¡Dios me lo guarde
a mi Diego Moreno,
que nunca me dijo
malo ni bueno!
En la vega este verano,
gocé cierta compañía
de mozuelos a porfía,
que me apretaban la mano.
Y él, como es bonazo y sano,
volvió con rostro sereno;
y nunca me dijo
malo ni bueno.
Dios me deje ver logrado
a mi Diego, pues consiente
que trate con toda gente.
Y vaya y venga al mercado,
desde allá le envío cargado.
Vuelve a casa como un bueno;
y nunca me dijo
malo ni bueno.
No es de mala condición
mi Diego ni entremetido
sino llegado a razón,
bien criado y comedido,
que de puro bien sufrido
calla lo suyo y lo ajeno;
y nunca me dijo
malo ni bueno.
Estando ocupada un día,
acertó a venir de fuera
y, en llegando a la escalera,
preguntó si subiría.
Dije: «No, ¡por vida mía
que está el aposento lleno!».
Y nunca me dijo
malo ni bueno.
Procura de contentarme
mi Diego, y no darme enojo,
que antes se sacara un ojo
que ningún desgusto darme;
sálese él a retozarme
con las manos en el seno;
y nunca me dice
malo ni bueno.
Muchos frailes a menudo
me vienen a visitar,
y velos conmigo estar.
Y no habla más que un mudo;
mil veces a mi cornudo
le echo a la boca un freno,
sin que me diga
malo ni bueno.
De pocos días acá,
con mi aficionado, el cura,
mil veces me voy allá
por probar nueva ventura;
y amansa mi calentura,
y velo Diego Moreno,
mas nunca me dice
malo ni bueno.
Al cura fui a demandar
cierto costal de harina,
y él metióme en la cocina
para haberse de pagar.
Y, entre tanto, hubo de estar
el mí buen Diego al sereno.
Y nunca me dijo
malo ni bueno.
Llegó todo enharinado
con ello a casa, el mezquino,
más contento que mohíno,
de harina y cuernos cargado.
Y, aunque sintió haber entrado
el cura en el valle ajeno,
nunca me dijo
malo ni bueno.
Es cosa muy extremada
ver su buena condición.
Con el padre fray Antón,
me topó en una enramada;
y, de haber estado echada,
el manto de cardillos lleno.
Y nunca me dijo
malo ni bueno.
Véase una glosa diferente del “nunca me dijo / malo ni bueno” en un texto fechado por Rodriguez Moñino en 1575 y atribuido a Timoneda: “Las obras del honrado Diego Moreno” en
Cancioneros llamados: Enredo de amor. Guisadillo de amor y El Truhanesco. Reimpresosos del único ejemplar existente con una introducción de Antonio Rodriguez-Moñino (Valencia, Castalia, 1951).