A una monja
Demonios dadme venganza
de la más mala mujer
que en el mundo debe haber,
pues en olvido y mudanza
la maestra puede ser.
Mas mudable es que Fortuna;
Múdase con cada luna
Y aún pienso que la traidora
Es mudable cada hora,
Por no ser firme en ninguna.
Por tener muchos burlados
Da en tener muchos maridos,
Que después quedan perdidos,
Porque de muchos llamados,
Ningunos son escogidos.
Y, pues van por buen camino,
El ganapán y el minino,
Cada uno tenga gran ojo
Y eche su barba en remojo,
Pues pelan a su vecino.
Dase tal prisa a mudar
Los santos del calendario
Que si levanta Grimario
Ni los puede ya contar
Por las cuentas del rosario.
Y ha determinado hacer,
Por dar a todos placer,
Una fiesta, pues son tantos,
Como la de todos los santos,
Do puedan todos caber.
Sin otros muchos que callo,
Trata con dos religiosos
Liberales, dadivosos
Y que en el tiempo del fallo
No faltarán de animosos.
Pero, por seguir su humor
Hizo San Juan con su amor
Y en un clérigo embidó
Al cual también olvidó
Por un pardo entallador.
Plega a Dios le satisfaga
La entalladura que busca,
Y que harta Satam busca:
Si la gente la empalaga
Lleve un asno a la rebusca.
Que no se puede esperar
De mujer que da en amar
A gente de toda broza,
Sino una gentil coroza
Y una caña de pescar.
Y que para refrigerio
De valerosos varones,
Con quien ella anda estaciones
De convento a monasterio
Se ande a curar riñones.
Donde plega a Dios que acierte
Con algún soldado fuerte,
Que así la pique de espuela
Que, al fin, como bermejuela
Ensartada sea su suerte.
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