Casose la Linterna y el Tintero,
Jarama y Medellín fueron padrinos;
casolos en el Rastro Buenosvinos,
y al fin la boda fue entre carne y cuero.
De sí propio mordió todo carnero;
quedaron espantados los vecinos
de ver tantos cabrones de los finos,
y al Pardo y a Buitrago en un sombrero.
Las putas cotorreras y zurrapas,
alquitaras de pijas y carajos,
habiendo culeado los dos mapas,
engarzadas en cuernos y en andrajos,
cansadas de quitar salud y capas,
llenaron esta bolsa de zancajos.
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