unas reverendas la ha canonizado, y ella guarda su fiesta. Ysabél la Murteta, al mismo Carrér reside: d’esta se lee, qu’en verano, continuamente está muy proveyda de aygua rosada, de azahar, con que batiza los carajos sudados. La Aragonesa, llamada Leonor, vive al carrér de Barcelona: á ésta robaron rufianes una noche, que no le dejaron sino la madera, y el blanco de las paredes: pero ella, como buena, con aquella sola heredad, que Dios le dio entre las piernas, se ha remediado muy bien, aunque le duró mas de dos meses estar á su puerta, diziendo á cuantos pasaban: ” ingredimini, o vos, amici mei, et videte, dolor meus.”

Cop. CIII. De J. de M. y d’esta cuenta LXXX.

Allí era la vieja, coja malvada,
que hizo, Leonor no ser ya donzella
vendiendo, trocando su sangre d’aquella,
que dentro en su vientre trajo encerrada.

Y vimos en forma muy mas aviltada
la Tíraniva que virgos rehaze,
á quien el verdugo, assi satisfaze
que toda su carne dejó ensangrentada.

Esta vieja Coja, no sé como se llama, ni Dios me lo deje saber, porque mis nuevos pensamientos no se alejen. Es madre d’esta Leonor: vivió un tiempo, á la plaza del Duque de Gandía, en un rincón de una calleja. No sé más dezir délla, salvo que a su hija conosco bien espiritualmente. La Tiraniva, cuando moza, muy gran puta: agora, muy gran puta vieja, alcahueta: vive cabe la Seu, en Valencia, en una plaza que se dize de la Yerba. Ya pagó por su oficio muy bien, como recuenta el metro: grandes cosas s’escriben délla: no he visto su estoria.

Las diez Sebilas Valencianas. Cop. CXXI.de J. de M. y LXXXI. d’esta obra.

La compañía bermeja y inserta
en décimo número, como Sebilas,
vimos, en auto de putas tranquilas,
que cada cual d’ellas, es maestra perfeta.

Estaba Quiteña, con la Ciscareta,
la monja Sesé, que durmiendo se mea,
Ursola melosa, de Caraginéa
y en medio de todas, Jbora Beteta.

Estas diez Sebilas son la flor délas putas Valencianas, aunque hay otras muchas. Quiteña, al Carrér déla Virjen María de Gracia, gana su vida, amblando y dando culadas: es muy bonica. La Ciscareta, á la plaza de Predicadores: es hermosa; pero cominos d’odre, la sacan de seso muchas vezes: gran embriaga y a maravilla. La monja Sesé, conocida cosa es; y como se mea de noche en la cama pudre los colchones. Aquí se nombra, la madre por la hija, porque se causa una figura, llamada entre poetas, putarona: qu’es, cuando por las obras de la una, se conoce la otra. Ursola, al Carrér de la Nao reside: es hija de una lora, y ella lora por si, gran hodedora, que se pega por maravilla: tiene por esto, sobrenombre de melosa. Jbora, magiier qu’es hombre, por sus vellacas y disolutas narizes, va en esta cuenta: que juro á Dios, yo me cagase antes en ellas, que no traellas comigo: porque es verdad que no parecen sino un hospital, ó cofradía de romadizo. Y aqui considera el Autor, que: — in ómnibus, de nobiliori, debet fien relatio. Por ser el mas noble nombre, á él: y añadió una b en su nombre, por el consonante del metro.

Cop. CXXII. De J. de M. y d’esta cuenta LXXXII.

Madalenica, por orden la sesta
estaba, la cual en motes sotiles,
burlando pregona, las pijas civiles,
la cual nunca dio, esquiva respuesta.

Vimos Francina, bagassa inonesta,
la Monjaraza, y la Foresséa,
la Esparteñera, que bolsas saltea,
por quien los rufianes mantienen requesta.

Madalenica. Notoria es su vida en Valencia, y sus virtudes, y fama, y poca vergüenza. Nuestro Señor la acreciente sus deseos. Francina, al barrio de Sant Andrés manifiestamente parece, y yo la conosco dias ha, por gran bagassa. La Monjaraza, se llama de nombre Violante, a plaza de Predicadores, de frente de Ciscareta. La Foreséa. se llama Anjela Foresa, gran puta por nombradla. La Esparteñera, asimismo, se llama Anjela: ésta tiene los ojos como candiles, las manos como anzuelos: juega de alivvon continuamente, y tan sutilmente como si jugasse de pasapasa: sigue burdeles siempre: hay sobrella quiationes, entre rufianes.

Cop. CCXXVIII. De J. de M. y d’esta cuenta LXXXII.

Virmos, dotada de gran tiranía,
la Camarena, en ínfimo centro
de muchos cojones: están tan adentro
que no sé qué coño los ya sofriría.
La triste Brianda allí parecía,
con una corcoba, mayor que camello,
Catalina del Águila, messando el cabello,
de su Monesterio, huyendo salía.

La Camarena, se llama Ysabel, á plaza de Predicadores: mujer de gran fantasía: razonable puta. Es gran tirana de quien tiene dinero: si también hay quien no tiene, haze sobre prenda ó sobre taja, ó da limosna. Brianda, es una puta coreo bada, chica de cuerpo, gran vellaca: no por loalla, sino por dezir verdád. Loasse mucho de su linaje, nunca habla sino ;— “Por vida déla señora mamaré. “Hay muchos que afirman, su madre vender merluza remojada: tiene mil tachas crueles, que demás de su corcoba, la afean mucho: yo estoy muy mal con ella, por su magra indispusicion. Catalina del Aguila, reside cabe San Christobal: es natural de Talavera: fiué allí monja en Sanct Benito: y viendo que allí no se podía abstener de algunos vicios, salió huyendo con un morisco, llamado Ruy Díaz, el cual, después de harto délla, la dejó: y ella sola, discurriendo á muchas partes, fué á arribar a Valencia, á donde la diosa Venus, la convirtió en ramera. Es mujer hermosa: mas tiene las carnes muy flojas. En tiempo de pestilencia, ésta me fué gran refujio, por el conocimiento terrenal que délla tenia, y por otro temporal, que subcedió entre nosotros.

Cop. CCXIV. De J. de M. y d’esta cuenta LXXXIV.

O flor de hodér, y de caballería,
amiga, señora, tu siervo perdona,
si en estos cantares que agora pregona,
no divulgare tu gran putería:
de gran ambladora, loar te podría,
de cuerpo jentíl, y coño goloso;
si tal no dijese, sería sospechoso,
dirianme que miento en cuanto dezia.

Cop. CXXV. De J. de M. y d’esta cuenta LXXXV.

Venidos al campo, de cuernos patentes,
á donde infinitos, avia desiguales,
vi cornualla, que cañaverales
pensaban qu’eran, las mas dé las jentes:
mas sobre los otros, allí prefulgentes,
vimos a uno lleno de prudencia,
del cual preguntando, con gran reverencia
respuso mi vieja, los metros siguientes:

Cop. CXXVI. D. J. de M. y d’esta cuenta. LXXXVI.

Aquél que tu vees, estar soportando
tantos de cuernos como hay estrellas,
de su pesadumbre no muestra querellas
y á sombra d’aquellos vive holgando:
y tiene noticia, fdosofando,
del cornifatór, do son comovidos:
cierra los ojos, tapa tus oydos,
no le publiques, que tiene gran mando.

Cop. XCII. De J. de M. y d’esta obra LXXXVII.

Agora callando, ya cessa mi rueda,
que de las putas, mirando en el mundo,
aquí es una gota, en charco profundo,
cuantas he dicho, según lo que queda:
ved si queréis que llegue do pueda,
dadme licencia que vos las señale,
mas al presente, hablar no me cale,
razón lo permite, temor lo devieda.

Difinición de la Lujuria. Cop. XCIX. de J. de M. y LXXXVIII. d’esta cuestión.

Es la lujuria, do quiera que mora
vicio que todos los coños cohonde,
entrél pendejo y culo se asconde,
y todos los zumos de pijas devora;
sirve carajos, carajos adora,
de pijas ajenas, golosa garganta,
de grandes cojones jamás no s’espanta,
come d’aquello que’l dan toda hora.

Consiliaria de F. Cop. CXXXII. De J. de M. y d’esta obra LXXXIX.

Por ende, vosotros, algunos maridos,
si fuerdes tocados de amarga sospecha,
mostrad de contino la pija derecha,
no piensen qu’estays del todo sumidos:
estad sobre aviso, bien apercebidos,
no les dejeys crecer sus ardores;
á grandes cautelas, cautelas mayores,
cojed los cojones, no’sten estendidos.

Cop. CCXCVIII.de J. de M. y d’esta obra XC.

La flaca barquilla de mis pensamientos,
viendo mis hechos tomados escuros,
los tristes cojones d’estár muy maduros
temen la fuerza de los elementos:
el rezio carajo que inflaba los vientos
está tan caydo que no puedo alzalle
temiendo no quiebre no oso tocalle,
fin me demandan, mis flacos tormentos.

Fin de Fajardo

2020-04-29T11:24:30+00:00

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